El pequeño restaurante de Barcelona al que es "adicta" Rigoberta Bandini

Madrid

Rigoberta Bandini es una de las artistas del año. No ganó el Benidorm Fest pero ir a Eurovisión quizá era lo de menos. Ay, mamá se ha convertido en un himno generacional y muchos que no la conocían hasta entonces descubrieron que tras ese seudónimo estaba Paula Ribó, que suma a sus canciones una larga trayectoria como actriz de doblaje. "Después del Benidorm Fest noté que había crecido el proyecto. Me paran por la calle, sobre todo en Madrid, pero no es una cosa masiva y no me molesta en absoluto, la gente es muy maja y me dice cosas bonitas", cuenta.

La primera vez que su madre escuchó Ay, mamá se quedó pensando si la había entendido: "Siempre le pasa con mis canciones y no sé por qué porque escribo mensajes muy literales e intentando ser cercana, pero ahora mismo obviamente es su canción fetiche junto a Too many drugs, que también la escucha mucho". Bandini también es madre y ahora es ella quien tiene caldo en la nevera: "Tengo que aclarar que yo soy la peor cocinera del planeta así que caldo sí, pero más bien de brick, aunque tengo que decir que caldo sí me gusta hacer más que nada porque no tienes que hacer nada, hay que meter las cosas y esperar a que hierva, no tiene mucho misterio", confiesa en La sartén por el mango. En invierno toma caldo casi todas las noches pero en verano toma el relevo otra de sus especialidades: Compro coquinas, almejas y mejillones bastante a menudo porque me gustan mucho y también es súper sencillo: ajito, vino blanco, tapar y ya está. Esta es mi gran cocina", dice entre risas. Añade que ella en lo que es realmente buena es girando tortillas: "Si alguien hace la tortilla, esa técnica a nivel de movimiento la tengo".

Colaboración con Amaia entre vinos

Este verano Rigoberta Bandini y Amaia publicaron una canción juntas. Así Bailaba toma como base la canción de los payasos de la tele para darle la vuelta y hacer una versión feminista en la que la protagonista en cuestión en vez de hacer las tareas de la casa hace twerking. Una colaboración que nació de forma improvisada una tarde de tomando vinos porque realmente en principio solo iba a escribir una canción para el próximo trabajo de la navarra y salieron con los dos temas: "Antes de ponerme a escribir una canción para su disco, como me dijo que era un disco muy personal, la quería conocer con más profundidad y quedamos a tomar unos vinos el día de antes para conocernos. Mi mente estaba con el bloc de notas activado para saber de qué cosas quería hablar ella y qué cosas teníamos en común que nos resonaran a las dos".

El vino blanco es su preferido: "Me gusta uno que se llama Gessami, del Penedés pero he tenido épocas en que he sido muy fan de El Perro Verde y hay un albariño que me gusta mucho también", detalla en el programa ante la indignación de Santi Rivas, de Colectivo Decantado, que se lleva las manos a la cabeza cuando escucha El Perro Verde y propone en su lugar otro vino asequible como Cune Monopole.

Sus restaurantes preferidos

Como en cada programa de La Sartén por el mango, quisimos saber cuáles son los restaurantes favoritos de la cantante y compartió cuatro, dos en Barcelona, uno en Madrid y otro en la A-2, cerca de Zaragoza. Comienza hablando por los de su ciudad: "Mabel The Granja es un restaurante de la calle de la Marina de Barcelona conocido por la gente del barrio [Poblenou] que tiene un menú del día que es increíble, tanto por la calidad de la cocina como por el trato. Recomendación absoluta. Y en mi barrio, en la calle Laforja, está Casa Palet que tiene buen producto de temporada: un tomate increíble con ventresca, una tortilla con gorgonzola y setas que flipas... cada día tiene platos diferentes. Es un lugar pequeñito que también es charcutería y tiene 4 ó 5 mesas pero muy bueno, estamos bastante adictos desde que lo hemos probado".

Comparte que su pareja, Esteban Navarro (50% del dúo cómico Venga Monjas), es "un loco de la gastronomía" y que fue quien le dio a conocer un restaurante asturiano en Madrid que ahora le encanta: El Ñeru (Calle de Bordadores, 5). "La comida está muy buena, el cachopo, la sidra... es como un ritual que mola mucho, se ha vuelto un poco tradición ir", cuenta. Lo mismo sucede cada vez que están de gira y pasan con la furgo por El Navarro, un bar de carretera muy cerca de Zaragoza: "Nos gusta bastante. No es una comida ligera y siempre quieres echarte una siesta después en vez de coger el coche".