Riaño, los fiordos leoneses

Su historia no ha sido fácil; el Riaño que hoy podemos conocer tiene apenas 40 años. El verdadero Riaño, una pintoresca localidad de montaña localizada en un valle majestuoso, quedó sepultado para siempre bajo las aguas del pantano que ahora lo circunda. Pero sus gentes siguen siendo acogedoras, abiertas al visitante y curtidas en el duro invierno leonés. Con la llegada de la primavera, las montañas de Riaño se visten de amarillo con el florecimiento de sus capilotes (narcisos), sus pastos lucen de intenso verde y el agua circula por sus arroyos llena de energía. La vida renace en Riaño con toda la fuerza de la naturaleza. Desde hace algunos años, el Ayuntamiento ha adquirido un barco para que los visitantes recorran las aguas de sus pantanos en busca de los recovecos más escondidos de sus orillas montañosas. Se trata de un recorrido próximo a los 20 kilómetros con una hora de duración en las que podemos contemplar las impresionantes verticales de caliza tan propias de la Cordillera Cantábrica. El barco se adentra por lugares inaccesibles por cualquier otro medio, por lo que resulta relativamente sencillo localizar ejemplares de la fauna propia de la zona: rebecos, cabra montés, zorros, águilas pescadoras, garzas reales o somormujos. Más tímidos ante la presencia humana, las laderas de Riaño también albergan osos pardos y los protegidos urogallos. Además, durante el paseo nos obsequiarán con unas pastas de mantequilla típicas de la zona. Pero las aguas de Riaño dan para mucho más que agradables paseos en barco entre montañas. Los más aventureros pueden disfrutar de distintas actividades deportivas, con más o menos riesgo. La empresa de turismo activo Riaño Motojet ofrece desde los tranquilos hidropedales o las tablas de paddle surf (con o sin motor), hasta rutas guiadas en motos de agua, canoas o, la novedad de este 2019, los viajes en Jet Boat (una potente embarcación que realiza giros de 360 grados). Se trata de una excursión ideal para los más pequeños. La Vieja del Monte (‘La vieya´l monte’ en leonés) es un personaje típico de la mitología leonesa. Junto a los escurridizos gamusinos, esta vieja vive en las montañas y obsequia a los adultos que tienen el privilegio de verla con frutos del bosque como avellanas, castañas o manzanas para los más pequeños. Es muy tímida, por eso no es fácil verla, pero en Riaño se puede visitar su casa. Bien haciendo la ruta de senderismo en su totalidad (cinco kilómetros de muy baja dificultad), o bien acortando a través del barco municipal, llegaremos a su cueva atravesando el frondoso Hayedo de las Viescas. En la ladera sur del pueblo, a orillas del pantano, el Ayuntamiento ha recuperado una antigua senda peatonal para recordar la historia de Riaño. A través de algo más de un kilómetro, distintos paneles informativos, los visitantes pueden ver fotografías para comprobar lo que, desde ese mismo punto, podía verse cuando no existía el pantano. Los textos que acompañan a las imágenes, recordando el viejo Riaño y la lucha de sus gentes por no quedar sepultados bajos las aguas, están escritos en castellano, inglés y leonés. Enclavada entre montañas, obligatoriamente Riaño tiene que ser el paraíso de los amantes del trekking. Para todos los gustos y de diferentes dificultades, existen numerosas rutas señalizadas que harán las delicias de los amantes de la naturaleza. Entre las más populares, destacan el paseo por el Valle de Anciles, o las subidas al Pico Gilbo (1.667 metros de altitud), al Pico Yordas o al Cueto Cabrón 😉 Y si lo tuyo es correr en altura, no podrás encontrar un sitio mejor. De hecho, cada junio se organiza aquí la Riaño Trail Run, un UltraTrail que atrae a decenas de corredores de montaña que dan rienda suelta a su deporte preferido entre las crestas de las Riaño y sus alrededores. ¿Eres motero? Pues Riaño es base para algunas de las rutas clásicas por montaña más destacadas de la península. Esta zona oriental de la provincia leonesa ofrece a los amantes de las dos ruedas numerosas carreteras desde las que disfrutar de impresionantes vistas de las estribaciones de los Picos de Europa, en los que te puedes adentrar de lleno desde Riaño. Zona de ganadería y agricultura tradicional, no es de extrañar que Riaño, como toda la montaña, presuma de materias primas de primer orden para elaborar sus platos más típicos, entre los que destaca el cocido de arvejos. Contundente para hacer frente a los rigores del invierno, este cocido destaca por la legumbre autóctona que le da nombre, una variedad de guisante seco. Si prefieres pescado, la trucha es la reina de los ríos leoneses, en sopas, rellena o escabechada, cualquier forma es buena para degustarla en los restaurantes de la comarca. Además, en Riaño también se puede degustar el rico embutido leonés, famoso especialmente por su curación al humo. En la zona nos encontraremos algunas de las fábricas de embutido más populares de León, donde reinan el chorizo y la cecina. Riaño es de las pocas poblaciones que ha construido un edificio exclusivo para disfrutar cómodamente de la lucha leonesa. El deporte autóctono por excelencia de la provincia, se practica normalmente en soleadas praderas, pero tal es la tradición y gusto en Riaño por la lucha que decidieron construir un moderno complejo para acoger los torneos de la Liga de Verano. Riaño está situada a unos 90 kilómetros de León capital, pero sus alrededores merecen también ser conocidos. Muy cercanas se encuentran las localidades leonesas de Oseja de Sajambre y Posada de Valdeón, únicos municipios habitados que se encuentran dentro del Parque Nacional de Picos de Europa, con toda la diversidad que ofrece la vertiente leonesa de este imponente paraje. Sabero, antigua cuenca minera que conserva importante patrimonio industrial y su vecina Cistierna presumen de sus ‘aguas bravas’, y es que en esa zona del río Esla existe un circuito adaptado para piraguas. Se pueden practicar, además, otros deportes como el rafting.

Riaño, los fiordos leoneses

Enclavada estratégicamente en las estribaciones de los Picos de Europa, la población leonesa de Riaño despliega en verano todo su potencial para que los visitantes disfruten del encanto de fundirse con una naturaleza plena, rotunda y diversa.

María García Beberide

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