Fuego y chinchetas
Ocio y cultura

Vivir un festival en el que no sabes qué grupos van a tocar

Ebrovisión celebró su 20 aniversario sin desvelar su cartel y con decenas de sorpresas

Lori Meyers, durante su actuación en Ebrovisión / Stuart MacDonald

Miranda de Ebro

¿Irías a un festival de música sin saber qué grupo van a tocar? En Fuego y Chinchetas nos hemos puesto el outfit festivalero y nos hemos metido de lleno en la piel de un público que ha ido totalmente a ciegas esperando que alguna de las bandas que saltara al escenario fuese esa tan deseada. Una experiencia única que se les ocurrió a los organizadores del Ebrovisión para celebrar su 20 aniversario en 2020. Dos años después, y con una pandemia –prácticamente superada– de por medio, el evento celebrado en Miranda de Ebro ha podido presentar esta idea tan loca y a la vez tan intrigante con decenas de amigos y 20.000 asistentes que no han querido perderse una cita especial que conjuga música con gastronomía, concepto que se va a fortalecer aún más para las próximas ediciones donde se contará con un nuevo recinto y con ideas renovadas.

Con un sold out anunciado desde hace meses, el Ebrovisión no soltó prenda de qué era lo que tenía guardado para celebrar sus dos décadas en el panorama indie de nuestro país. Ni siquiera se les escapó lo más mínimo con los horarios ya que este calendario se publicó una semana antes del festival y cada banda se representaba con un emoji. Una zapatilla, una lupa, un volcán, el infinito o el adn eran algunos de los emoticonos que aparecían en la publicación en redes sociales (que adjuntamos para los más interesados). Tuit con el que lograron el objetivo que buscaban: que todo el público se volviese loco intentando adivinar las bandas que acudían. De hecho, más allá de ayudar a averiguar los grupos ocultos, lo único que hizo fue crear quinielas y fabricar un gusanillo único que se mantuvo hasta segundos antes de que los protagonistas salieran a tocar. Hasta paisanos que no iban a ponerse la pulsera estaban ilusionados por el artista que suponían que iba a salir el domingo en un escenario en medio de la ciudad.

Tal era el rebusque de los organizadores que los festivaleros alucinaron cuando comunicaron la baja de los Mujeres, banda que se suponía que era la ‘silla’ en los horarios y que venía de su frase “sentada en esa silla” del temazo Romance Romántico. La banda catalana se quedaba con las ganas de estar en este aniversario por un latigazo en la espalda de su vocalista que también les obligó a cancelar su actuación en el Canela Party una semana antes. Les sustituyó ‘teléfono’... que obviamente no iba a ser ni Aitana ni Phoenix, quienes tienen canciones con ese título. La rumorología se fue extendiendo por todas las zonas de la ciudad: “Es Izal”, “yo creo que toca Vetusta Morla”, “el cuchillo es Carolina Durante”, “el trigo es La MODA por su canción Campo amarillo”, “Lori Meyers no puede faltar”... eran algunos de los comentarios que se escuchaban en el autobús que te llevaba al recinto del Ebrovisión, en los corrillos formados en las entradas a los conciertos o en puntos de encuentro del público. Algunos acertaron, otros muchos, no. Eso sí, los más avispados (y entendidos) podían intuir quién sería el secreto por la colocación de los instrumentos, ver a parte de la banda que decidió hacer un prueba-toca, o a veces, simplemente, mirando el parche de la batería que en ocasiones llevaba escrito el nombre del grupo. Incluso hubo quien se cruzó con integrantes de algunas bandas que no podían aguantar quietos en la habitación del hotel o por los aledaños del recinto.

