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El pasado y el presente de la ruta canaria con los ojos de uno de sus primeros supervivientes

La SER ha podido hablar con uno de los cuatro ocupantes de la segunda patera que arribó a Canarias hace casi tres décadas. Ahora ayuda a los nuevos valientes a enfrentarse a ese viaje

Patera llegada a las costas canarias / Tizian Steiger

Las Palmas de Gran Canaria

15 años han pasado desde que Rachid regresó "a casa", al Sáhara Occidental. A partir de ahora, y en este texto, ese será su nombre porque prefiere no revelar el suyo. "Ya sabes cómo son los marroquíes", asegura en voz baja el que fue, hace casi treinta años, portada de periódicos por ser uno de los cuatro ocupantes de la segunda patera que llegó a Canarias.

Lo localizamos casi por casualidad en algún lugar de El Aiún mientras se dedica a servir cuscús a algunos de los pocos turistas que recalan en esta ciudad. Su rostro y sus manos le delatan. No ha debido tener una vida fácil. Y por eso le preguntamos. Se alegra de saber que quién lo hace es de Canarias. "Los canarios son mi familia", dice con nostalgia, y con un perfecto español, mientras empieza a revelar por qué.

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Rachid fue, junto a otros tres jóvenes saharauis, una de las primeras personas que llegaron en patera a las Islas. Lo hizo a bordo de "una barca de madera con un pequeño motor de gasolina". Y lo hicieron a Caleta de Fuste, en Fuerteventura, en febrero de 1995. Echando la vista atrás, recuerda cómo fue el viaje que precedió al que inauguró la ruta canaria un 28 de agosto de tan sólo un año antes. "Uno de mis tres acompañantes era pescador y sólo él tenía conocimientos de navegación", indica. El estado del mar les acompañó para atravesar sin inconvenientes esa franja de mar de 90 kilómetros que les separaba en línea recta de Fuerteventura. "Nos pusimos de espaldas a Tarfaya y mirando de frente a las Canarias", señala. "Sin brújula" llegaron, "con suerte", a la costa de las Islas.

Se emociona al recordar sus primeros días en Fuerteventura y cómo fueron esas 24 horas a bordo de la barquilla porque "era un mundo desconocido". "Nos recibieron los vecinos en la playa, pero luego estuvimos tres días en los calabozos de la Policía Nacional y después ya nos mandaron al centro de acogida de CEAR en Vecindario, en Gran Canaria". Su familia estuvo sin saber de él hasta 15 días después de que arribaran a la costa majorera. Y se enteraron "por la televisión" porque, "al ser la segunda patera que llegaba a Canarias, los medios de comunicación se hicieron eco".

Entre algún que otro dulce árabe y varias tazas de té moruno, le seguimos preguntando por el que, dice, fue "el mejor y más duro viaje de su vida". "Estuve 14 años en Gran Canaria y al principio no fue fácil porque no sabía español ni tenía papeles", asegura. No fue hasta que consiguió un trabajo en los tomateros de Santa Lucía de Tirajana cuando empezó a ganar algo de dinero. "Ahí estuvo cinco años", hasta que consiguió regularizar su situación y pudo trabajar en el sector que le ha permitido, a día de hoy, preparar uno de los mejores tajine que se sirven en El Aaiún. "En la hostelería aprendí mucho", afirma mientras ríe. Es más, "fue en lo que trabajé hasta que en 2008 tuve que regresar a casa".

Esa era, precisamente, la siguiente pregunta de una conversación a la que ya empiezan a sumarse curiosos de otros mesas. Rachid vuelve al Sáhara "expulsado" por la crisis española de 2008. Cuatro años antes abandona Canarias para buscarse la vida en la Península. "Estuve en Salamanca, pero no pudo ser y tuve que regresar a casa". La decisión no fue fácil: "me costó porque ya había dejado mi país una vez y había hecho mi vida, y tuve que volver al Sáhara y empezar de nuevo".

Sólo un día duró el trayecto de Rachid y sus tres amigos por el que ya han navegado miles de personas, si bien se desconoce cuántos han muerto en esa franja de agua conocida como ruta canaria. Las estadísticas cifran en, aproximadamente, 176.000 el número de migrantes llegados al Archipiélago de forma irregular en una patera o un cayuco desde que se inaugurara esa travesía, y las ONGS calculan que cada día mueren 16 personas intentando atravesarla.

