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A Boca Llena

¿Dónde volverás a comer ahora que cesa el estado de alarma?

De pintxos por el casco viejo donostiarra, espetos en Málaga, de tapas en Códoba, arroces en Valencia, Alicante y Palma o mariscada en Galicia

Espetos de pescado en el chiringuito Miguel de Málaga / A Boca Llena

Jerez de la Frontera

Entre confinamientos y cierres perimetrales, nuestra vida en el último año y pico ha discurrido dentro de los límites del término municipal de cada cuál, o como mucho dentro del provincial. Eso, si te toca dentro de una provincia como Cádiz, no es problema, porque difícilmente podremos encontrar una tierra donde podamos disfrutar de todo y tan bueno. Pero a partir del próximo 9 de mayo, cuando el Gobierno de España dé por concluído el estado de alarma vigente desde el comienzo de la pandemia, tendremos la posibilidad en muchos casos de ir recuperando la movilidad y de desplazarnos por motivos de ocio a donde nos plazca.

Por eso en Abocallena queremos hacer esta semana un recorrido por aquellos lugares de la península ibérica donde nos deleitamos el paladar. Y si de paso podemos servirles de guía para hacer lo propio en cuanto les sea posible, mejor que mejor. Ahí van.

Espectacular barra con pintxos en un bar de casco viejo donostiarra / A Boca Llena

Comenzaremos relativamente cerca de la provincia de Cádiz. Concretamente en Córdoba. En pleno mes de los patios, darse una vuelta por la Judería y comernos un plato de rabo de toro o un flamenquín en Casa Pepe, una tapa de la colosal tortilla de Santos o una mazamorra en el restaurante Almudaina.

Un poco más apartado del centro, pero en un espacio amplio y agradable, regresar al completísimo Mercado Victoria y curiosear por sus muchos y variados establecimientos dedicados a carnes de Los Pedroches, salmorejos, ostras y conservas, comida mexicana y ofertas varias.

Espeto de calamar con patatas a lo pobre en Málaga / A Boca Llena

Ahora que entraremos en la época, en la malagueña playa de la Cizaña, el Chiringuito Miguel ofrece unos maravillosos espetos de pescado que estoy deseando probar de nuevo en cuanto tenga ocasión. La declaración como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de esta forma de ensartar el pescado y asarlo con leña en la arena de la playa está en marcha. En Miguel aúnan autenticidad y modestia a partes iguales, pero es garantía a la hora de poder disfrutar de este manjar. En mi opinión, el espeto de calamar con patatas a la pobre es de otra galaxia, y el de sardinas con su correspondiente ración de tomates alñados, una locura.

Si seguimos por el corredor del Mediterráneo, entregarnos a un buen arroz valenciano es otra de las experiencias que nos van apeteciendo. En la capital del Turia hay un buen ramillete de opciones, y no necesariamente sólo en la playa de la Malvarrosa. Personalmente, me quedo con Casa Roberto, en Carrer del Mestre Gozalbo. Un establecimiento especializado en arroces donde he disfrutado de la mejor versión del senyoret.

Arroz senyoret en Casa Roberto, en Valencia / A Boca Llena

Aunque Valencia tiene la fama, dicen que en la provincia de Alicante no le van a la zaga. Pude comprobarlo con un arroz al caldero descomunal en un restaurante en Torrevieja. Se llamaba, y se llama aún, Bahía, pero me dicen que tras cerrar algún tiempo ha cambiado de manos, de carta y de cocinero. Se trata de una receta clásica de la zona del Mar Menor y Cabo de Palos en Murcia. Debe su nombre del caldero en el que se cocina. Es un arroz de pescado, con un fondo o sofrito muy potente con ñoras. La tradición es servir primero el arroz con el alioli y posteriormente servir el pescado. Una delicia.

Tampoco flaquean con los arroces en Palma de Mallorca. En la avenida Gabriel Roca, con vistas al puerto deportivo, tiene su sede la Arrosseria Sa Cranca. El rey emérito es uno de sus clientes fijos, además del ex tenista Carlos Moyá. Espléndidos arroces y paellas. Arroces aparte, en un chiringuito de la playa de Es Trenc pude tomar un frito menorquín inolvidable. Siento no conservar la referencia del establecimiento.

