Que LaLiga siga sin suspender el Valencia-Oviedo es una puñetera vergüenza

Valencia

Mientras escribo esto que nunca hubiera querido escribir, hay modelos de previsión meteorológica que anuncian la posibilidad de lluvias torrenciales (por encima de los 300 litros por metro cuadrado) sobre la ciudad de Valencia este lunes. En mi pueblo, Aldaia, ha sido una madrugada larga, de mucha agua y mucho miedo. Las gentes de mi tierra han colocado las compuertas en sus calles, sus casas, sus garajes, para tratar de contener una posible barrancada como la que cambió para siempre nuestras vidas hoy hace exactamente once meses.

Desde ayer por la mañana, el Centro de Emergencias de la Generalitat Valenciana tiene fijado el aviso ROJO por lluvias torrenciales durante todo el lunes en la provincia de Valencia. Nuestros hijos no van al colegio ni a entrenar. Nos han recomendado que trabajemos desde casa y que evitemos desplazamientos en la medida de lo posible. Que nos quedemos en casa, vaya. Hay cadenas de supermercados que han cerrado. Hay comercios que no subirán hoy la persiana.

Mientras todo esto ocurre en nuestras vidas, LaLiga sigue sin hacer ningún tipo de anuncio oficial en relación al Valencia-Oviedo. Un partido que debería haberse suspendido ayer mismo, en cuanto la Generalitat Valenciana decretó alerta nivel ROJO por lluvias torrenciales. Hubo tiempo más que suficiente, por cierto, para que el Real Oviedo se hubiera evitado el viaje. Ellos, y los más de ciento cincuenta espectadores asturianos que tienen entrada para Mestalla y van a poner en riesgo sus vidas si deciden venir porque NADIE les ha dicho, como a mí, que se queden en casa.

No sé a qué esperan. No sé qué razones tienen. No sé qué mueve a LaLiga. Ni me importa. Esta es una evidencia más de que el fútbol para ellos es un negocio. Que LaLiga no es de la gente. Espero que, al menos en la provincia de Valencia, no engañen a nadie más con eso de que el fútbol es por y para los aficionados.

Y que no venga LaLiga con zarandajas de que quien suspende es la RFEF. Para lo que quiere y cuando quiere, Tebas sí que descuelga el teléfono.

Y un cuerno.