Lo que es cierto es que no faltó ninguno de los amigos que han ido acompañando al festival durante su andadura en estos 20 años. De jueves a domingo, el papel que envolvía este regalo se fue quitando y desvelando quién estaba detrás de cada sorpresa. Un sistema que alimentó esas ganas de concierto y que incluso sirvió para muchos ebrovisivos la oportunidad de conocer a bandas que nunca hubieran ido a escuchar si su nombre estuviera escrito en el cartel. Lori Meyers, Sidonie, El Columpio Asesino, los hermanos Ferreiro, La Habitación Roja, Triángulo de Amor Bizarro, Morgan, Ángel Stanich, Carolina Durante, Rufus T. Firefly y muchos más no se quisieron perder esta cita que desde hace años tienen marcada en el calendario. Incluso hubo sorpresas dentro de las sorpresas ya que la organización pidió un toque especial a los grupos, con especial mención a Deu Txakartegi, vocalista de la extinta We Are Standard y amigo íntimo de Ebrovisión, que gozó de un sábado mágico saltando a escena para cantar con cada cabeza de cartel de esa jornada. Misma noche en la que todo el equipo de organizadores tuvieron su momento sobre el escenario principal con una enorme tarta de cumpleaños y sobre la que brindaron con un porrón de zurracapote fluorescente para despedirse de un recinto que les ha acompañado estas décadas. Sí, otra sorpresa fue que, a partir de la 21ª edición, Ebrovisión cambiará, aunque aún no sabemos cómo.

El Tiny Desk de Lori Meyers

El viernes se presentó apoteósico, sin obviar un jueves en el que se vio un aperitivo de cómo iba a ser el modus operandi del festival a la hora de mostrar qué habían estado preparando para esta edición. Jordana B y Morreo fueron los primeros en aparecer en la carpa exterior del Ebrovisión, mientras que los estadounidenses The Night Beats pusieron la única píldora internacional en un festival que siempre ha apostado por el género nacional, ya sea con grupos emergentes como con los ya consolidados. Ejemplo de lo primero fue la actuación de Arde Bogotá, lo más aplaudido del jueves, que contó con la sorpresa de Gabriel de la Rosa, cantante de Shinova. De hecho, su aparición levantó las sospechas de que su grupo podría tocar ese fin de semana en Miranda, pero no se le volvió a ver el pelo. Los de Cartagena son la gran revelación del curso indie con su álbum La noche, el cual mostraron en su totalidad sobre el escenario principal del Ebrovisión. Tablas a las que después se subieron El Columpio Asesino. “Somos la lupa”, dijo Cristina, cantante de la formación de navarra, quien recibió un rapapolvo del público tras referirse a ellos como burgaleses. Los de Pamplona estiraron su setlist más allá del frenético final con Diamantes, Perlas y Toro, las tres de su trabajo de 2011. Cuando todo el público pensaba que iban a terminar con el exitazo de “te voy a hacer bailar toda la noche”, volvieron a regresar para tocar sus rarezas y veteranísimas Floto, Susúrrame, Your man is dead y Vamos, versión de Pixies que aparece en su primer disco, el homónimo, allá por 2003.

Para el siguiente día, los festivaleros seguían sin saber qué bandas aparecerían frente a ellos. La Fábrica de Tornillos, sala coqueta y acogedora de la ciudad, madrugó para presentar a Bicho Humano, Embusteros y The Parrots. Sí, estos últimos eran el teléfono que sustituyó a Mujeres. ¿Por qué? Porque en su último trabajo llamado Dos aparecen Álex de Lucas y Diego García llamando por una cabina telefónica. Los madrileños presentaron este último disco con incorporaciones en la banda como Ade de Hinds, Luis Basilio de Los Nastys y un saxofonista que redefine este garaje tan particular de una formación que antes era un dúo. Le dieron al inglés con You work all day and then you die y It's too late to go to bed, tocaron las sentimentales Amigos, Lo dejaría todo y Romance, así como al reguetón de Soy peor de Bad Bunny y su tema Maldito, aunque sin C. Tangana. Con un parón para comer, el ritmo no bajó porque saltaron Biznaga. De hecho, los malagueños mencionaron la hora de su concierto con cierto toque sarcástico ya que eran un grupo “perfecto después de una comida copiosa”. A la mayoría del público le dio igual y saltó, bailó y cantó sus discos llenos de mensajes en contra del poder de las redes sociales, de las pantallas que nos rodean durante todo el día y de la falta de esperanza. 2k20, No-Lugar, Domingo especialmente triste, Adalides de la nada, Mediocridad y confort, y su ya conocido cierre con Una ciudad cualquiera. Hasta se animaron a cantar Bailar pegados de Sergio Dalma para mostrar el “toque más sensible” del punk.

