Economia y negocios

Variedades minoritarias que no hay que perder de vista

Una jornada técnica organizada por Territorio Luthier pone de manifiesto su carácter emergente

La jornada incluyó una visita a una plantación realizada en abril de con 1.800 cepas de las variedades mandón, tinto jeromo, puesta en cruz y gajo arroba / Imagen facilitada

Aranda de Duero

La puesta en valor de las variedades minoritarias de uva cobra fuerza con la I Jornada Técnica que celebraba este miércoles Bodegas Territorio Luthier con la participación de responsables del Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y Léon, enólogos, ingenieros agrónomos y bodegueros.

Entre las conclusiones de este encuentro se puede destacar que las vinificaciones que se están llevando a cabo de forma experimental en el ITACYL están sorprendiendo a enólogos por el potencial de algunas de estas variedades. Los enólogos aseguran que muchas de estas variedades “tienen más discurso” que otras de alta producción y están llamando la atención de una parte del mercado, como los restaurantes de alta gama. Para las bodegas, apostar por variedades minoritarias supone una diversificación interesante hoy en día en cualquier negocio.

En esta jornada se habló también de que el interés por las variedades minoritarias en España es muy reciente, de los años 90, si bien en los 80 algunos viticultores y bodegueros con visión más amplia de la vitivinicultura empezaron a experimentar, aunque con numerosas trabas administrativas. El mayor problema del desarrollo de variedades minoritarias es el legal. Inscribir o registrar una variedad autóctona minoritaria supone un gran esfuerzo burocrático que puede llevar muchos años, lo cual dificulta enormemente su viabilidad económica.

Por otra parte, aunque actualmente hay proyectos institucionales y privados, existe mucha resistencia al cambio, sobre todo en las denominaciones de origen, y muchas veces el desarrollo de estos proyectos se supedita a intereses económicos. En la gran mayoría de las denominaciones de origen de España se ha primado favorecer la introducción de variedades foráneas, (cabernet, syrah, chardonnay…) u otras variedades nacionales pero muy productivas, en detrimento de las variedades minoritarias, autóctonas y peculiares de cada región, generalmente por su baja productividad, sin tener en cuenta su potencial enológico.

Por último, cabe destacar que las bodegas implicadas en salvar la desaparición de estas variedades de uva están decididas a seguir luchando para lograr que entren “con la cabeza bien alta” en las denominaciones de origen.

 
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