La famosa tortilla de Can Cosmi, en Ibiza / A Boca Llena

Sin salir de las islas Baleares, en Ibiza, dediqué un buen rato en tratar de dar con Can Cosmi, un modesto establecimiento rural situado en el municipio de Sant Antoni de Portmany. Porque dejar Ibiza sin pararse a comer una de sus tortillas con patatas y verduras es imperdonable. Setenta años llevan abiertos, primero como colmado o bar de pueblo. Sus fundadores, María Costa y Pepe Bonet, delegaron en sus hijos, Juanito y Toni. Las tortillas paisanas que hiciera famosas María son el emblema de la casa. Un prodigio de técnica con excelente resultado. Merece la pena desviarse.

También sería imperdonable en este viaje, por ahora virtual, no perdernos por el casco viejo de San Sebastián y tomarnos unos vinos y unos cuantos pintxos. Para sentarnos a mesa y mantel, Rekondo, repechando por el monte Igeldo. Allí disfrutar de su incomparable bodega, de la terraza con vistas a la Concha y de sus kokotxas de bacalao al pil pil. También tengo interés en llegarme al Pescaíto frito de la Bahía de Cádiz, que llevan dos jerezanos, Iñigo Olmedo y Miguel Ángel García, que están triunfando por todo lo alto. Pero Donosti es inabarcable, gastronómicamente hablando. Necesitaríamos dos o tres vidas.

Pulpo a la gallega estilo callejeo a la puerta del mercado de abastos de Santiago / A Boca Llena

Y ya puestos, viajaremos por la A-15 una hora de coche hasta llegar a Pamplona. No le va a la zaga la capital navarra a la Bella Easo en cuestiones de pintxos. De hecho, la espectacular barra del Sarria, en la calle Estafeta, no tiene nada que envidiar a ningún otro. O comernos una txuleta en Casa Otano, en la calle San Nicolás, o en Martintxo, una sidrería junto a la Universidad de Navarra donde podemos servirnos los culines directamente de una gran bota.

Del norte no me sobra nada. Culminar la ruta de la fabada en Tierra Astur, junto a la Catedral de Oviedo. O comerme unas verdinas con almejas en Luarca, uno de los espectacularos pueblos marineros que se asoman al Cantábrico, camino de Galicia. Allí iría directamente a donde el patrón. En el mercado de abastos de Santiago de Compostela las pulpeiras campan a sus anchas en el exterior de los puestos, donde instalan sus ollas de cobre y sus tenderetes desde donde sirven auténtico pulpo a feira al más puro estilo callejero.

Mejillones, pulpo y Ribeiro en La Coruña / A Boca Llena

De ahí a La Coruña, a la plaza María Pita, a dar buena cuenta en La Penela de su tortilla de Betanzos única o de una carne gallega con patatas. Eso o callejear por el casco viejo y pasar ineludiblemente por La Bombilla, una de las barras coruñesas más típicas y concurridas. O parar para descansar en cualquier bar donde te pongan una jarra con vino de Ribeiro, una ración de mejillones frescos o un pulpo a feira. Ahí hay plena garantía.

Tampoco estaría mal regresar por unas horas a Arteixo, la cuna de Inditex, y entregarnos a la buena mesa de El Señor Mayor, un típico pazo gallego remozado donde almuerzan a menudo los directivos del grupo de Amancio Ortega. Insuperable su carne, entre otras viandas de la tierra.

Si se pudiera tampoco estaría mal cruzar fronteras. En tal caso, regresaría de inmediato un fin de semana al Algarve portugués, concretamente a Casa Branca, un alojamienot rural lo suficientemente alejado de Tavira para disfrutar de la tranquilidad y la paz en medio del campo. Allí las opciones son varias. Fijo que haría una visita al Vela 2 para disfrutar de su parrilla de pescados, buenas ensaladas y típicos postres locales. También a Qatro Aguas, donde sirven unas sapateiras excelentes y unas sardinas asadas fresquísimas, al igual que en algunos de los restaurantes de la isla de Tavira.

Sapateira en Qatro Aguas, Tavira / A Boca Llena

Por ganas y por posibilidades no va a ser, pero aquí, limitados por el cierre perimetral de la provincia, tampoco nos ha ido nada mal. Disfruten.

 
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