Historia | Ocio y cultura
Campos del Paraíso

Batallas, leyendas y lugares de poder en el castillo conquense de Amasatrigo

Los restos de esta fortaleza de Campos del Paraíso encierran historias antiguas ligadas a la Reconquista, a los asedios de los moros y a ubicaciones estratégicas

Cerro de Trascastillo, en Campos del Paraíso (Cuenca). / Cadena SER

Cuenca

En la sección Misterios Conquenses, que emitimos cada martes en Hoy por Hoy Cuenca, abordamos esta semana la historia del castillo de Amasatrigo, en Campos del Paraíso. Nos lo cuentan Sheila Gutiérrez y Miguel Linares, de la asociación Exso (Exploradores de lo sobrenatural).

Batallas, leyendas y lugares de poder en el castillo conquense de Amasatrigo

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En la actualidad, si viajamos a Olmedilla de Campo, una de las pedanías de este municipio, nos encontramos con los restos de lo que fue un castillo de gran importancia en la Batalla de Uclés, un lugar marcado por la tragedia, por hambrunas y batallas interminables que impregnaron el lugar de una energía que podemos percibir a día de hoy cuando lo visitamos.

Hablamos de cómo una frase puede ser el origen del nombre con que conocemos a este castillo. Buscamos la clave para la ubicación de construcciones en los llamados “lugares de poder”. Contaremos la importancia de las construcciones en cerros, la razón estratégica y la parte más esotérica. Leyendas de moros y cristianos llenan textos en manuscritos medievales que nos llevan a una época de asedios, amores imposibles, muerte y ansia de poder. Narramos historias de pasadizos secretos que servirían como escape ante una conquista del bando enemigo o quizá para albergar a bellas princesas árabes allí cautivas. Y contaremos también cómo la Virgen de la China soportó un incendio en la guerra civil, una Virgen con gran devoción que lleva una piedra en la mano y que a día de hoy podemos seguir visitándola.

El castillo de Amasatrigo es un lugar donde la leyenda y la historia se mezclan. La fortaleza se ubica en el término municipal de Campos del Paraíso, en el despoblado de Amasatrigo.

Construido en lo alto de un cerro podemos encontrar los restos de lo que un día fue una fortaleza defensiva. Más tarde fue utilizado como convento y posteriormente como ermita dedicada a Nuestra Señora del Castillo de Amasatrigo, de gran devoción hasta el siglo XVIII.

Historias de moros y cristianos se narran acerca del deseo de conquistar el castillo. Pasadizos secretos y amores que terminaron en conversiones religiosas, hacen de este lugar un enclave mágico lleno de leyendas que nos hacen viajar y soñar. Un lugar donde la muerte, el amor o batallas interminables impregnaron el lugar, algo que a día de hoy podemos percibir.

Cuando hablamos de impregnación nos apoyamos en la teoría de que en un lugar donde han ocurrido hechos atroces, violentos, amores imposibles o sensaciones muy fuertes, donde esa energía quedada atrapada en el lugar, esos hechos y sensaciones se repiten una y otra vez en el tiempo, capaces de captarlos emocionalmente.

Cuando visitamos una cueva, un santuario, un castillo como en este caso, a veces una experimentamos sensaciones que nos trasportan a las situaciones vividas a ese lugar. Por ese motivo en alguna de esas visitas sentimos miedo, alegría, angustia sin saber el porqué.

Olmedilla del Campo fue uno de los enclaves decisivos en las batallas de la Reconquista en tiempos de Alfonso VI. Un lugar estratégicamente perfecto, una fortaleza que ansiaban tanto árabes como cristianos.

Según nos relatan crónicas medievales los castillos de Uclés, Huete y Cuenca constituían un conjunto de fortalezas y atalayas que proporcionaban al rey un control de la posición enemiga, control de las tierras recientemente reconquistadas, donde su principal objetivo era poblarlas de agricultores, artesanos, herreros, criadas y jóvenes que estuvieran dispuestos a un adiestramiento para futuras conquistas.

Hasta la conquista de Alfonso VI, Olmedilla del Campo era de los árabes, una época en que el castillo unas veces era dominado por los cristianos y, tras duros enfrentamientos que podían llegar a durar semanas o simplemente días, pasaban a manos de los árabes. Un castillo que tuvo gran importancia en la Batalla de Uclés en 1108 como así quedó recogido en 1901, en la Primera Crónica General de la Historia de España de Ramón Menéndez Pidal.

