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Los oficios perdidos del río Júcar: las maderadas y los gancheros de Cuenca

Curiosidades y anécdotas sobre una de las profesiones más duras del monte: historia, salarios, los tramos más complicados, la última gran maderada…

Los oficios perdidos del río Júcar: las maderadas y los gancheros de Cuenca

Los oficios perdidos del río Júcar: las maderadas y los gancheros de Cuenca

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Cuenca

¿Qué son las maderadas? “Eran las carreteras de antaño, el proceso de transporte de los troncos de pinos desde las altas sierras hasta los puntos de procesado como Cuenca, Aranjuez u otras en el Mediterráneo”, explica Eduardo Bollo, miembro de la empresa conquense Vestal Etnografía y de la asociación cultural Los Ojos del Júcar, en el espacio La memoria de la tierra que emitimos los miércoles cada quince días en Hoy por Hoy Cuenca.

El origen de las maderadas

“Para encontrar los primeros escritos hay que remontarse a la época árabe. En concreto al geógrafo Al-Edrisi que en el siglo XII ya menciona esta transporte por el río Kelaza, el actual Cabriel, y en el siglo XIV ya hay datos sobre el Júcar, en concreto mencionado por las Cortes de Aragón”, explica Bollo. “La importancia de la industria maderera tiene su auge en el siglo XVI con la construcción del monasterio de El Escorial y, en el siglo XVIII con los buques de la armada y el arsenal de Cartagena se hicieron con pinos de la Serranía de Cuenca”.

Maderada en el desembarcadero del Sargal, en Cuenca. / Archivo

La industrialización de la madera

El siglo XIX cambió todos los procesos económicos e industriales. En 1885 llega el tren a Cuenca desde Madrid y la ciudad pasó de tener 26 almacenes de madera en 1873 sobre todo en el Sargal, la Ventilla o la calle Madereros, actual Carretería, a abrirse las primeras serrerías llegando a haber ocho en el siglo XX. También se desarrolla la industria resinera. También se empieza a producir en cantidades industriales resina de los pinos”.

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Los gancheros

Los gancheros eran los encargados de realizar la maderada. “Eran gente muy humilde, jornaleros que durante una época del año se dedicaban a este transporte de madera”, relata Bollo. “Vivían en los propios pueblos de la Sierra de Cuenca, también en Chelva, en Valencia. Iban equipados con el gancho, de ahí su nombre, que era de madera de avellano. Los salarios, según los datos de Torres Mena recogidos en el siglo XIX en Cuenca, serían de cuatro a once reales de vellón, dependiendo del puesto”.

Recreación de una maderada en el embalse de Chincha, en Vadillos, Cañizares (Cuenca). / Paco Auñón

Los procesos de la industria maderera

“Las grandes maderadas llegaron a unir hasta mil gancheros que necesitaba una gran organización encabezada por el maestre de río y después por los mayorales que coordinaban a unos 50 gancheros de delantera, de centro y de trasera”, explica Bollo. “En el libro El río que nos lleva de José Luis Sampedro se habla de una cuadrilla de delantera que eran los más experimentados y que preparaban adobos y balsas con los troncos para sortear los obstáculos más importantes del río y que así, la del centro llevara el grueso de la maderada y la trasera desmontaba lo montado por los de delante”.

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Las maderadas del río Júcar

“Marzo, con sus marzadas, llegan las maderadas, dice el refrán”, recuerda Bolo. “Con los deshielos crecía el nivel de las aguas y comenzaba el transporte fluvial. En el Júcar se iniciaba en la Herrería de los Chorros, donde desemboca el Almagrero, en Huélamo, y el primer sitio de embarque grande era la Venta de Juan Romero. Desde ahí descendía por Uña, Villalba y el Chantre. Es interesante el embarcadero de Verdelpino porque ahí llegaban los troncos de Buenache y de Valdecabras, para llegar después hasta el desembarcadero de El Sargal. Desde Cuenca se transportaba ya mucha madera en tren hasta Madrid, pero otra seguía la maderada hasta Fuensanta, en Albacete, incluso hasta Cofrentes, donde llegaba el Cabriel, y hasta Cullera”.

Gancheros en una maderada en el Alto Tajo. / Archivo

Los tramos más complicados

“Hasta 1926 que se creó el Salto de Villalba para la central eléctrica, el tramo más complicado para la maderada eran los Cortados entre Uña y Villalba de la Sierra”, apunta Bollo. “Se tardaban entre dos y tres meses en recorrer quince kilómetros debido a la dificultad que tenía. Una vez, uno de los propietarios intentó meter muchos troncos en una de las pozas, para llenarla y cuando llevaba 50 perdidos ya se dio por vencido y dijo que pararan. Con la apertura del Salto, se aprovechó esa infraestructura para traer los troncos por el canal. Para que no llegaran a las turbinas se creó un canalillo alternativo y un depósito regulador, que se pueden ver desde el Ventano del Diablo, y por ahí se lanzaban los troncos”.

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La última gran maderada

“El convenio de los gancheros se firmó con la II República y acabó con el trabajo infantil en las maderadas y con el pago de las horas extra”, explica Bollo. “La última gran maderada en Cuenca tuvo lugar en el año 1936, previo a la guerra. Tras terminar las maderadas del Júcar, los gancheros se iban a las del Tajo que seguían en los meses de verano, pero ya había estallado la guerra y en las milicias pagaban dos duros frente a las dos pesetas de la maderada. Después de la guerra, la llegada de los camiones y la mejora de las carreteras acabaron con el transporte fluvial de los troncos”.

Paco Auñón

Paco Auñón

Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...

 
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