Isa Cea de Triángulo de Amor Bizarro salió a cantar un tema con Biznaga, y esto sí que fue un aviso. Triángulo no faltó en una cita que tiene bien marcada en el calendario ya que son bastante asiduos al Ebrovisión. Los gallegos presentaron un bolo muy similar al que ya hemos destacado este verano en Sonorama y Low Festival. Tras ellos vino la espectacular propuesta de Morgan. "Son Dorian", dijo un asistentes al ver la escenografía (que contaba con una estructura de torre eléctrica que se iluminaba y era igual para todos). Su sorpresa fue mayúscula y decidió quedarse para verles por primera vez. Quedó maravillado. Tras alcanzar el éxito con su disco Air, los madrileños están presentando The river and the stone. Se trata de una banda que embelesa por la calidad musical de todos sus integrantes, desde el teclado de 'Chuchería' David Schulthess, la guitarra Paco López, la batería de Ekaín Elorza y la portentosa y a la vez delicada voz de Nina. Alone, River o Paranoid fall sonaron por primera vez en Miranda de Ebro, pero tampoco faltaron Home, Sargento de hierro y el efectista espectáculo que rodea Another road.

Si esto podía parecer mucho, antes de estas dos bandas fue el turno de Camellos y del gran rumor de la tarde-noche del viernes: los Ferreiro. Los primeros tiraron de su Manual de estilo para acabar activando los primeros pogos del día con Arroz con cosas, Mazo, Becaria y Café para muy cafeteros. Además contaron con todos los instrumentos con los que han grabado su disco de este curso para así darle un toco más especial a este concierto, ya de por sí peculiar. Por su parte, los gallegos jugaron al despiste. Primero salió Amaro que tocó su último trabajo Personajes secundarios que no pudo exponer por el COVID y con el que bromeó asegurando que “hay muchos que piensan que aunque no hubiese habido pandemia también me habría ido mal”. En él es donde se encuentran temas como Homicidio involuntario con su “Jay C, Jay No”. Su aparición fue un bajón para cierto público que esperaba que saliera el otro Ferreiro, y esa sensación fue más flagrante cuando realmente salió a ese escenario pequeño del recinto (el de La Salve) del Ebrovisión ya que todos los que se habían apartado en ese momento, o estaban hablando sin parar, se agolparon en las primeras filas para sacar sus móviles a grabar. Mucho tiene que querer Amaro a Iván para perdonarle estas cosas, pero lo cierto es que cuando los hermanos se juntan… son imbatibles. “Vamos a tocar unos temas nuevos”, volvió a ‘engañar’ Iván Ferreiro que sin más miramientos reventó el día al cantar SPNB, El equilibrio es imposible y Turnedo. Tan solo tres temas le valieron para instalar la locura.

Pero aún tocaba sudar mucho. Lori Meyers fue la gran sorpresa de la noche. Los granaínos repensaron su show y se presentaron a hacer un acústico que se convirtió en un Tiny Desk a lo C. Tangana. El tridente original con Noni, Álex y Alfredo se plantaron en el escenario con unas sillas y dos mesitas –con sus particulares lámparas y botellas de vino blanco– que improvisaron minutos antes de su actuación. Pero ese ambiente de salón dio igual. El acústico saltó por los aires con cuatro bailoteos del vocalista que se mostró eufórico de principio a fin y que acentuó el objetivo de la banda en dar vida propia a las canciones y no encorsetarlas en cómo se publicaron por primera vez. Hacerte volar de su último disco Espacios infinitos fue el inicio de un concierto al que le acompañaron todo temazos: Siempre brilla el sol, Luces de neón en modo bossa nova, Océanos, Mi Realidad, Emborracharme, Rumba en atmósfera cero y Alta fidelidad. Les siguió el frenetismo de Carolina Durante. Si alguien no lo había dado todo hasta ese momento (que lo dudo), terminó de explotar con estos Cuatro chavales. Diego Ibáñez no paró de brincar y revolverse sobre el stage mientras tocaban desde Aaaaaa#$!& hasta Famoso en tres calles. Entre medias se dejaron poco de su repertorio: En verano, Urbanitas, Nuevas formas de hacer el ridículo y los pogos también estuvieron presentes. Tal fue el éxtasis que al vocalista y letrista se le fue el micro al foso en un momento dado. Diego recordó su paso por Ebrovisión en 2018 y repitieron algo que sucedió aquel día: salió Martín Barreiro a cantar con ellos. Ha pasado el tiempo para todos, unos tienen el éxito asegurado y otros el pelo mucho más largo. Aquel año el hombre del tiempo de La 1 salió a cantar La noche de los muertos vivientes y esta vez lo hizo con Cayetano, pero lo que nadie le puede obviar es que siempre aparecerá su nombre en la letra de El año, canción del disco debut del grupo del momento. Tras ellos aparecieron Ladilla Rusa con su Macaulay Culkin y Kitt y los coches del pasado. Banda que mucha gente sí acertó porque su emoji era un coche.