Textos que nos hacen tener una referencia de los crudos enfrentamientos, estrategias y objetivos tanto militares, religiosos y las tretas para realizar casamientos para obtener las propiedades del cónyuge aunque en casos fueran con el bando enemigo.

En lo alto de un cerro

¿Por qué se construía en lo alto de un cerro? Muy probablemente sea por la posición estratégica en la que se encuentran. Un lugar en las alturas que nos ayudan a conocer la posición de nuestro enemigo, dando tiempo para crear un plan que entorpeciera la llegada a las murallas del castillo y una posterior conquista. Incluso de noche era un privilegio en el que se podía calcular a cuanta distancia se encontraban los rivales, ya que desde los torreones se podrían ver las hogueras que encendían en sus campamentos bases.

Una de las ventajas de estar en esas ubicaciones sería la de que cuando llegaran sus enemigos estuvieran exhaustos, débiles, y un punto a favor en la defensa del castillo. Momento para realizar un asalto al enemigo con casi toda visión de victoria, una lucha en la que las pérdidas humanas y de armamento serían mínimas.

Desde la antigüedad el ser humano ha necesitado creer, creando lugares de culto donde poder ejercer su fe. Los cerros son lugares de poder, donde la energía fluye de una manera especial.

Seguramente un lugar donde el agua pasa por debajo de la construcción, lugar idóneo para realizar ceremonias donde los cuatro elementos, agua, tierra, cielo y fuego, se unieran creando una fuerza emocional y espiritual. Donde hay una relación con la madre tierra, una energía con beneficios para la salud.

El motivo por el que cuando entramos sentimos algo especial, una presión en nuestra cabeza, se debe que en estos lugares elegidos estratégicamente existen unos punto energéticos muy potentes, unos punto que suelen coincidir en lugares donde se encuentran altares o alguna piedra señalada donde los dueños de los castillos se reunían para tomar decisiones, rendir culto a imágenes religiosas o para pedir que fueran vencedores de la batalla y rezar por el alma de sus caballeros.

El nombre de Amasatrigo

Volviendo a este castillo tan especial existe una leyenda recogida en un documento que se conserva en el Monasterio del Escorial. En este documento se relata que estando el castillo cercado por los árabes, pasando una época de hambruna por la escasez de alimentos, donde las pocas reservas se iban acabando temiendo una rebelión interna por parte de todos los habitantes. No quedaban alimentos, la gente comenzaba a enfermar lo que conllevaba que sus caballeros y valientes luchadores pronto sentirían la debilidad.

Una población débil y enferma no podría resistir un asedio que iba a ser inminente. Hubo una escena en la que una sirvienta se acerca al señor del lugar para informarle de la escasez y de los rumores de revuelta que había escuchado. El señor del castillo abrumado y preocupado por la presión social que estaba sufriendo, tomó como solución amasar el trigo que quedaba a la voz de: ‘Amasa trigo’. Una frase que se extendió por cada uno de los rincones, llegando a oídos de todos los habitantes.

Estas palabras no sólo llagaban a oídos de los habitantes del castillos, también llegaron a los oídos de los árabes que se encontraban agazapados, agotados por un duro asedio, exhaustos y hambrientos.

Su pensamiento al escuchar ‘amasa trigo’ les llevó a pensar que dentro de aquellos muros había comida, que en el momento de su conquista se encontrarían con montañas y montañas de trigo que le abastecería durante un largo período de tiempo. Pero pronto despertaron de su sueño ya que les invadió la idea de que hubiera pasadizos secretos que les llevaran a los dueños y habitantes del castillo a buscar abastecimiento e incluso escapar. Una idea que les hizo abandonar los muros del castillo e ir en busca de aquellos pasadizos secretos.

Desde aquel acontecimiento y como motivo de su pequeña victoria con el simple hecho de pronunciar unas palabras desde entonces se llamó al castillo, de Amasatrigo.

¿Pasadizos?

Todo buen castillo que se precie tiene entre su historia, pasadizos secretos, galerías subterráneas que nos hacen imaginarnos cómo aquellos prisioneros corrían a oscuras y de fondo se escuchaban los gritos de su captores iluminados con una antorcha. Utilizado para el trasporte de mercancía ilegal o incluso de reliquias y objeto de poder ante una inminente saqueada, las que lamentablemente después de este traslado desconocemos su paradero.

La función de estos pasadizos era la de ocultar posibles salidas y entradas al castillo o ciudad,

Muchas historias nos cuentan que eran lugares donde se reunían unos pocos elegidos para realizar ceremonias de iniciación en alguna orden o enseñanzas por aquel entonces no permitidas. Un lugar donde poder encontrarse un amor prohibido sin temor a ser descubiertos.

