"Cuando llegaron las restricciones me quitaron tres horas por día"

Bilbao

Los repartidores de comida a domicilio también se han visto afectados por las nuevas restricciones en esta segunda ola de la pandemia. Una situación que califican de “peor” en todos los sentidos.

Según afirman varios trabajadores, reparten menos debido a las restricciones horarias – hasta las 21.00h – y el cierre de locales hosteleros. “Tenía unas buenas horas para trabajar y cuando llegaron las restricciones me quitaron tres horas por día”, cuenta Rubén, nombre ficticio a petición del trabajador, repartidor de Glovo desde 2018.

Algo incongruente para Riders X Derechos en Bizkaia, plataforma desde la que Íñigo Alonso, militante de LAB, denuncia la presión que ejercen este tipo de empresas sobre sus trabajadores. “Les han quitado la oportunidad de coger horas, si fueran autónomos realmente decidirían si seguir con sus funciones más allá de la empresa”.

Todo esto en el marco del fallo por parte del Tribunal Supremo el pasado 23 de septiembre sobre la falsa autonomía de los trabajadores de Glovo, al no ser ‘un mero intermediario en la contratación de servicios entre comercios y repartidores’.

En este sentido piden claridad, saber ‘qué son’. “Si no hacemos alta demanda, nos bajan la puntuación y nos afecta en las horas, pero tampoco nos han facilitado nada”, explica Alex, también bajo anonimato y repartidor de Glovo desde hace tres años.

Sin material de protección

Por otro lado, trabajan sin material de protección por parte de la empresa a pesar de que varias aplicaciones han publicado acciones como el reparto de kits de higiene, consultas médicas online, incluso un fondo de ayuda financiera para los infectados por Covid-19, recursos que, al menos en Bizkaia, siguen esperando.

“Me he tenido que buscar la vida sí o sí siempre, nunca me han proporcionado nada”, cuenta Rubén que, si bien recibió un mensaje con información sobre las acciones de la empresa durante la pandemia, no obtuvo una respuesta clara. “Me comentaron que me pasara por una oficina por el material, pero se iban por las ramas o no me contestaban, nunca llegue a ir”, dice.

“A pesar de que desde LAB hayamos interpuesto denuncias en inspección, la contestación ha sido la misma, al tener condición de trabajadores autónomos son ellos los que tienen que valerse del material necesario”, explica Iñigo Alonso, denunciando además la implementación del cobro con dinero en efectivo “sabiendo que eso puede multiplicar los vectores de contagio y contacto estrecho”.

Alternativas locales

Estos canales de venta, sin embargo, no se reducen a grandes plataformas. Existen empresas locales que se plantean como alternativa justa y ética en el reparto a domicilio.

En muchos casos, sus fundadores han trabajado para grandes empresas, es el caso de Yerin Deli Rage, repartidor de Glovo en sus inicios. “Era un trabajo que me gustaba mucho pero que no podía hacer porque no era rentable”, cuenta.

Así surge Botxo Riders, un proyecto cooperativista en Bilbao que hace poco daba sus primeros pasos en el sector hostelero. El 90% de sus clientes pertenecen al pequeño comercio local, llaman por teléfono y fijan una hora de entrega.

“Nosotros vemos que somos una herramienta para ayudar a los hosteleros a salir de esta situación, a veces no tienen un volumen de reparto suficiente para tener un repartidor y la otra opción son grandes empresas que cobran comisiones muy altas”.

Sus tarifas, más altas para el cliente final, 3.50 euros, quitan esa carga al restaurante con un 25% de comisión, un porcentaje menor al que piden otras plataformas que pueden superar el 35%.