Carolina Durante junto a Martín Barreiro, en Ebrovisión

Carolina Durante junto a Martín Barreiro, en Ebrovisión / Stuart MacDonald

La noche Deu

El sábado apareció lo único que no era sorpresa, la comida popular. Ebrovisión es un festival muy ligado a la gastronomía y siempre ha apostado por la hostelería mirandesa que este año además cuenta con la Estrella Michelín de Alejandro Serrano. El festival, como siempre, se trasladó esta jornada a la Plaza de España mirandesa con los puestos de comida donde podías encontrar burritos, perritos calientes, albóndigas y bocatas, así como el dulce con el famoso goxua y el trampantojo de tomate de Miranda. Entre bocado y bocado, música. Al vermú, en la Fábrica de Tornillos, tocaron El Meister –en el Ebropeque–, Salto y Enric Montefusco (con colaboración de Víctor Cabezuela incluida), mientras que, con el postre, al escenario de la plaza se subieron Mi Buenaventura, una de las revelaciones del cartel. Este grupo, formado en Bilbao y con integrantes llegados desde Bogotá, originó los primeros bailes gracias a su cumbia con Boogaloo y el movido final Aleluya champeta. Les siguieron Los Bengalas, que ya sabían lo que era tocar en ese mismo lugar, aunque esta vez lo hacía con dos integrantes nuevos, sin obviar su gran éxito Jodidamente loco, contando con la ayuda de la banda local The Rockin' Pneumonias y echándose unos versos de Kase O. Dos estilos potentes para ir cogiendo ritmo para la última gran noche.

Ya en el recinto, fue la noche Deu Txakartegi. El vocalista de la desaparecida We Are Standard se movía como pez por el agua en la que fue su casa durante muchos años. Uno de los rumores que corrían por Miranda era que igual iba a suceder el reencuentro de los vascos, pero finalmente fue saliendo de poco en poco en el escenario principal del Pabellón Multifuncional donde, por último año, se hace el Festival Ebrovisión. Con los primeros con los que salió fue con La Habitación Roja. Con ellos tocó el mítico On the floor de cuando su banda se llamaba solo Standard allá por 2006. Los valencianos supieron moldearse para llegar a esos sonidos tan eléctricos de los WAS, pero también se refinaron para su Años luz uno y dos, presentados el 2021. Sin embargo, Jorge Martí, Pau Roca y cía se guardaron para el final sus canciones más queridas como Voy a hacerte recordar, Ayer e Indestructibles. Antes que ellos Gaf y la estrella de la muerte y Bifannah se estrenaron sobre el suelo del evento mirandés.

Los integrantes de Mi Buenaventura en el escenario de la Plaza de España de Miranda de Ebro, en Ebrovisión

Los integrantes de Mi Buenaventura en el escenario de la Plaza de España de Miranda de Ebro, en Ebrovisión / Stuart MacDonald

