Maderadas y gancheros: Descubre la historia fluvial de la Serranía de Cuenca
Además del Tajo, los ríos del Marquesado de Moya, el Turia y el Catriel, fueron también caminos de agua para el transporte de pinos hasta el Mediterráneo
Mariano López Marín, cronista oficial de la localidad conquense de Moya
Cuenca
La Serranía de Cuenca es un bosque productivo de madera de pino de gran calidad desde hace siglos y las maderadas se han usado para transportar los troncos por los ríos. El Tajo, el Guadiela, el Júcar, el Catriel, el Turia eran las vías de comunicación fluvial en las que los gancheros eran los dueños, oficio este duro que pervivió, como las maderadas, hasta que los camiones se abrieron paso por el monte y ya no fue necesario echar los troncos al río. Ahora, varias asociaciones de recuperación de tradiciones se han propuesto mantener vivo aquel oficio legendario.
El historiador conquense Mariano López Marín, cronista oficial de los municipios de Salvacañete y Moya, publicó un exhaustivo estudio sobre esta actividad forestal en la Serranía Baja de Cuenca: Bosques, madera, maderadas y gancheros en el Marquesado de Moya. En ese trabajo de investigación se cuenta cómo estos pueblos, estos bosques, abastecieron de madera a las ciudades valencianas y a los puertos y astilleros mediterráneos, como el de Cartagena, donde la Armada construía barcos, allá por el siglo XVIII con los pinos de Cuenca.
Maderadas
“Las maderadas del río Cabriel se juntaban en Cofrentes con las que venían desde Cuenca por el Júcar”, explica López Marín, “y llegaban hasta Játiva y Cullera. Las del Turia llevaban madera a Valencia, hasta el puente de los Serranos donde las sacaban con caballerías”.
“La madera del Marquesado de Moya, de localidades como La Cierva, Cañete, Zafrilla, Salvacañete, Salinas del Manzano y la Sierra de Albarracín, iba a parar, después de días de carretera, al aguadero de la Virgen de la Huerta en Ademuz donde las lanzaban al río”, explica López Marín. “Había gancheros de Chelva, de Cofrentes, de Ademuz, y se les unían gentes de los pueblos ribereños”.
Hasta 1940
Para ese trabajo de investigación, López Marín recogió testimonios de gancheros de Salvacañete. “Me contaban que hasta los años 40 del siglo XX hubo gancheros que hacían un recorrido más corto por el Cabriel hasta la carretera de Albarracín donde sacaban los troncos para llevarlos con carros hasta Teruel, Uriel o Carboneras de Guadazaón donde llegaba el tren”.
Bosques protegidos
“En Moya, todos los bosques dependían de marqués que cobraba unas suculentas rentas de todas las maderas que se cortaban”, cuenta López Marín. “Las cortas tenían que estar autorizadas. Había un boticario en Moya que era empresario maderero que, en el siglo XVIII vendía madera a los carpinteros de Valencia. Primero él y luego su hijo. Hicieron verdaderos negocios”.
Pleitos
“Pleitos hubo muchísimos desde el siglo XIV, en el señorío moyano, hasta el XVIII por el paso de las maderadas por Santa Cruz de Moya a través del Turia, por ejemplo, unas veces porque querían cobrar impuestos, otras porque destruían puentes o azudes”, apunta el cronista. “Todo eso desembocó en muchísimos conflictos. El Archivo Histórico Provincial de Valencia está lleno de documentos que hacen referencia a estas maderadas”.
Paco Auñón
Director y presentador del programa Hoy por Hoy...