Si se demuestra su inocencia, Oltra podrá volver con el ejemplo de la dimisión

En la agenda política del día hoy está apuntada la sesión de control al Congreso, la primera tras las elecciones en Andalucía, aunque no va a ser el resultado electoral lo único que la sobrevuele. La última entrega de los audios de la corrupción que esta mañana publica El País, con esa frase demoledora de quien fue ministro del Interior en el Gobierno de Mariano Rajoy, Jorge Fernández Díaz, en plena reunión con Villarejo, coordinando la operación contra los políticos catalanes: "Negaré bajo tortura que esta reunión existió".

Va a estar también presente en la Cámara, sin estarlo, la hasta ayer vicepresidenta del gobierno valenciano. Al final, Mónica Oltra dimitió, su imputación como presunta encubridora de una delito de abusos a una menor tutelada por parte de su ex marido hacía insostenible su situación en el govern del Botànic. Se ha resistido durante cinco días pero al final la presión de su socio de gobierno y la presión mediática la han empujado a tomar una decisión que, cuidado, nada tiene que ver con su culpabilidad o su inocencia. Dimitir no es reconocer la culpabilidad de nada, y menos, como es este caso en un proceso extraño, impulsado por la ultraderecha. Pero dimitiendo, puede defenderse igual y no compromete ni al gobierno ni a sus futuros proyectos políticos. Una vez finalizado el proceso judicial, si se demuestra su inocencia, puede volver llevando, además en su mochila, el ejemplo de la dimisión. Algo totalmente inhabitual en este país, incluso en casos de culpabilidad demostrada. El gobierno valenciano tendrá ahora que cerrar su crisis.

Y, claro, va a sobrevolar también el pleno la frenética actividad emprendida por el gobierno de Pedro Sánchez tras el desastre electoral del domingo. Consejo de Ministros extraordinario este sábado para aprobar un nuevo paquete de medidas anti crisis que no son más que la prórroga de las existentes. Quiere demostrar el gobierno que está a lo que está y que sigue trabajando para todos. Aunque la escenificación de la actividad no es lo importante, lo importante es saber contar lo que se hace y este gobierno no siempre lo consigue. Este es el gobierno de la reforma laboral que ha permitido mejorar los datos de empleo y la calidad del empleo, es el gobierno de los ERTE en la pandemia, que permitieron a miles de familias no quedarse en la cuneta, el gobierno de la ejecución de los PERTE, el gobierno también de la ley de eutanasia o de la equidad sanitaria y de muchas otras iniciativas que, a menudo, han quedado opacadas por el ruido producido por el propio ejecutivo o por las dificultades a la hora de contarlo.

Hacer saber que ese gobierno trabaja mucho no es lo importante, el tabajo se le supone, es importante saber contar, y sin ruido, en que y para quien trabaja.