Juanjo, al frente de Castrillo de la Vega durante 34 años: "He sido un servidor más que un alcalde"

Ribera del Duero

Cada pueblo, es una característica del paisaje ribereño, tiene sus cuestas, sus llanos y sus sotos y vaguadas. Del rescate de la memoria se me ocurren ahora como ejemplos la Cuesta Manvirgo, la Cuesta Otero o las cuestas en Castrillo de la Vega como la de La Tejera, La Cabaña o la de Turuseco cercana al Monte Pinadillo. Al vecindario de los pueblos le sucede igual: a lo largo de la vida se van constituyendo en el paisaje de la memoria de cada quien cuestas, llanos y valles. Y si en el paisaje natural el relieve está construido con materiales más o menos rocosos, arcillosos o arenosos; lo mismo en el paisaje de la memoria recuerdos que constituyen su relieve son más o menos emotivos, duros, agradables, agraces, dulces o amargos.

La vida de los personajes más reconocibles y reconocidos de nuestra Ribera del Duero también tiene esos accidentes en el perfil del horizonte de su memoria. Viajaremos ahora por la memoria de alguien que ha dedicado casi la mitad de su vida al noble ejercicio de conocer mejor el pueblo en que vive y convive para representarlo y gobernarlo. Y lo haremos para descubrir cuáles son las características de los momentos que han fijado el relieve de su memoria. Hablamos hoy con JUAN JOSÉ GUTIÉRREZ ROGERO.

Un servidor público

Tras la introducción de Ausen Frutos, saludamos a una viva voz de Castrillo de la Vega, localidad de la que fue alcalde durante 34 años. "Se hizo la guardería, la residencia, los polideportivos o incluso la traída de agua que fue importante, porque cuando llegué a Castrillo no llegaba agua todos los días. Me encontré momentos de todo tipo, pero un pueblo bien, como otro cualquiera. Agrícola, con talleres... Pero a mí lo que más me ha importado es la convivencia. He sido un servidor más que un alcalde", reconoce alguien que se forjó en San Cristóbal, Segovia, y que tuvo que quedarse solo junto a su padre y hermanos -acabaron siendo seis-. "Mi madre tuvo que irse a la Coruña, sería como medio año. Y mi padre hacía la labranza y hacía tareas de casa, y luego también sabía mucho de ganado", recuerda de él.

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Un pasado de esfuerzo y múltiples oficios

A sus 78 años, Juanjo en su libro Canto de Amistad, habla de un pueblo que tenía de todo, pero sobre todo, gente diferente y valores que se echan de menos hoy día. "Cuando había una desgracia, lo era para todos. Caía alguien enfermo y no tenía las labores hechas, pues el primero que llegaba lo hacía sin decir nada. Y no se necesitaba ni se prestaba atención al dinero como ahora", recuerda con añoranza.

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Juanjo ya ejerce labores de labranza, siguiendo el ejemplo de su padre, a los 13 años. Y no fue hasta el 65 cuando se vino a Aranda, a la escuela de capataces. "Estudié, pero yo quise ampliar y me fui a Madrid y me puse a trabajar en una fábrica de camisas, de cortador. Pero después uno me dijo si no me quería ir a Aranda de encargado de Ferrovial. Y me puso un buen sueldo. Y me vine. Después fue con el ganado vacuno. Me quedé de encargado de Pascual en tres granjas. Y agradecido", explica.

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Alcalde

Uno de los momentos más felices de su largo mandato, precisamente, fue el hecho de casar a su hija. "Me hizo muy feliz. Aunque tuve que renunciar a ser padrino y fue su hermano", refleja. Pero, si hubo algo también destacable en Castrillo, fue la lucha por la pervivencia de la escuela, o la apuesta por los músicos locales. "Nunca se ha puesto pegas a las iniciativas. Hasta he ayudado a insonorizar locales para los grupos. Y con los grupos de jotas", dice. Gutiérrez también ha sabido manejarse en el consistorio, y en el bar que ha regentado. Ser alcalde, hasta le ha costado dinero. Pero él reincide para acabar: "Solo quiero que se me recuerde como un servidor".

Este Viaje por la Memoria junto a Valentín García y Ausen Frutos puede reproducirse al completo en el audio superior.