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The Who, cómo hemos cambiado

Daltrey y Townshend son dos de los músicos más influyentes de la historia del rock y, por suerte, siguen dando guerra con uno de los mejores grupos que ha pisado un escenario

The Who publicarán en diciembre el que podría ser el último disco de una de las grandes bandas de la historia del rock / SUZANNE CORDEIRO / AFP via Getty Images

Fuenlabrada

Uno escucha la nueva canción de The Who y los sentimientos se agolpan. Porque anticipa su primer disco en 13 años, el segundo en 37 temporadas (el penúltimo es de 1982); porque estamos hablando de uno de los grupos más influyentes de la historia del rock cuyos dos principales componentes, Roger Daltrey en la voz y Pete Townshend en la guitarra, siguen vivos y coleando con 75 castañas; pero, sobre todo, porque la canción es rabiosamente buena y nos remonta a lo mejor de su discografía. Lo peor es la realidad que refleja ‘All this music must fade’, ‘toda esta música debe desvanecerse’; lo mejor, que presenta su nuevo disco, ‘Who’. Vamos a intentar navegar en un largo y apasionante viaje musical que nos remonta a los orígenes del rock duro.

The Who, cómo hemos cambiado

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Con unos Beatles en la cima del mundo y unos Rolling Stones aún luchando por demostrar lo buenos que eran, Inglaterra alumbraba a mediados de los sesenta otra banda llamada también a colonizar América y, en última instancia, el mundo entero. ‘I can’t explain’ fue uno de sus primeros singles, pero ya con su primer disco dejaron claro que no iban a ser los perfectos yernos y que la actitud desafiante, rabiosa y de sonido saturado podía abanderar a toda una generación de jóvenes. Y así lo plasmaron en uno de los temas más importantes de la década: ‘My generation’.

Apenas llevaban juntos unos años pero en 1965, cuando se publicó este disco, ya lanzaban las guitarras contra la batería y escandalizaban a todo el que se acercaba. Magníficos músicos que no siempre se llevaban bien, gracias en parte a las malas pulgas de Daltrey, pero que sobre el escenario eran absolutamente mágicos, con la creatividad de Townshend, el ritmo frenético de Keith Moon a la batería y la guía del bajo de John Entwistle. Por ejemplo en el 66 con ‘Substitute’, single que no se incluyó en ningún disco.

Los Who exploran todo tipo de temáticas en sus letras, la mayoría del guitarrista Townshend, y apenas hay rastro de ñoñerías de amor chico-chica. Eso les imprime un carácter genuino pero también peligroso, a lo que contribuyeron cuestiones extramusicales como las camisas abiertas de Daltrey, sus ojos azules y su melena rizada. Y esas referencias sexuales que sacaban de quicio cualquier moral mojigata, como en su segundo disco, titulado ‘A quick one’, lo que viene a ser ‘uno rapidito’…

El Lp se cerraba con un tema homónimo que en realidad era un medley de varias canciones inacabadas, algo que luego reproducirían con éxito los Beatles, que tanto se miraron en el espejo de los Who. También lo hicieron en algunas prestidigitaciones técnicas que espolearon a Lennon y McCartney en su búsqueda de nuevos sonidos. Fue el caso del tema ‘I can see for miles’, que presentó su tercer disco, ‘The Who sell out’.

El grupo también fue uno de los promotores de esa novedosa forma de concebir la obra musical como una especie de ópera en la que los discos debían ser conformados por canciones hiladas entre sí que contaran una historia en su conjunto. Idea que llegó a su punto más alto con el disco ‘Tommy’ en 1969.

‘Pinball Wizard’ fue el single que el grupo eligió para presentar una obra que ponía el rock al nivel artístico y conceptual de una novela, una ópera o una película. Tras esto se convertían en un fenómeno de ventas, a pesar de lo cual nunca han logrado un número uno. Su puesta en escena no le iba a la zaga, hasta el punto de poner explosivos en la batería en plena actuación televisiva (algo que, por cierto, causó problemas irreversibles de oído al guitarrista). Energía en directo plasmada en un delicioso disco en 1970, pero al año siguiente volvían al estudio para tejer ‘Who’s next’, un álbum que en inicio quería ser otra ópera rock pero que al final fue menos pretencioso y reunió un puñado de grandes temas como ‘Won’t get fooled again’ o ‘Baba O’Riley’, donde Townshend se explaya también en los teclados.

Con esta obra los Who terminan de separarse de la línea musical de los ya extintos Beatles y de Sus Satánicas Majestades, los Stones, para afiliarse al rock duro que tantas buenas obras iba a dar en la nueva década. Pero el guitarrista y compositor de la banda quería recuperar el concepto de ópera rock y en 1973 vio la luz ‘Quadrophenia’, un disco genial porque proviene de un genio, pero en su mayoría una compilación de fuegos artificiales con guitarras, vientos y sintetizadores que puede resultar indigesto si no hay cierta predisposición a entender la obra. ‘5:15’ fue el single elegido para publicitarlo.

Durante lo que resta de década los Who se mostraron erráticos, con un disco no tan inspirado como los anteriores, ‘The Who by numbers’, y varias reediciones. Sin embargo en 1978 llegó otro de sus himnos, ‘Who are you’, incluido en el disco del mismo nombre y que resultó mucho más asimilable para el público general.

Pero lo cierto es que la deriva de la banda no era la más acertada y empeoró con el fallecimiento de su grandioso batería, Keith Moon, intoxicado con las pastillas que tomaba para evitar intoxicarse con alcohol. Sin él el resto grabó dos álbumes más, ‘Face Dances’ en 1981 y en 1982‘It's Hard’, donde apenas destacaba el single de presentación del primero, ‘You better you bet’.

Finalmente los miembros restantes de The Who, y en especial su principal sostén, el guitarrista Pete Townshend, asumieron que no había más camino que andar y disolvieron la banda, que en las siguientes décadas se reunió de vez en cuando para conciertos y giras esporádicas o para reediciones y grandes éxitos discográficos. Pero la reunión de verdad, en lo que a disco completo se refiere, llegó en 2006, ya con el bajista Entwistle también fallecido. ‘Endless wire’ volvía a contar una historia conceptual que ya había tenido un adelanto en el EP con el que nos despedimos, ‘Wire and glass’.

 
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