Pongamos que hablan de Madrid
La guerra entre Errejón e Iglesias desplaza nuevamente del debate la realidad de una región convertida en el banco de pruebas del PP. La izquierda, enzarzada en eternas luchas internas, no gobierna Madrid desde hace 25 años
Madrid
Hay una generación de jóvenes en edad de votar que no han conocido un presidente de izquierdas en Madrid. El último, el socialista Joaquín Leguina, dejó la Puerta del Sol en 1995, cuando Alberto Ruiz-Gallardón ganó las elecciones por mayoría absoluta.
En estos 25 años el Partido Popular ha convertido Madrid en su banco de pruebas de las políticas liberales. Hemos asistido al episodio político más oscuro que se recuerda aquí, el 'Tamayazo' y Esperanza Aguirre, ahora ovacionada en mítines y convenciones, ejerció el poder acompañada por dos figuras que han terminado en la cárcel por corrupción.
En paralelo la vida de la izquierda transcurría acomodada en consejos de administración de empresas públicas y sin más ambición política que la conservación del escaño y las luchas de poder en el seno de la FSM -después rebautizada como PSM y ahora PSOE de Madrid- o en los eternos líos de Izquierda Unida. Demasiado 'black' pero bastante desunida.
Madrid es una plaza elemental para aspiraciones nacionales de cualquier partido. Todo lo que aquí pasa tiene repercusión y se analiza, no siempre con acierto, fuera de estos límites geográficos. Desde Madrid, Aguirre amagó con retar a Rajoy en el congreso de Valencia y Tomás Gómez hizo lo propio con Zapatero en las primarias en las que derrotó a Trinidad Jiménez. Ahora la ruptura de Errejón con Iglesias se ha interpretado en el marco del control de una formación política nacida del hartazgo del votante de izquierda y que ha terminado por defraudar a muchos de los que salieron a la calle el 15M.
Un tablero inédito
Las cita electoral de 2015 también supuso en Madrid el fin del bipartidismo. La entrada de Podemos y Ciudadanos modificó el reparto de fuerzas y obligó primero a Cristina Cifuentes y ahora a Ángel Garrido a remangarse y negociar con un socio de investidura que no ha ofrecido demasiada resistencia.
Aunque está por ver si Pablo Iglesias consuma su amenaza de desligarse del proyecto de Iñigo Errejón y Manuela Carmena a la Comunidad, la izquierda acudirá a las urnas con un tablero inédito y probablemente muy fragmentado.
Los analistas políticos discrepan sobre el resultado de esta división. Si ayudará a movilizar a todos los votantes defraudados o si esa fragmentación solo sirve para tirar miles de votos por el retrete en caso de que las formaciones más pequeñas no alcancen representación en la cámara madrileña.
Hay muchos flecos por cerrar y la otra parte de la suma, el PSOE, advierte de que la crisis en Podemos puede ser letal para los intereses de todos ya que añade ruido a la campaña y desvirtúa el ticket oficioso Carmena-Gabilondo, que guio a muchos votantes a las urnas hace cuatro años.
Una campaña en clave local
En su carta conjunta de esta semana, Carmena y Errejón señalan la importancia de la ciudadanía y situar el debate en la calle dando por superadas las estructuras de las formaciones políticas clásicas. Las peleas internas y el reparto de cuotas no ayudan demasiado en ese camino.
El Partido Popular tiene un objetivo claro. Esquivar el debate sobre su gestión de estos años pendiente de resoluciones judiciales, con una lista inagotable de innombrables, con dos presidentes consumidos en una legisltura y situarlo en cuestiones menos locales: Cataluña, feminismo, modelo de familia...
Sería deseable que la derecha y la extrema derecha aclararan qué plan tienen para Madrid más allá de derogar Madrid Central desafiando las exigencias de la Unión Europea sobre los niveles de contaminación. Aprovechando el retorno político de Javier Fernández-Lasquetty, actual jefe de gabinete de Pablo Casado y padre de la frustrada privatización hospitalaria, no estaría de más que la derecha dijera si volverá a relanzar su plan estrella o si su única solución para resolver los problemas de la vivienda en la capital o el descocado precio de los alquileres, es desbloquear las grandes operaciones urbanísticas pendientes.
Las posibilidades de la izquierda pasan primero por zanjar sus diferencias, diseñar una alternativa sin fisuras, no entender Madrid como un peldaño más hacia la Moncloa y situar la campaña en cuestiones domésticas.
En lo primero, la cosa no ha empezado con buen pie y a pesar de lo mucho que se juega esta región, hay quien sigue perdiendo el tiempo en batallitas internas que solo les conducen a deambular cuatro años más en los escaños de la oposición.
Javier Casal
Presento el informativo Hora 14 en la SER. Durante 11 años estuve al frente de la actualidad de Madrid...