Rufus T. Firefly fueron los siguientes. Si habías estado en el concierto de Montefusco por la mañana podrías intuir por dónde iban los tiros, pero ya si mirabas la batería, sabías que era la de Julia Martín-Maeso, una de las mejores bateras de nuestro país. Los de Aranjuez se lanzaron a por los temas con títulos más largos (Sé dónde van los patos cuando se congela el lago y Un breve e insignificante momento en la breve e insignificante historia de la humanidad), pero también más preciosistas. Su música es una clase de luz luminiscente que va envolviendo todo el lugar gracias a la precisión de Víctor en el teclado, guitarra y micrófono, y a la ya mencionada Julia que abraza el escenario con su potencia en la percusión. Así es El largo mañana, Loto y Magnolia, sus tres últimos trabajos con los que la creciente formación ha dado un salto infinito. Todo cogió más sentido con la sorpresa que tenían guardada al salir Anni B Sweet, casi de extranjis, para cantar hasta tres temas con ellos, entre ellos el refinado Selene. La malagueña les debe mucho a Rufus, quienes le acompañan como banda tras su trabajo Universo por estrenar, con el que dejó más delgado el folk de sus primeros álbumes y se acerca más a la psicodelia de Víctor Cabezuelo y compañía. Nebulosa jade, Druyan & Sagan y Río Wolf le pusieron el broche final perfecto a su bolo.

Momentazo al que le siguió el turno de Ángel Stanich y su jerga a lo Muchachada Nui que tiene y que tanto nos gusta. "Algunos no me conocerán y otros se preguntarán qué hace Ara Malikian con banda y con el pelo más corto aquí", bromeó el autor de temas tan punzantes como Rey idiota y Una temporada en el infierno. De esta última salía el volcán que representaba su emoji en los horarios del Ebrovisión. Germán Salto, del que dijo que "es como el Mirandés porque está despegando" y Javier Vielva' El Meister', al que aseguró que se parecía a "Quevedo, pero al escritor", no quisieron perder la oportunidad de tocar con la Stanich band. "Los Planetas tienen Un buen día, La Habitación Roja, Un día perfecto, y Ángel Stanich... Un día épico", dijo Vielva –antes de cantar dicha canción–, al quien el barbudo Ángel le debe bastante ya que fue como un padre para él cuando llegó a Valladolid. De hecho, le produjo Camino ácido, disco con el que empezó a hacerse hueco y carburar en esto de la música. Escupe fuego y Mátame camión fueron el punto y final de un setlist que se dejó fuera su primer gran éxito Metralleta Joe.

Con un retraso de más de media hora según el horario estipulado, pero entendible por el entusiasmo de los organizadores a la hora de celebrar con todos los ebrovisivos este 20 cumpleaños (Incluida una tarta enorme, porrones de zurracapote, más secretos para el próximo año con la localización nueva y un maestro de ceremonias que llamó hasta en tres ocasiones Miranda del Ebro a Miranda de Ebro), fue turno para uno de los grupos que todos esperaban: Sidonie. El infinito no daba lugar a dudas. Los catalanes saltaron con fuerza y recordando todo lo que han pasado por los backstage de Ebrovisión, tanto que fue en uno de ellos donde conocieron a Edu Martínez, teclista del grupo. Nuestro baile del viernes, Fascinado y Me llamo Abba fueron el arranque hasta que se toparon con Pesado y estúpido, nuevo tema que aún no han publicado y que formará parte del disco que están preparando. Por su concierto también se pasaron Ángel Stanich que interpretó El Bosque con ramas de árbol incluidas, además de Jorge Martí de La Habitación Roja que tuvo que remirar varias veces la chuleta de la letra de Carreteras infinitas que tenía pegada en el suelo. Y cómo no, Deu, quien hizo su última aparición de la noche. Los de Barcelona siguieron a lo suyo, pasaron como si nada de El peor grupo del mundo a Mi vida es la música, tema donde se ve a un Marc Ros crecido junto a los otros dos integrantes originales de Sidonie, Axel Pi a la batería y Jess Senra al bajo. El incendio, Un día de mierda y Estáis Aquí fueron la traca final de un recital que rememoró casi todos sus álbumes como Costa azul, los dos que se titulan igual que los temas mencionados en su setlist, El fluido García, Sierra y Canadá y El regreso de Abba. Serial Killers pusieron la matraca final y Santiago Campillo confirmó que el trigo del solitario concierto del domingo no era La MODA.

Íñigo Renedo

Redactor de deportes en la Cadena SER y forma...