Un día con los "ángeles de la ciudad", los bomberos que están de guardia esta Nochebuena en València

València

Son las 6:30 de la mañana en el Parque Norte de los Bomberos de València. Poco a poco llegan los integrantes de la segunda unidad, que a las 7 comienzan su turno de 24 horas.

Esta Nochebuena estarán de guardia, preparados para cualquier emergencia. A las 7 en punto suena la sirena: toca hacer el relevo, repartir misiones y ponerse al día.

La primera mala noticia del día: la caldera sigue rota. "Hoy toca ducharse con agua fría", comentan resignados. Y no será la última vez que lo recuerden: después de cada intervención, toca ducha. Afortunadamente los técnicos consiguieron reparar la caldera y el problema ya se ha solucionado.

Revisión, café y la primera salida

La rutina arranca con la revisión del material. "Hay que tenerlo todo ordenado y preparado para actuar rápido", explica el cabo Fernando. Tras una hora de comprobaciones, llega el momento del desayuno y las charlas. José acaba de volver de Tailandia y todos quieren saber.

Pero el café se queda a medias: suena la sirena. En menos de dos minutos, los bomberos están uniformados y salen rumbo al Cabanyal. El fuego se controla rápido, aunque nadie entra hasta que el humo se despeja. Apenas terminan, otro aviso: el camión con la escalera de 18 metros debe acudir a otra intervención.

Almuerzo y evaluación

De vuelta al parque, toca la primera ducha fría y preparar el almuerzo: bocadillo de tortilla francesa, queso y jamón serrano, con cacaos y chocolate de postre. Después, evalúan el servicio: qué se hizo bien y qué mejorar.

Es entonces cuando hablamos con el sargento Rafa Perelló, bombero desde los años 90. "Tenemos que saber de todo porque nunca sabemos con qué nos vamos a encontrar", explica. Incluso casi como taxistas: conocer cada calle es vital. "El tiempo es oro".

Navidad y riesgos

Las emergencias cambian cada día, pero en Navidad lo más peligroso son los incendios en viviendas. Aurelio, con seis años en el cuerpo, vive sus primeras navidades trabajando. "Ayudar a los demás es mi vida", dice. Antes fue bombero voluntario en Bolbaite.

Nos enseña el almacén para rescates en altura y a Fermín, el maniquí para simulacros. Normalmente, les reciben con los brazos abiertos, aunque no siempre.

Arroz, sirenas y recuerdos de la DANA y Campanar

Suena otra vez la sirena, pero esta vez solo sale la autobomba. El resto se queda preparando la comida: arroz con sepia y col. Al mando, Cristina, la única mujer de la unidad. Hoy es conductora del camión de la escalera, pero también se atreve con los fogones. "Nunca antes había cocinado, pero ahora me estoy haciendo una cocinillas", sonríe.

Entre cucharadas, Quico recuerda la DANA: "Podríamos haber ayudado más". Todos coinciden en que se sintieron desaprovechados. Y si hay un recuerdo que les marca, es el incendio de Campanar. Raúl, cabo con 14 años de experiencia, y Pablo, que llevaba solo tres días como bombero, no lo olvidan.

Una familia en guardia

Para José, como para muchos, ser bombero es vocación. "Es el mejor trabajo del mundo", asegura. A pesar de las dificultades, ninguno pierde la sonrisa. Prefieren ver el vaso medio lleno: lo mejor es que son una familia.

Por eso, trabajar en Nochebuena pesa menos. Incluso hay quien tiene ganas. Porque, como en todos los belenes, no puede faltar el ángel. Esta noche, en València, nuestros bomberos son esos ángeles que siguen al pie del cañón.

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