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El gremi de Peraires y la imagen de Sant Cristòfol (por Pepa Pascual)

Nos trasladamos de nuevo al barrio del Carmen para hablar de las cofradías y gremios artesanales que agrupaban a los diferentes oficios durante la época medieval y moderna

La València Olvidada: El gremi de peraires y la imagen de Sant Cristòfol (17/07/2024)

València

En esta ocasión nos trasladamos de nuevo al barrio del Carmen para hablar de las cofradías y gremios artesanales que agrupaban a los diferentes oficios durante la época medieval y moderna.

En concreto, nos referiremos a los peraires, que eran los artesanos especializados en la producción y venta de los paños de lana y que fue una de las cofradías que alcanzó mayor relevancia en la ciudad de València. Esta cofradía, y después gremio, tuvo varias sedes y una de ellas fue la que estaba en la calle Quart, esquina con la calle Pinzón.

Pero vayamos al origen. Durante el reinado de Jaume I ya se conocen normativas sobre la fabricación de paños, pero es a partir del siglo XIV y especialmente durante el siglo XV, cuando la documentación es mucho más abundante. Se conservan bastantes documentos con normativas destinadas a garantizar la calidad de los paños que se fabricaban. Así estaban los veedors, una especie de peritos que visitaban semanalmente los talleres de los peraires para ver los productos de lana que se estaban haciendo. Se comprobaba por ejemplo que la longitud de los paños fuera la establecida, que debía ser de 33 alnes (29 metros) y todos debían llevar una señal para poder identificar el obrador o taller que los había fabricado.

En 1340 se formalizó la cofradía para agrupar a los peraires bajo la advocación de San Agustín y que tuvo un carácter prácticamente asistencial ya que se encargaba principalmente de atender a los enfermos de la misma. Se llegó a estipular que, en caso de muerte, todos los cofrades debían ir a la sepultura y recitar 50 padrenuestros y 50 avemarías.

En poco tiempo los peraires fueron reuniendo en torno a su oficio otras profesiones ligadas al sector textil y fueron creciendo en número de tal manera que llegaron a dividirse en dos cofradías: una para los oficiales (los obreros) y la otra para los maestros. Parece que las relaciones entre ambos no siempre fueron todo lo buenas que debían ser, ya que hay testimonios de numerosos conflictos entre ambas. Así por ejemplo, hubo disputas por la elección de cargos e incluso sobre el “emblema” o símbolo que debían llevar en el estandarte (tijeras del oficio y palmas) cada cofradía, especialmente en los desfiles de las procesiones y el asunto llegó a tal extremo tuvo que intervenir el tribunal de Gobernación.

La cofradía de mestres peraires estaba formada, como su nombre indica, por los maestros del oficio que, para acceder a esta categoría, tenían que superar un examen. Una vez superada la prueba ya tenían derecho a tener su propio taller u obrador y su propia marca para estamparla en los tejidos.

Els Mestres peraires tuvieron su capilla en la iglesia de San Nicolás y en 1430 compraron una casa situada junto “al portal de Quart” y frente al “Camp dels Tiradors”, donde poder tener su propia capilla y poder celebrar ceremonias y que también sirviera del lugar de reunión para los cofrades.

Hay que decir que en el año 1992 se realizaron excavaciones arqueológicas en la calle Pinzón 2-4, donde se localizaron unas habitaciones, o más bien unas naves, de gran tamaño en las que había varías balsetas conectadas entre sí mediante tuberías de plomo que se relacionaron con trabajos relativos con el tratamiento de tejidos y que se fecharon en la segunda mitad del siglo XIV.

También se descubrieron 35 enterramientos, principalmente individuos masculinos, que se relacionaron con la capilla gremial de los peraires, y que marcarían un pequeño cementerio donde posiblemente se pudieron enterrar miembros de la misma cofradía.

La sede del gremio tenía a continuación un extenso huerto donde se ponían a secar las telas al sol, el conocido como huerto del Tirador, y después, recayente a la calle de la Corona, se construyó una pequeña capilla donde se guardaba una monumental imagen de Sant Cristòfol, obra del artista Tomás Comergues, que pertenecía también al gremio de peraires.

La escultura, de 6,10 metros de altura, salía en procesión en las fiestas de la ciudad, y para su traslado tenía que ir arrastrada por una yunta de bueyes por su enorme peso y tamaño siendo una de las mayores atracciones y también la comidilla popular por donde pasaba. A los pies de este Sant Cristòfol había una imagen de menor tamaño mirando al santo. Se trataba de San Cucufato, eremita que encomendó a San Cristóbal la misión de transportar al Niño Jesús sobre sus hombros para cruzar un río. La escultura salió por última vez en procesión en 1867 porque el carro sobre el que desfilaba ya no estaba en buenas condiciones.

Esta imagen fue traslada a la iglesia de San Miguel en 1908 porque la capilla estaba en estado de ruina y allí se mantuvo hasta que fue destruida durante la Guerra Civil española.

Si alguno de nuestros oyentes quiere ver una de las banderas del gremio de peraires puede acercarse al Museo Histórico de València, en el Ayuntamiento, donde se conservan también los estandartes de los gremios de sastres, curtidores y zapateros.

Texto: Pepa Pascual

Quique Lencina

Filólogo de formación y locutor de profesión,...