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"Me siento afortunada por tener trabajo, aunque sean unas prácticas": mujer y joven, la gran brecha en Madrid

La pandemia aumenta la precariedad laboral y el desempleo entre los menores de 25 años, especialmente entre las mujeres

Una chica sirve cervezas en su trabajo de camarera. / EFE

Madrid

Clara trabaja alrededor de cinco horas al día sin recibir ni un solo euro. Salario cero a cambio de jornadas semanales que rondan las 25 horas, a pesar de tener un contrato de prácticas. Esta joven de 23 años tuvo que renunciar a su puesto de trabajo tras la declaración del estado de alarma, el pasado 14 de marzo, cuando le comunicaron que no podía continuar en la compañía. Sin embargo, su empresa volvió a contactar con ella para retomar el trabajo tras el fin del confinamiento, aunque con otras condiciones. Esta vez, no percibiría remuneración alguna. "Había que recortar para evitar más gastos", dice.

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Esta situación evidencia la de decenas de miles de jóvenes que, tal y como recoge un informe del Ministerio de Trabajo publicado en junio, se vieron especialmente afectados "por el primer impacto de la crisis sanitaria originada por el Covid-19". Aunque Clara prefiere verse como una afortunada: "Podríamos decir que tengo suerte porque trabajo solamente por las mañanas. Aunque no tenga remuneración alguna, puede que surja alguna oportunidad dentro de esta empresa, quién sabe. Además, mi turno me permite trabajar por las tardes", afirma. Acto seguido, reconoce que puede sonar "un poco surrealista".

Pero Clara no renuncia a la posibilidad de permanecer en la empresa, cueste lo que cueste, aunque sus condiciones sean, como ella dice, desmotivantes. Cuando habla de las labores que acomete en la empresa, emplea un tono de orgullo, algo que cambia radicalmente cuando se le pregunta por su situación laboral: "¿Pues qué me va a parecer? Desmotivante -se autoresponde-. Hago tareas como una más, pero a la hora de la verdad le salgo muy económica a la empresa, porque mi coste es cero".

Pero esa realidad no resulta tan ajena para los jóvenes de hoy en día, tal como cuenta Mónica Melle, asesora del Observatorio sobre la Realidad Financiera de la Cátedra Thinking Heads-Universidad de Alcalá. "Las crisis económicas fomentan la temporalidad y los empleos precarios. Es triste, pero es así. Los jóvenes ya no ven el contrato indefinido como una posibilidad, se han adaptado a trabajos precarios", asegura. Los datos acompañan la evidencia de Melle, tal y como reconoce el Ministerio de Trabajo en su informe sobre jóvenes y mercado laboral de junio: la tasa de temporalidad entre los menores de 25 años se sitúa en un 67,5%, una cifra que, aunque ha decrecido desde el 2.018, supone casi el triple de la tasa de temporalidad sobre el total de trabajadores en España.

Esa realidad la conoce Almudena de primera mano. Ella cumplió los 25 este año y aunque mantiene un currículum impecable con una carrera, experiencia laboral y varios voluntariados, no consigue un contrato indefinido. "Tengo tres trabajos. Entre semana ejerzo de entrenadora de vóley, cuido de niños en un comedor de colegio y los findes trabajo en una ludoteca. Es deprimente trabajar de lunes a domingo para tener unos ingresos medios", dice.

Para esta joven madrileña el trabajo supone la única manera de ser económicamente independiente, aunque siga viviendo en casa de su madre con sus otras dos hermanas. "Tener independencia económica no significa poder independizarse. No al menos en mi caso. Tengo varios trabajos, sí, pero precarios. Por más que he intentado conseguir un empleo estable no lo he logrado. He intentado echar currículums en varias empresas... y nada", asegura. De hecho, Almudena acabó periodismo hace unos años, aunque empezó recientemente una nueva carrera: magisterio. "Llevo desde que empecé la universidad cuidando niños, acompañándolos al colegio, dándoles clases particulares...", se justifica.

Melle reconoce que este perfil también se ha visto muy afectado por culpa de la crisis del coronavirus: "Al final las mujeres se dedican, en muchos casos, al sector de los cuidados. Es evidente que, con la pandemia, muchas trabajadoras se han visto afectadas". Esa realidad explica, en parte, el motivo por el que, solo en la Comunidad de Madrid, el paro femenino -un 39, 29% en el último trimestre- se sitúa un 7% por encima del masculino, brecha que crece de forma continuada desde que comenzó la pandemia, y que a finales de 2.019 apenas se situaba en el 1,2%, según los datos de la última Encuesta de Población Activa.

Pero también hay otra razón por la que se produce este fenómeno, según Melle: "Es evidente que aún no existe la plena igualdad laboral. Un empresario siempre verá mejor contratar a un hombre que a una mujer. Al final se deduce que, ellas, tendrán en el futuro una familia y eso provocará un descenso de su productividad".

Algo similar denuncia, desde Comisiones Obreras Madrid, Jorge Maeso, secretario de Política Sindical contra la Precariedad: "La precariedad y la temporalidad afectan a las mujeres desde tiempos inmemoriales, no es un problema nuevo. Las mujeres tienen que firmar, de media, más contratos que los hombres para poder cumplir un año en una empresa". Sin embargo, también reconoce que una mayor tasa de paro en el caso de las mujeres puede deberse a que "ellas, por lo general, tratan de formarse por más tiempo".

Pero no en todos los casos es por decisión propia. Cristina apenas tiene 22 años y ha terminado la carrera este 2020. Su sueño es trabajar para costearse la vida y no tener que depender económicamente de sus padres. Se ha presentado a varias ofertas en los últimos meses, pero todo lo que encuentra son trabajos con condiciones pésimas, dice. En alguna ocasión ha recibido ofertas de training: una semana de prácticas en la que la empresa enseña a los futuros profesionales a desempeñar adecuadamente su trabajo. "Debido a la pandemia, hay empresas publican ofertas por si algún trabajador da positivo en covid. En algunos casos te piden incluso una formación no remunerada en la empresa y, en caso de que se dé una baja, te llaman para que ocupes su puesto durante el tiempo que el empleado esté ausente", asegura.

Maeso también reconoce esta realidad, especialmente en el ámbito sociosanitario: "Nos han llegado casos de enfermeras que han firmado hasta 15 contratos en un mes. Lo hemos visto, y lo hemos denunciado, pero el coronavirus acentúa cada vez más esta situación en Madrid. Venimos de años de recortes y de políticas de limitación de plantillas. Ahora que se necesitan más sanitarias, muchas aplican para trabajar... pero acaban marchándose".

Por ese motivo, explica, algunos profesionales han abandonado sus puestos en la sanidad pública madrileña. "No es, como dice la presidenta Ayuso, que los sanitarios se vayan a otras comunidades porque estas le hagan competencia a Madrid. Más bien al contrario: se van porque aquí tienen muy difícil conseguir un empleo estable", asegura.

Salarios bajos o nulos, ofertas abusivas, empleos temporales y pocas oportunidades, son las cláusulas que dibujan el horizonte del mercado laboral en un país -España-, en el que el 40,3% de los jóvenes menores de 25 años carece de empleo según datos de Eurostat, y en el que, a pesar de la llegada de la nueva normalidad, los viejos fantasmas de la precariedad laboral amenazan con quedarse -como mínimo- mientras dure la pandemia.

Agustín Rodríguez-Sahagún

Agustín Rodríguez-Sahagún

Graduado en Derecho por la Universidad Pontificia de Comillas. Máster de Periodismo UAM-El País. Redactor...

 
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