Desde que Rachid llegara a Fuerteventura "han cambiado mucho las cosas". Hasta 2006 la llegada de pateras a las Islas era un goteo, pero ese año supuso "un antes y un después", tal y como recuerda. No sólo en el número de embarcaciones, que se disparó hasta cifras sin precedentes y despertando una verdadera crisis, sino en el volumen de ocupantes, el tipo de barca y los lugares de procedencia. Solo ese año llegaron a Canarias 31.768 personas, aunque este pasado 2023 fueron superadas hasta alcanzar las 39.910. "Nosotros éramos sólo cuatro, pero ahora van 30 o 40 en la misma patera. Y eso ya no es voluntad individual, es tráfico de personas. Las mafias se están lucrando a costa de la desesperación de los más jóvenes", lamenta.

Jóvenes como Omar, de Guinea Conakry, al que Rachid está dando de comer "a escondidas" en una pequeña esquina del modesto restaurante que ahora regenta a sus 50 años. Nos damos cuenta de su presencia al verle agazapado y después de que el propio Rachid nos hiciera alguna que otra seña. Nos levantamos y nos acercamos hasta él mientras come con ansias un plato caliente que le acaban de servir.

"No habla español, pero acaba de llegar tras caminar durante horas después de que no pudiera subirse a la patera", nos revela mientras traduce nuestras preguntas y las respuestas de Omar. La historia de este joven de 19 años es la de cientos de migrantes que cada día están intentando salir de la costa del Sáhara Occidental sin éxito. Él tuvo que abortar su viaje, "que estuvo planeando con otros amigos", porque el dinero con el que llegó a pie de playa y de embarcación "no fue suficiente para los organizadores del viaje". Lamentablemente o afortunadamente, según se mire, Omar "vio cómo sus amigos sí pudieron subirse a una patera", que hacía ya 24 horas que había llegado a Canarias.

Desde su negocio y como puede, Rachid, superviviente de la que es considerada la ruta marítima más mortífera del mundo, ayuda ahora a jóvenes como Omar a regresar a casa o a intentar nuevamente esa travesía, aunque "no se lo recomiendo". En el caso de este guineano sabemos que esto último es lo que pretende porque "quiere estudiar en España, donde tiene familia", y por eso no "tira la toalla". Si ha podido o no subirse a la embarcación, y si es uno de esos afortunados que llegan a tocar la costa canaria, es, a día de hoy, una incógnita.

Las claves de la ruta canaria

Un total de 6.007 personas murieron en 2023 intentando llegar a Canarias en pateras o cayucos, una media de 16 cada día, una cifra sin precedentes que triplica los registros del año anterior, cuando perecieron en la misma ruta 1.784 migrantes. Son 9 de cada 10 del total las víctimas en las rutas marítimas con destino a España y es el balance que hace el colectivo Caminando Fronteras en la nueva edición de su informe ''Monitoreo Derecho a la Vida'', que sitúa al 2023 como el año "más mortífero" desde que la organización recopila registros, en 2007.

Estos datos corresponden a un año en el que las pateras llegadas a Canarias dispararon el número de inmigrantes detectados al intentar entrar de forma irregular a España por vía marítima y terrestre hasta los 56.852, un 82,1 % más que en el año anterior, según el balance del Ministerio del Interior. De ellos, 39.910 fueron contabilizados ante las costas canarias, un 154,5 % más que en 2022.

Entre los fallecidos hay personas originarias de 17 países: Argelia, Bangladesh, Camerún, Costa de Marfil, Gambia, Guinea Conakry, Islas Comores, Mali, Marruecos, Mauritania, Palestina, República Democrática del Congo, Senegal, Siria, Sudán, Túnez y Yemen.

Los datos sitúan a la ruta canaria como "la región migratoria más letal del mundo" y ponen el foco en el reciente aumento de salidas desde lugares más lejanos, como Mauritania, Senegal y Gambia.

La ruta canaria en 2024, igual que como empezó

Se da la circunstancia de que la primera patera que arribó a Canarias este 2024 lo hizo a Fuerteventura, la misma isla a la que llegó Rachid en la que fue la segunda embarcación documentada de la ruta canaria y que fue inaugurada un año antes por otra embarcación, que llegó también a esa misma isla hace prácticamente 30 años. El 1 de enero, 13 personas, en buen estado de salud, fueron rescatadas a bordo de una barquilla frente a las costas majoreras.

Aunque Fuerteventura, junto a Gran Canaria y Lanzarote, han estado recibiendo un importante número de pateras en los últimos meses, sin duda El Hierro se ha convertido en epicentro de la emergencia migratoria. Hasta el puerto de La Restinga ha llegado, incluso, el cayuco más numeroso desde que hay registros con 320 personas.

 
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