Heroína de barrio: Mª Ángeles Cubero, la panadera de Vistabella

Murcia

Quizá algunos piensan que es exagerado llamar heroína a una panadera, pero nada más lejos de la realidad. La crisis del coronavirus nos está haciendo ver una realidad que teníamos ante nososotros y que por cotidiana no le dabamos el valor que tiene.

Tal es el caso de los establecimientos de comestibles, tan necesarios como imprescindibles en nuestra vida, pero que hasta hace unos días no habíamos reparado seriamente en ellos o no los valorábamos lo suficiente. Ha tenido que venir la pandemia de coronavirus para que apreciemos gestos tan simples como ir cada mañana a la panadería del barrio y comprar una barra de pan o adquirir en la tienda de la esquina ese producto que nos hace falta para desayunar, comer o cenar, o simplemente asearnos. Si algo nos está quedando claro en toda esta crisis global es que tan importante es el trabajo del barrendero que limpia nuestras calles para mantenerlas a rajatabla frente al Covid-19 como el de la enfermera que atiende a sus pacientes en un hospital. Todo suma en esta casa que llamamos mundo y al que ahora parece que este virus lo ha puesto patas arriba.

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Aprovechando nuestra visita al obrador del barrio para comprar el pan como cada día, hemos hablado con Mª Ángeles Cubero, la dueña de una de las panaderías del murciano barrio de Vistabella para que nos cuente cómo afronta esta crisis de salud.

Mª Ángeles, que regenta la panadería que puso en pie su padre y que espera dejar en herencia a su hijo, nos cuenta que desde un primer momento tomaron las medidas de seguridad necesarias que habían ordenado las autoridades, "dejamos pasar a los clientes de uno en uno al despacho del pan y manteniendo las distancias de seguridad; mientras tanto el resto espera pacientemente en la puerta", nos dice.

La panadera de Vistabella comenta que en contra de lo que se pueda pensar a priori; por esto de que su establecimiento se encuentra abierto al público, que lo están pasando realmente mal, "nosotros sobrevivimos gracias al pan que servimos a bares y restaurantes e incluso a cafeterías de hospital y todo eso ahora mismo se ha venido abajo. Solo tenemos los ingresos del pan que vendemos directamente en nuestro despacho, por lo que podría decirse que nuestros ingresos han bajado un 70%", aunque los impuestos y los sueldos -aclara que tiene a dos trabajadores- siguen siendo los mismos". 

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Le preguntámos qué ambiente se vive en el barrio y qué opiniones escucha en su panadería a diario, "sinceramente el ambiente es tranquilo, estamos preocupados pero manteniendo la calma y eso es lo que noto a diario cuando vienen los vecinos a comprar el pan", asegura.

Mientras hablámos con Mª Ángeles observamos que en una de las estanterías del establecimiento cuelgan diferentes estampas e imágenes religiosas y le pedimos consejo para poder 'encomendarnos'. La hija de Pencho, apelativo que da nombre al establecimiento, nos aconseja pedirle a la Virgen de Fátima, "es la patrona del barrio y yo le tengo mucha devoción", comenta esta simpática panadera, que, mañana junto a su marido y a sus dos "obreros" volverá a subir la persiana de su establecimiento para que no le falte el pan a sus clientes, por muy mal que se estén poniendo las cosas. "Hay que resistir, no tenemos otra", viene a decirnos Mª Ángeles con sus palabras.