La creencia de pasadizos secretos en el Castillo de Amasatrigo siempre ha existido, lo recordamos anteriormente cuando los árabes creyeron en la existencia de ellos y lo que hacía posible el abastecimiento a los habitantes. Existe también la leyenda de que estos pasadizos conectaban con las cuevas de los alrededores y que eran utilizadas para mantener cautivas a las bellas princesas moras, donde estaban retenidas para que no pudieran ser secuestradas por los cristianos y poder tomarlas en casamiento con el fin de conseguir sus bienes.

Una de las historias nos cuenta que los árabes eran luchadores incansables, capaces de resistir inclemencias del tiempo casi sin inmutarse, estar sin comer durante días sin que el cansancio ni la debilidad hicieran mella en ellos. Y así lo demostraron en la época en que Alfonso VI estaba al mando de las tropas cristianas. Los árabes cercaron el castillo, lo hicieron de forma que no hubiera escapatoria, por lo que las tropas cristianas tuvieron que abandonar el castillo volviendo este al mando del bando contrario hasta perder las plazas de Cuenca, Amasatrigo, Huete, Uclés y Consuegra. Y así se mantuvo hasta el momento en el que Alfonso VI movió su ficha de una manera estratégica o amorosa.

Hay rumores que nos hablan de la relación de Alfonso con una concubina árabe llamada Zaida y a través de esta relación pudo recuperar nuevamente los castillos. Rumores que se mezclan con la realidad, que nos hacen tener diferentes historias de los mismos hechos y acontecimientos.

Existe otra versión, quizá la más histórica, que nos habla de que los recuperó añadiendo a la lista alguno más, ya que se enamoró y casó posteriormente en quintas nupcias con una princesa llamada Zaida de belleza sin igual que cautivó a Alfonso casi al instante, una mujer inteligente y con fuertes convicciones. Su padre era un rey andaluz quien entregó como dote los castillos de Alarcos, Consuegra, Mota, Ocaña, Oreja, Uclés, Huete, Zorita y Cuenca.

La princesa Zaida se convirtió al cristianismo, incluso hay datos reales de que fue bautizada en Burgos, pero su conversión fue un tanto peculiar, fue capaz de mezclar las dos culturas, tradiciones y creencias de forma que ninguna de ellas perdiera su esencia.

Le dio el único hijo a Alfonso VI, un varón, lo que fue una alegría pensando en la continuación de su apellido y extirpe, deseo que se truncó ya que murió en batalla sin haber tenido descendencia.

Lugares de poder

Los lugares a los que les otorgamos una especial relevancia casi siempre están ubicados en esos sitios donde la energía vibra con más fuerza. Lugares que no han sido elegidos al azar, si no que zahoríes, astrónomos o señales como caídas de rayos en esa ubicación, han hecho levantar muchas de esas construcciones dándole un valor y significado especial.

Muchas de las apariciones marianas, de las que conocemos el mensaje que trasladaron a pastores y niños que fueron testigos de lo divino, era el de que se construyera una iglesia, ermita o lugar donde poder ir a rezar, donde la Virgen y patrona corresponde a esa aparición.

El Castillo de Amasatrigo cuenta con todos esos requisitos en los que podríamos estar hablando de lugar de poder como tal. Una función importante, una ubicación especial, una imagen sagrada.

En una de las laderas del cerro del Castillo de Amasatrigo nos encontramos con una ermita dedicada a la Virgen del Castillo o de la China que permaneció allí hasta 1936 cuando la imagen fue quemada en la guerra civil. Cuanta la leyenda que esta Virgen lleva en una de sus manos una piedra o canto que un pastor tiró, lo que se difumina es la razón por qué lo hizo, quizá asustado por la aparición y como reacción a lo desconocido tiró la piedra que fue recogida por la Virgen, o quizá tomada como el único presente que el pastor la pudo ofrecer en aquel momento como agradecimiento de ser el elegido.

Una Virgen con gran devoción y peregrinaje por lo que gracias a que los habitantes de los pueblos cercanos guardaron los trozos de la talla que quedaron tras su quema, y gracias al sacerdote Pedro Izquierdo quien se encargó de recuperarlos, a día de hoy sus devotos y creyentes pueden seguir haciendo sus peticiones y agradecimientos en la iglesia de Olmedilla del Campo.

Paco Auñón

Paco Auñón

Director y presentador del programa Hoy por Hoy Cuenca. Periodista y locutor conquense que ha desarrollado...

 
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