Unos 50 millones de votantes eligen este domingo a los representantes de las dos cámaras que conforman el Parlamento italiano. Salvo sorpresa mayúscula, la victoria se decidirá entre Giorgia Meloni, la líder de la formación de ultraderecha Fratelli dItali (FdI); y el candidato del Partido Democrático (PD) —principal formación de centroizquierda—, Enrico Letta. Sin embargo, ninguno de los dos podrá gobernar por sí solo. Para convertirse en la primera mujer en gobernar el país, lo más probable es que Meloni requiera el apoyo de la Liga de Matteo Salvini y Foza Italia, el partido liderado por el expresidente Silvio Berlusconi. Por su parte, el PD no ha podido aglutinar a un gran frente de izquierdas y aspira a una alianza entre Europa Verde, Izquierda Italiana y Compromiso Cívico. El Movimiento 5 Estrellas (M5S), encabezado por Giuseppe Conte, y el Tercer Polo —que conforman los partidos de Matteo Renzi (Italia Viva) y Carlo Calenda (Acción)— observan este pulso entre los dos grandes bloques con la esperanza de que su apoyo pueda ser clave para formar Gobierno. La ley electoral italiana prohíbe publicar encuestas en las 15 jornadas previas a los comicios, por lo que la última referencia que se tiene es del pasado 9 de septiembre. En estas dos semanas, las tendencias han podido variar significativamente, si bien el promedio de los últimos sondeos puede servir como el barómetro más fiable del clima político anterior a la apertura de las urnas. Según el promedio de las encuestas recogidas por el proyecto demoscópico italiano Termómetro Político, FdI sería la fuerza más votada, con un 24,7% de los votos, frente al 21,5% que obtendría el PD. En tercer lugar estaría el M5S, que conseguiría un 13%; seguido de la Liga, que alcanzaría un 12,2%; y Forza Italia, que seduciría al 7,7% del electorado. Azione-Italia Viva sería la quinta formación con más apoyo, al hacerse con un 6,9%; mientras que Los Verdes conseguirían un 3,5%. Con este escenario, el bloque de la derecha y la ultraderecha sumaría un 44,6% de los votos, casi 20 puntos más que el conjunto de partidos de centroizquierda, que apenas llegaría al 25%. En caso de que el Movimiento 5 Estrellas sostuviera con sus votos al PD y Los Verdes, la suma sería de un 38%. Entre el resto de fuerzas políticas, la única que podría superar el umbral mínimo del 3% para tener representación es el partido euroescéptico Italexit. Cuando Mario Draghi anunció su dimisión, el pasado mes de julio, el porcentaje de votos estimados para el FdI y el PD estaba en niveles similares. No obstante, en apenas dos meses los socialistas han caído dos puntos en los sondeos, mientras que el partido de ultraderecha ha crecido tres. La esperanza del centroizquierda no es tanto un desplome de Meloni, sino más bien de sus socios. La Liga de Salvini ha pasado del 15% al 12,2%. Queda por ver si esta tendencia a la baja se ha consolidado en las últimas semanas. Más allá de las preferencias de los electores, un factor determinante en la composición del nuevo Parlamento italiano será el sistema electora que el país estrenó en 2018. Bautizado como Rosatellum, en referencia al diputado del Partido Democrático que propuso la reforma, Eltore Rosato, se basa en un procedimiento de doble reparto de escaños que, en teoría, favorece la implantación de bloques y beneficia a los partidos con mayor expansión territorial. Hasta 2020, los italianos elegían a 630 escaños para la Cámara de Diputados y 315 para el Senado, pero después de una reforma constitucional ahora son 400 los diputados y 200 los senadores. La renovación de las cçamaras debe hacerse cada cinco años, pero en la práctica el final de la legislatura depende de la estabilidad del Gobierno. El 36% de los escaños se reparten mediante un sistema de circunscripciones uninominales, según el cual obtiene escaño el candidato que obtenga un mayor número de votos. Esta fórmula servirá para repartir 147 escaños en la Cámara de Diputados y 74 en el Senado. Otro 61% de los legisladores —245 diputados y 122 senadores— serán designados a partir de un sistema proporcional de listas, con entre uno y ocho escaños por circunscripción, en función de la población que tengan. La normativa reserva el 2% de los escaños —ocho en la Cámara de Diputados y cuatro en el Senado— para los italianos que viven en el extranjero, también mediante un sistema proporcional de listas por partidos. El reparto final tiene en cuenta una serie de umbrales mínimos, de tal manera que no obtendrán ningún escaño los partidos que se presenten en solitario y no logren al menos el 3% de los votos a nivel nacional. En el Senado, se establece como excepción la obtención del 20% de los sufragios en una región. Para las coaliciones, el umbral mínimo se eleva hasta el 10%.