"Lloras cinco minutos, los sacas y ya tienes una comida": consejos de una psicóloga para cenas fáciles, rápidas y sabrosas (cuando no tienes ganas de nada)
"Si estamos tristes o nerviosos, comemos de manera diferente", explica Ana Martín
Gastro 25 | Qué comer cuando no tienes ganas de nada
Madrid
No es ningún secreto que hacer pan ser muy terapéutico. Al amasar, normalmente en silencio, no solo hacemos ejercicio, sino que tendemos a conectar con nosotros mismos para, poco a poco, llenarnos de calma, de bienestar y —si hay suerte— de felicidad. Claro que, a veces, puede funcionar con mucho menos: ni harina de fuerza, ni masa madre, ni fermentación. ¡Basta con salir a comprar! Una técnica que los psicólogos denominan "activación conductual" y que puede romper el bucle de la desmotivación y la inactividad.
"Si estamos tristes o nerviosos, comemos de manera diferente", explica la psicóloga Ana Martín. "Además, se acaba creando una relación bidireccional porque, si no tienes ganas de nada, tampoco querrás comer y eso hará que acabes teniendo menos energía".
Con la ansiedad, según cuenta esta sanitaria, el círculo vicioso se forma de otra manera: "La comida es algo que está a tu alcance y que te hace sentir bien al instante, así que es fácil desregularse".
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Hace poco más de un año, Martín publicó un exitoso hilo en Twitter sobre las "comidas depresivas". Es decir, "recetas que puedes hacer cuando estás hasta los cojones de vivir, pero no son extremadamente insalubres ni caras". Y es que, según detalla en una entrevista concedida a Gastro 25, la cocina es un tema habitual en su consulta: "La idea es hacer una lista conjunta con ideas para cuando no apetece comer".
En ese hilo, mejorado con el paso de los meses, aparecen varias ideas —algunas muy concretas y otras más abiertas— que no deben entenderse, en absoluto, como un ejercicio gourmet, sino como una apuesta de mínimos, un intento de salvar las muebles o un "mejor esto que nada".
- La plancha puede ser nuestra mejor amiga. Ana Martín recuerda que se trata de "una técnica que apenas requiere esfuerzo, como el horno". Y pone ejemplos: "Tiras unos champiñones ya cortados y un filete, les pones especias, lloras cinco minutos, los sacas y ya tienes una comida. También le podéis cascar un huevo a los champis". Pero, en realidad, vale casi cualquier otra cosa: "Tiras tres cosas, las vigilas mientras piensas que eres profundamente desgraciado y, cuando te das cuenta, tienes una comida medianamente sana sin haber tenido que llamar a la pizzería de la esquina".
- Cremas de verdura de bote. Aunque es recomendable elegir las marcas no tengan muchos aditivos, hay vida más allá del gazpacho y del salmorejo. Una buena forma de "incorporar verduras y hortalizas sin que hagamos un esfuerzo enorme por prepararlas o por comerlas".
- La versión deprimida del ramen. Se puede usar caldo de brik o caldo casero que hayamos congelado, y si a eso le añadimos unos fideos, salsa de soja, ajo en polvo y un huevo escalfado, obtendremos una comida de lo más reconfortante. "¡No se tarda nada!", señala.
- Los huevos son la proteína perfecta. "Se ha desmentido que causen colesterol a patadas y te permiten aprovechar restos de cualquier cosa, completar cualquier comida o llenarte el estómago en nada", señalaba. "Te puedes hacer huevos al plato con un poco de salsa de tomate, dos lonchas de jamón, queso... ¡y al horno! No es la cena más sana del mundo, pero es algo consistente y, al menos, ya no te vas a la cama sin cenar".
- Hummus y zanahorias. Basta con echar hummus (o cualquier paté, aunque esta opción sea menos saludable) sobre una rebanada de pan o, simplemente, mojar zanahorias en esta crema de garbanzos (casera o de bote), añadiendo un poquito de aceite.
- Un plato de pasta diferente. A menudo, cuando no tenemos ganas de complicarnos, recurrimos a los espaguetis o los macarrones. Pero un buen recurso para no comer siempre lo mismo y no tener que hacer una salsa boloñesa al chup chup podría ser el pesto de bote.
Ana Martín también señala que la fruta no debe convertirse en una obligación saludable vinculada a un premio. "En el hilo, hace un año, recomendaba que, si te apetece una rebanada con Nutella, te la hagas después de comer algo saludable. Pero eso hay que matizarlo porque un día puede servir para motivarte, pero ver la comida como un premio puede ser problemático para personas con problemas de la conducta alimentaria... Pasa lo mismo con los niños pequeños, cuando les premiamos con un caramelo. ¡Lo ideal sería que la pera fuese el premio!", explica.
Redes sociales: un arma de doble filo
Otro elemento que debe tenerse en cuenta es la influencia de las redes sociales porque la exposición constante puede estimularnos para mejorar, pero también puede generar frustración. "Las redes sociales promueven muchas conductas de comparación y eso puede ser bueno si te animas a preparar una receta con queso feta, por decir algo", señala Martín.
"El problema es que normalmente solo vemos fragmentos idealizados de la realidad de otras personas, con lo que corremos el riesgo de generalizarlo y pensar que nuestra vida podría ser muy guay, pero en realidad no lo hacemos así", zanja la psicóloga madrileña.
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Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía...