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Angustias García Usón, una historia de exilio y dolor

El libro 'Años para no olvidar', editado por Qurtuba, cuenta el periplo de una maestra de Cuenca, que trabajó para la República durante la Guerra Civil, y que se vio empujada al exilio, dejando en España a sus dos hijos, a los que no volvió a ver durante cuarenta años

Angustias García Usón, una historia de exilio y dolor

Angustias García Usón, una historia de exilio y dolor

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Madrid

Los historiadores suelen cifrar en unos quinientos mil los españoles que se marcharon de España en 1939, para escapar de la dictadura de Franco. La victoria del general golpista en la Guerra Civil empujó a muchas mujeres y hombres a dejar su patria y a buscar, como refugiados, otros lugares en los que iniciar una nueva vida.

Muchos no solo dejaban atrás su país, su ciudad, o a su gente. Dejaban también una parte importante de sus vidas y de su memoria. Y eso fue lo que vivió Angustias García Usón, cuyas memorias, 'Años para no olvidar', editado por Qurtuba, se ha estado presentando estos días en Madrid con la presencia de su hija, María Teresa Helbert, y de su sobrino y editor del libro, Pablo Schmilovich.

Cambio de perspectiva

Angustias García Usón nació en Cuenca, en 1909. Hija de una familia muy conservadora y muy católica, estudió la carrera de maestra y se casó, siendo muy joven, con su primer marido, Mario Coll. Su hija María Teresa cree que la influencia de su primer marido fue fundamental en su evolución ideológica. "Él era un catalán ateo que para casarse con mi madre tuvo que bautizarse. Después le explicó que ella podía ir a la Iglesia y llevar a los niños, pero que no le pidiese nunca participar de sus creencias. Así que mi madre, que era una mujer muy inteligente, comenzó a preguntarse por qué ese hombre le daba esos consejos. Él la introdujo en círculos culturales, y ella empezó a pensar que había otras cosas además de Cuenca, y de lo que le habían enseñado durante toda su vida".

Tras la muerte repentina de su primer marido pocos años después del matrimonio, Angustias, con dos hijos pequeños (Mario y José Luis Coll, uno de los integrantes del dúo cómico 'Tip y Coll'), tuvo que regresar a casa de sus padres y buscarse la vida como maestra. Logró una plaza en un pueblo muy próximo a Cuenca, y allí conoció a obreros y campesinos que influyeron enormemente en su pensamiento.

Igualmente importante fue su traslado a Madrid, donde se matriculó nuevamente en la Universidad para perfeccionar su formación, y donde se mezcló con el mundo universitario y los ideales republicanos que ganaban protagonismo.

Empieza la Guerra Civil

A Angustias, el golpe militar de Franco la sorprende en Segovia. La ciudad había quedado en el lado franquista, mientras que Cuenca, donde se encontraban su familia y sus hijos, seguían bajo el mando del Gobierno republicano. A pesar de que una persona la denunció por "roja", Angustias pudo eludir en varias ocasiones la más que probable represalia fascista, y consiguió escapar a Francia vía Irún, para volver a entrar en España por Cataluña y viajar a Cuenca para poder ver a su familia y a sus dos hijos.

Su sobrino, Pablo Schmilovich, ha contado en Hoy por Hoy Madrid que Angustias llevaba objetos en el bolso que, si la hubiesen registrado, la hubieran detenido directamente por su afección a la República. Pero nunca lo hicieron "porque iba vestida como una señorita [de bien]. En cambio a otras personas que iban vestidas con ropa humilde, las paraban". Existía esa discriminación, únicamente basada en la apariencia.

En el libro, de hecho, Angustias cuenta anécdotas que reflejan cómo burló a los seguidores de Franco, incluso teniendo que convivir y mezclarse con ellos hasta que logró huir a Francia. Por ejemplo, los días que trabajó en un hospital para oficiales del bando franquista, donde tenía que escuchar a una marquesa, la directora del centro, jugar con las trabajadoras a inventarse formas de torturar a la Pasionaria si la tuvieran delante. También revela cómo engañó a un jefe policial que le arregló el viaje a Irún, que ella aprovechó para escapar a Francia, con la condición de que se encontrara con él a medio camino para mantener relaciones con ella.

Directora de colonias infantiles

Cuando volvió a entrar en España, Angustias se encontró con su familia en Cuenca y empezó a trabajar para el Gobierno de la República. Entre otras cosas, fue directora de las colonias infantiles, que atendía a los niños cuyas madres tenían que trabajar para vivir, mientras que sus maridos luchaban en el frente.

Con el avance del bando nacional, tuvo que marcharse a Cataluña, donde conoció a Salomón Helbert, un brigadista internacional argentino que había venido a España para defender la causa republicana. Su nombre de guerra fue Comisario Carlos, y con él se casaría Angustias, convirtiéndolo, pues, en su segundo marido.

Al final de la guerra, cuando los brigadistas, y con ellos Salomón (o Carlos, como lo llamaban Angustias y también su hija María Teresa), fueron evacuados, Angustias tuvo que cruzar sola la frontera de Francia, y enfrentarse a la situación incierta y el trato, a veces inhumano, con el que recibían los exiliados españoles. Angustias ya estaba en un avanzado estado de gestación de su hija María Teresa. Y, precisamente, el parto repentino de su hija, le impidió embarcarse en el Winnipeg, la embarcación que debía llevarla rumbo a América, donde se iba a encontrar son su marido.

Un viaje de ida y vuelta

Con la ayuda del poeta Pablo Neruda, y una vez que María Teresa ya había nacido, Angustias pudo embarcar, en Marsella, en el barco 'Campana'. Después de un trayecto también accidentado, finalmente pudo abrazar a su marido en Argentina, y éste pudo conocer a su hija recién nacida, de apenas tres meses de edad, María Teresa Helbert.

Desde Argentina, Angustias volvió a contactar con su familia española, y también pudo comunicarse con sus hijos Mario y José Luis, pero a ellos no los volvería a ver ni a abrazar hasta cuatro décadas después cuando, al final de la dictadura, pudo regresar a España y reunirse con ellos. Fue un viaje relámpago y, aunque regresó a Argentina, Angustias siempre había tenido en mente volver a su España querida. Y así lo hizo, una vez muerto el dictador, a finales de los años setenta. Poco después, el Gobierno le reconoció su derecho a recuperar su puesto de maestra, profesión que ejerció durante tres años antes de jubilarse.

Tras la muerte de su marido Salomón, fue su hija María Teresa la que le animó a dejar por escrito estos capítulos de su vida, para que toda su familia supiera por lo que había pasado. Años después del fallecimiento de Angustias, en el año 2005, 'Años para no olvidar' ha sido editado por el sello de su sobrino, Qurtuba, porque su interés sobrepasa el de la simple memoria familiar, para convertirse en una aventura única, aunque similar, probablemente, a la de las decenas de miles de refugiados que tuvieron que abandonar el país después de una Guerra Civil provocada por quienes no aceptaron nunca al Gobierno republicano de izquierdas, que había sido elegido democráticamente en las urnas.

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Carlos Cala

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Empieza en la radio en 1992, en la emisora de la Cadena SER en Morón de la Frontera, trabajo que simultanea...

 
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