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Despoblación

Lo mejor de vivir en un pueblo de Cuenca al borde de la despoblación

La despoblación afecta a muchos pueblos de la provincia de Cuenca. / Paco Auñón

La despoblación afecta a muchos pueblos de la provincia de Cuenca.

Cuenca

Advertimos, en primer lugar, que este reportaje pretende que seamos positivos y ver las cosas buenas que puede tener vivir en un pueblo de Cuenca al borde de la despoblación. Muchas veces hemos hablado en la SER de los problemas del envejecimiento poblacional y de que los pueblos de Cuenca no dejan de perder habitantes. Pero hoy queremos destacar, siempre con una sonrisa, y con el mejor humor posible, lo bueno dentro de lo malo.

Lo mejor de vivir en un pueblo de Cuenca al borde de la despoblación

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A saber. En un pueblo no se escucha el sonido del tráfico pero sí el canto de los pájaros. Eso es bueno, ¿no? Aquí no hay contaminación ni ambiental ni lumínica, por lo que podemos practicar la astronomía desde el balcón de casa.

Otra cosa buena es que puedes ir a comprar a la hora que quieras. Eso si es que queda alguna tienda abierta en el pueblo. De ser así, a la tendera se le puede dar la lata a cualquier hora para que baje a despacharnos. Y si no hay tienda, tal vez tengamos que anotar el vendedor ambulante que viene cada día. El lunes pescado, el martes fruta, el miércoles embutido…

También tenemos que ser positivos con el tema de la Sanidad. En muchos pueblos el médico no pasa consulta todos los días, pero el hecho de ser pocos vecinos evita que tengamos que esperar mucho y siempre le cederán la vez si es que usted está peor.

Además, la amabilidad llega a extremos como el siguiente caso: si las medicinas que le receten no están en la farmacia, se evitará un segundo viaje porque el farmacéutico se las lleva a casa.

Lo bueno de tener pocos niños en el pueblo se traduce en una educación casi personalizada, como si tuvieran un profe particular para cada uno. Además, cuando salen de clase, los niños juegan en la calle, en el campo, en el río, con total libertad y con mucha más seguridad que en las grandes ciudades.

Aunque no lo parezca, en estos pueblos al borde de la despoblación, mientras llega el suspiro final, sus vecinos mantienen asociaciones que desarrollan actividades de todo tipo, desde cursillos de macramé a talleres de lectura, porque hasta en el pueblo más pequeño se puede disfrutar de un buen libro.

En verano, los que vivimos en el pueblo, nos bañamos en el río, aunque el agua esté fría y por las noches nos vamos a las verbenas de los pueblos a bailar y a tomarnos un cubata a mitad de precio que en Madrid.

Y una cosa más. Las nuevas tecnologías ya están llegando. En algunos pueblos por fin tenemos cobertura de teléfono móvil. Todo un lujo, oye, esto de vivir en un pueblo al borde de la despoblación.

Este reportaje se ha enriquecido con las historias y los testimonios de José María Sánchez, astrónomo del Museo de las Ciencias de Castilla-La Mancha, Mari Carmen Alonso, vecina de Huerta de Marojales, Juan Miguel Martínez, farmacéutico de Albalate de las Nogueras, Noemí Huerta, profesora de Olivares de Júcar, Ricardo Molina, vecino de Santa María del Val, Julián Rodríguez, alcalde de Portalrubio de Guadamejuz, Antonio flores, alcalde de Villarrubio y Virgilio Antón, alcalde de Santa Cruz de Moya.

Paco Auñón

Paco Auñón

Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...

 
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