El renacimiento tendrá que esperar

Nos las prometíamos felices este 2022. Con recaudación fiscal récord, lluvia de millones europeos…elaboramos el presupuesto más potente de la historia. Íbamos a encarar un proceso de transformación global. No era suficiente con volver a 2019. Un nuevo renacimiento. Berpiztu lo llamó el Gobierno vasco.

Ni ha acabado marzo y ya se nos ha caído el cántaro y derramado la leche. Cambiamos Esopo por Sísifo y volvemos a subir la piedra por la ladera de una nueva crisis. La guerra en Ucrania se ha comido en un mes un tercio de la mejoría prevista para este año. Lakua ha rebajado de golpe en más de dos décimas la previsión hecha en diciembre.

Ya entonces había quienes cuestionaban este cálculo por optimista. No había guerra, pero estaba Omicron, la subida de los precios energéticos y la inflación. El consejero Azpiazu nos dijo aquí que no había que ser "agoreros" con las previsiones. Ahora, insiste en que no estamos en una crisis, solo en un estancamiento. Supongo que le toca. La economía es un estado de ánimo. El Lehendakari tenía otro cuando habló de "economía de guerra" hace unos días. Por el momento, la recuperación y el renacimiento se retrasan. Otra vez. Y tocamos madera.