"La impunidad con la que matan nos deja a todos con el cuerpo deshecho y la mente a punto de explotar"

"Estamos destrozados, todo el equipo, nosotros ayer llegamos a Gaza y sacamos toda la comida y notábamos que había tensión en el ambiente", relata Marisol Alonso, que junto a Miguel Navarro está colaborando con el barco Open Arms en las labores de transporte de alimentos a la franja de Gaza, en colaboración con la ONG del chef José Andrés, World Central Kitchen.

Ambos son los propietarios del Restaurante Gaia, en Burgos, y esta no es la primera vez que viajan como cooperantes con Open Arms, donde ya habían colaborado en varias misiones previas, elaborando las comidas para la tripulación de este barco de asistencia humanitaria. "Cuando nos hemos levantado a las seis de la mañana nos han comunicado que el equipo que estaba trabajando en tierra de WCK llevó la comida del almacén y cuando se iban a cenar, que el itinerario lo tenía Israel, los coches tenían el logo en el techo, les han caído dos pepinazos y han matado a siete personas", explica. "Da igual la procedencia, la impunidad con la que matan nos deja a todos con el cuerpo deshecho y la mente a punto de explotar. Estamos contentos porque estamos ya de vuelta, pero muy, muy tristes por todo lo que está sucediendo allí", ha apuntado en declaraciones a Radio Castilla.

Los dos cocineros burgaleses han sido testigos de la destrucción de Gaza durante las labores de descarga de alimentos al puerto, una tarea en la que el Open Arms ha prestado ayuda a la ONG World Central Kitchen, que ha sufrido un ataque en el que han muerto siete de sus trabajadores. Marisol Alonso explica que los miembros de la organización estaban debidamente identificados y su recorrido estaba comunicado al ejército israelí. Miguel Navarro insiste en la "impunidad" con la que parece estar sucediendo todo, aunque en ningún momento pensaron que pudiera ocurrir un ataque como el sufrido por los trabajadores de la ONG de José Andrés.

Según describe, "ayer se oían más bombas que hace 15 días, y a última hora comenzaron a caer más a menudo y más fuerte, se oyó en el barco como si hubieran golpeado con algo". "No teníamos internet, nos cortan las comunicaciones y hemos estado navegando sin GPS, la impunidad es alucinante", apostilla este cocinero burgalés. Los miembros de la tripulación del Open Arms, según cuentan Marisol y Miguel, no han llegado a bajar a tierra -la embarcación tenía que permanecer a una distancia de unos 200 metros- pero han sido testigos de la "destrucción" de Gaza.

"No había ningún edificio que no fueran escombros". De hecho, explican que el puerto en el que han descargado, en una zona ocupada por el ejército israelí, está construido con escombros de una casa. "Se nos prohibía tocar tierra, solo podíamos estar con las lanchas por si la gabarra se desviaba", asegura Alonso, que ayer fue testigo, a través de los prismáticos, de cómo a tres trabajadores de World Central Kitchen los militares les hacían subirse la camiseta y bajarse los pantalones para comprobar que no llevaban explosivos. "Estaba todo revuelto", describe.

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