No activen el filtro antispam

Hace poco, un amigo que me oyó quejarme de la cantidad de correos que recibía, me animó a activar el filtro antispam para evitar los no deseados. Le hice caso, pero no sirvió de nada. Siguen llegándome. Del trabajo, del banco, de la comunidad de propietarios… Sin embargo, de repente han desaparecido todos aquellos, seguramente falsos e incluso peligrosos, que daban algo de color a mi bandeja de entrada.

Ya no me llegan avisos de que he ganado 600.000 euros en una lotería en la que no recordaba haber participado pero que, por un momento, me hacían fantasear con lo que haría si realmente los tuviera. O esos otros, escritos seguramente desde un lugar lejano con teclado sin eñe en el que una chica me decía: “Hola! ¿Cómo está usted? Me gustaría conocerle mejor. Tengo serias intenciones. Yo nunca se caso. No, no tengo hijos. Me llamo Dinara. Soy buena y tranquila nina. Espero que usted me responde en un futuro próximo.” Y acababa con un inquietante “Su nuevo amigo, Dinara” que me hacía preguntarme: “¿Sería capaz de amar a un informático ruso?”. Tal vez, aunque me daría miedo ser solo un capricho y que me abandonase en cuanto aprendiera a usar bien el subjuntivo.

Ya no recibo correos como aquel que me aseguraba que en una semana podría aumentar mi masculinidad en un 67 por ciento y que me llevó a plantearme “¿realmente lo necesito si me sale lo del ruso?”. O aquel otro que en el que, con el sugerente asunto “amiguitas hermosas buscan el amante rico”, una esposa decepcionada se sinceraba conmigo: “Hola. El marido me ha dejado de satisfacer en el sexo. Estoy en la búsqueda activa de un amante” Confieso que estuve en un tris de responderle: “Lo siento. Yo estoy pensándome lo de Dinara, pero no tire la toalla con su marido. Páseme su correo y le digo un sitio donde puede aumentar su masculinidad en un 67 por ciento”.

Permítanme un consejo. No activen el filtro antispam. Corren el riesgo de que, como me ha pasado a mí, su bandeja de entrada se convierta en una cosa sosa y triste, como la nevera de un vegano.