La decisión de Finlandia de solicitar el acceso a la OTAN este jueves es histórica. Aunque varios miembros de la Alianza como Francia o Alemania han abierto la puerta a que sea un proceso rápido, podría tardar varios meses. El comunicado del presidente del país y de la primera ministra, Sanna Marin de este jueves fue un anuncio. Una declaración política con muchas implicaciones políticas, militares y diplomáticas, pero Finlandia sigue sin ser miembro de la OTAN, con lo que, en caso de invasión, el país no estaría amparado por el Artículo 5 del tratado. El proceso comenzará el lunes, cuando el Parlamento del país decida enviar la solicitud. Que deberá ser respondida por la Alianza, que abrirá entonces un diálogo de adhesión. Después el proceso se complica. Según Félix Arteaga, investigador principal del Real Instituto Elcano, «Los países tienen que decidir si aceptan o no la incorporación y ratificarlo de acuerdo con el procedimiento constitucional». En el caso de España debería ser el Congreso de los Diputados. Según explicaban fuentes de la Alianza a la agencia Reuters, el camino podría extenderse al menos un año. Ese sería el proceso «político», porque en lo técnico Finlandia ya cumple, con los estándares de la OTAN, explican desde el Real Instituto Elcano. El ejército finlandés es un caso poco típico en Europa: cuenta con servicio militar obligatorio, lo que permite al país rozar los 300.000 soldados. Además tiene uno de los arsenales de artillería más grandes del continente. En 1948, Rusia y Finlandia firmaron un tratado de amistad que garantizó durante décadas la neutralidad del país nórdico. Los soviéticos se comprometían a no interferir en la política del país; Finlandia no entraría en la OTAN, ni en el Pacto de Varsovia, pero deberían permitir a Rusia entrar en el país en caso de que los países occidentales decidiesen invadirles por su territorio. El acuerdo decayó en 1992, en plenas negociaciones para el ingreso de Finlandia a la Unión Europea, pero esa posición entre dos aguas de la política finlandesa se ha mantenido desde entonces. Hasta ahora. «Es una vocación de neutralidad que permanecerá en el comportamiento de la política exterior», señala Félix Arteaga, investigador principal del Real Instituto Elcano. Rusia ya ha dicho que considera el cambio de postura «una amenaza». Sin embargo, en la política de defensa, es «imposible» mantener esa neutralidad. Porque una vez dado este paso «no podrá mantener la equidistancia», indica. En la república nórdica ha podido más el miedo a Rusia tras la invasión de Ucrania que la neutralidad enraizada en la idiosincrasia del país. La opinión pública del país ha dado un giro sorprendente desde el 24 de febrero. Entonces solo el 53% de los ciudadanos estaban a favor del ingreso; ahora lo está el 76%. Según los medios finlandeses, la decisión de integrarse la han adoptado después de que el Comité de Defensa del Parlamento, resolviese el miércoles que el ingreso era «la mejor opción» para la seguridad de Finlandia. Una vez el congreso vote, será el ejecutivo el que haga la solicitud.