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Fuenlabrada: del tomate gigante de pera autóctono a las semillas de sandía de hace 100 años

En el marco del Parque Agrario, una parcela donde se ubica 'la huerta experimental' recupera variedades de productos y potencia la agricultura ecológica con compost de la basura que se genera en la ciudad y alternativas naturales a los plaguicidas

Entrevista con Mikel Fernández, responsable del Parque Agrario de Fuenlabrada y Ricardo Márquez, técnico de la 'Huerta experimental' de Fuenlabrada.

Fuenlabrada

Unas tres hectáreas de terreno están permitiendo a los agricultores de Fuenlabrada investigar sobre nuevas variedades de productos, recuperar otros autóctonos que ya no se cultivan e introducir otros que nunca habían estado en la huerta de la ciudad. Pero también, aquí se potencia una agricultura ecológica y sostenible, investigando sobre regadío, contaminación, y efectos en las plantas o fertilizantes. Es la ‘huerta experimental’ de Fuenlabrada, creada en 2017, e incluida en el Parque Agrario de esta ciudad.

Según Mikel Fernández, de la empresa Heliconia, encargada de la gestión del Parque y responsable técnico del mismo, esta iniciativa realiza proyectos de colaboración con IMIDRA, el Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural y con CIEMAT, el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas. De hecho, ha sido el IMIDRA quien les ha facilitado las semillas autóctonas de Fuenlabrada del tomate gigante de pera, que había dejado de cultivarse hace muchos años en la ciudad. Aquí también se recuperan otros productos olvidados, como las semillas de una variedad de sandía, aportadas por el agricultor Ángel González, que tienen más de cien años y pasaron de generación en generación. “Sandías muy grandes y con pepitas también algo más grandes que las habituales”, cuenta Ricardo Márquez, técnico de la ‘huerta experimental’.

Importante es que esta huerta recibe el compost que se genera con la basura reciclada por los fuenlabreños y se usa para ver el comportamiento de los cultivos con este abono natural. “El Ayuntamiento nos trae un camión con el compós y nosotros lo aplicamos a algunas de las hortalizas para ver su comportamiento”. Afirma Márquez, quien reconocer que, de momento, el resultado es muy bueno. Es un ejemplo de culminación de economía circular.

Además, para evitar o reducir el uso de plaguicidas, se están incorporando “plantas con flores para que acudan a ellas insectos, aumentando la biodiversidad y así favorecer la presencia de insectos enemigos de los que generan las plagas”, nos cuenta.

Variedades de tomates o patatas

Márquez afirma que en estos terrenos se está cultivando también semillas tradicionales de tomates de la variedad ‘Morunos’, propios de Aranjuez y Villa del Prado, cuatro variedades de patatas, ‘Carlita’, ‘Konder’, ‘Silvana’ y ‘Rudolf’, espárragos, variedades diferentes de repollos, lechugas y alcachofas, entre otras cosas.

Otra parte fundamental de esta ‘huerta experimental’ es la investigar sobre el uso de fertilizantes químicos y naturales. Así, se cultivan en cuatro fases, productos sin ningún tratamiento, después con pesticidas ecológicos, para pasar a una tercera fase done éstos se combinan con los químicos y una cuarta fase donde sólo se usan químicos.

Con CIEMAT se han realizado estudios sobre la influencia de la contaminación en los productos agrícolas, teniendo en cuenta que la huerta fuenlabreña se encuentra en una zona periurbana.