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El caos se instala en Downing Street: la dimisión de la ministra de Interior y un cruce de acusaciones por coacción dejan a Truss en el alambre

Suella Braverman, ministra de Interior, ha presentado su dimisión, mientras que una votación sobre el fracking ha desatado una serie de enfrentamientos entre los diputados 'tories', que han llegado incluso a ataques "físicos"

La primera ministra británica, Liz Truss / NEIL HALL EFE

Madrid

El tablero político de Reino Unido, lejos de estabilizarse, se agita cada vez más. Cuando parecía que con la dimisión forzosa de Boris Johnson llegaba un periodo de calma y estabilidad, ha llegado Liz Truss para alterarlo aun más. Tras el terremoto que provocó su propuesta fiscal neoliberal, parecía que había contentado a las voces críticas dentro de su partido con el cese del ministro de Economía y la retirada de su plan, pero nada más lejos de la realidad.

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Durante este miércoles, Suella Braverman ha dejado su cargo como ministra de Interior del Gobierno británico, según ha adelantado el periódico The Guardian y ha confirmado posteriormente ella en sus redes sociales. Apenas unas horas más tarde, otros dos altos cargos del partido conservador presentaron su dimisión. Se trata de Wendy Morton, responsable de disciplina del grupo parlamentario, y su número dos. Sin embargo, desde Downing Street han asegurado a última hora de la noche que ambas personas se mantienen en el cargo.

Además, estaba prevista para la tarde una controvertida votación en la Cámara de los Comunes sobre el fracking, en la que se han vivido escenas caóticas y ha derivado en acusaciones de coacciones para evitar una rebelión entre los conservadores. Este episodio ha evidenciado la profunda división que se vive en el seno del partido 'tory', ya que, a pesar de que ningún diputado conservador votó en contra de su propio Ejecutivo, 40 se ausentaron de la cámara, entre ellos la primera ministra, y las escenas que se vivieron en los pasillos del Parlamento durante la votación reflejaron las turbulencias que atraviesa el Gobierno de Truss.

Más problemas para Truss

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Una dimisión confirmada, dos desmentidas

El inicio de las turbulencias de este miércoles se ha iniciado con la dimisión de Suella Braverman como ministra de Interior del Gobierno británico. Esta se ha producido después de la sesión de control en el Parlamento, cuando Braverman se ha reunido con Liz Truss y le ha presentado su renuncia. La primera ministra ha cancelado los actos institucionales que tenía agendados para esta tarde.

En una carta publicada en su perfil de Twitter, la ya exministra de Interior ha explicado las causas de su marcha. Según Braverman, ha cometido "un error", enviando un documento oficial desde su correo personal a un parlamentario para pedirle que apoye las políticas que estaba promoviendo en materia de migración. Con este gesto, que podría suponer riesgos en materia de seguridad, según dice, "ha infringido técnicamente las normas".

Tras ver su error, asegura Braverman que "lo ha reportado en los canales oficiales". Aun así, insiste en que como ministra debe mantener "los estándares altos" y por eso presenta su dimisión. "Acepto mi responsabilidad", ha remarcado. En ese mismo comunicado, también ha lanzado críticas veladas a Truss porque insiste en que cuando se comente un error se debe actuar. También ha reconocido que "le preocupa" la dirección del gobierno. Downing Street ha confirmado al sustituto de Braverman, que hasta ahora era titular de Transportes, Grant Shapps.

Poco después, Wendy Morton, responsable de disciplina del grupo parlamentario, y su número dos han presentado también su dimisión. Se trata de dos altos cargos internos del partido conservador y cuya influencia es notable. Sin embargo, más de dos horas después, desde el Ejecutivo británico aseguran que esta información es mentira y que ambas personas siguen ocupando sus cargos.

Una votación que enfrenta a los 'tories' "físicamente"

Para esta tarde estaba prevista una controvertida votación en la Cámara de los Comunes sobre la hidrofractura hidráulica, es decir, el fracking. A pesar de que los 'tories' se impusieron por un amplio margen de 96 votos (326 frente a 230), logrando desestimar una enmienda propuesta por los laboristas para impedir que el Gobierno vuelva a permitir el "fracking" en el Reino Unido, se han vividos episodios muy poco comunes en política.

Aunque ningún diputado conservador votó en contra de su propio Ejecutivo, 40 se ausentaron de la cámara, entre ellos la primera ministra, y las escenas que se vivieron en los pasillos del Parlamento durante la votación reflejaron las turbulencias que atraviesa el Gobierno de Truss.

Un diputado de la oposición laborista, Chris Bryant, hizo estallar la polémica al asegurar que dos ministros, Jacob Rees-Mogg, titular de Empresas, y Therese Coffey, de Sanidad, presionaron a sus correligionarios para que no accedieran al pasillo para votar en contra del Gobierno.

El laborista aseguró que un conservador, Alex Stafford, llegó a sufrir una agresión "física" para impedir que siguiera adelante, si bien el 'tory' aseguró que el encontronazo se limitó a una "conversación franca y robusta". El también conservador Charles Walker tachó de "inexcusables" las escenas que se vivieron en el Parlamento.

"Esto es una absoluta desgracia. Habiendo sido diputado durante más de 17 años, sin haber sido nunca ministro y habiendo sido leal la mayor parte del tiempo, creo que esto es un desastre y una desgracia", afirmó. Rees-Mogg, por su parte, declaró que no vio "ningún acoso" a los diputados conservadores. "Solo vi que hubo discusiones sobre el voto que se estaba llevando a cabo, esto es lo que ocurre normalmente", afirmó.

Además, Charles Walker, diputado conservador, ha señalado ante los medios que esto es "el mejor reflejo de la situación del Partido Conservador a todos los niveles", para después asegurar que "un desastre y una vergüenza absolutamente espantosa".

Así, la situación del Gobierno británico se asemeja mucho a una crisis que puede terminar con la salida de Liz Truss, apenas seis semanas después de ser nombrada como primera ministra. Sin embargo, su predecesor en el cargo, Boris Johnson, demostró una capacidad sin precedentes de aguantar reveses políticos, por lo que todavía se desconoce si Truss logrará resistir o no. "Soy una luchadora y no una desertora", ha asegurado este miércoles ante el Parlamento.

Liz Truss pide perdón a los británicos
 
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