A solo unas horas de que este domingo los franceses acudan a las urnas en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales francesas, en las que se enfrentan Macron y Le Pen, las últimas encuestas publicadas dan la victoria al candidato liberal con un 55,5% de los votos frente a ultraderechista. Esta encuesta, de BVA para RTL y Orange, señala además que se espera una participación del 72,5%, ocho puntos superior a la que se estimaba hace dos semanas. Olivier Urrutia, director del observatorio @ObsThinkTanks ha analizado en Hoy por hoy la situación a dos días de la segunda vuelta: «Podría haber sorpresas si el resultado estuviera reñido, pero si la tendencia se confirma, no la habrá y Macron saldrá reelegido». Urrutia es de la opinión que muchos de los votantes del socialista Mélenchon se quedarán en casa en esta segunda vuelta y no votarán a Macron: «Su electorado rechaza claramente el balance político de Emmanuel Macron y, como en las encuestas tiene un margen bastante importante, no creo que haya movilización entre los votantes socialistas». El presidente saliente logró en la primera vuelta de las elecciones, celebrada el pasado domingo, un 27,84% de los sufragios, frente al 23,15% de Le Pen. Anoche, la candidata ultraderechista se esforzó por presentarse como la representante de las preocupaciones de las clases populares en su último mitin de campaña de las presidenciales francesas frente al poder «oligárquico» que, a su juicio, representa el actual presidente, el centrista Emmanuel Macron. El mandato de Macron «ha sido una secuencia confusa, caótica, de la que solo queda la impresión de tensión y de violencia y en el contador 600.000 millones de euros de deudas adicionales y 400.000 franceses más que viven bajo el nivel de pobreza», destacó ante 4.000 fieles enfervorizados en Arras, ciudad de la región Hauts de France, fronteriza con Bélgica y uno de sus principales viveros de electores. El jueves, el candidato a la reelección tuvo un acto más tranquilo, como los que viene haciendo en esta campaña electoral, una visita a una zona deprimida del norte de París, que votó a la izquierda de forma mayoritaria en la primera vuelta, donde mantuvo diálogos con ciudadanos por la calle. A una mujer que cubría con esa prenda su cabeza en la localidad de Saint-Denis le aseguró que el programa de Le Pen entrañaría «la guerra civil, la discordia». Macron se dirigió posteriormente a unas instalaciones deportivas, donde se enfundó unos guantes de boxeo e intercambió algunos golpes de entrenamiento con un profesor ante la atenta mirada de un nutrido grupo de jóvenes.