Joseph Merrick, el Hombre Elefante
"Es cierto que mi forma es muy extraña, pero culparme por ello es culpar a Dios; si yo pudiese crearme a mí mismo de nuevo procuraría no fallar en complacerte. Si yo pudiese alcanzar de polo a polo o abarcar el océano con mis brazos, pediría que se me midiese por mi alma. La mente es la medida del hombre". El texto pertenece a Joseph Merrick y fue hallado entre sus pertenencias tras su muerte en su habitación de la plaza Besteers del Hospital de Londres, el 11 de abril de 1890
"Vi por primera vez la luz el 5 de agosto de 1862. Nací en la calle Lee en Leicester (Inglaterra). La deformidad que ahora exhibo no se notaba mucho al nacer, pero comenzó a desarrollarse cuando tenía 5 años. Fui a la escuela hasta los 11 o 12 años, cuando ocurrió la desgracia más grande de mi vida: la muerte de mi madre, que en paz descanse. Fue una buena madre conmigo (…) A los 20 años fui operado por primera vez. Fui entonces al hospital en Leicester, donde fui sometido a una operación en el rostro (…) Me cortaron 80 u 85 gramos de carne". Con esas palabras, el propio Merrick contó en una autobiografía de dos hojas sus primeros años. Ni él ni los médicos sabían aun que padecía el síndrome de Proteus caracterizado por malformaciones y sobre crecimiento asimétrico de diferentes partes del cuerpo.
Tuvo la suerte de conocer al doctor Frederick Treves en 1884 cuando era exhibido en una especie de circo de fenómenos y variedades, en el barrio londinense de Whitechapel. Fue quien le ayudó a que sus últimos años de su vida fuese más digna, destinándole una habitación en el Royal Hospital de Londres. «No tuvo infancia. Nunca había experimentado placer», reflexiona Treves en el libro que escribió sobre Merrick. «No sabía qué significaba la alegría de vivir ni que ciertas cosas podían ser divertidas… Nunca había tenido un hogar ni conocido nada semejante. No tenía posesión alguna». Con el transcurso del tiempo descubrió que Merrick «era muy inteligente, poseía una sensibilidad aguda y una imaginación romántica».
Una mañana, Treves encontró muerto a Merrick en su habitación, estirado en su camastro con los ojos cerradas y una sonrisa plácida. Tenía 27 años. El gran peso de su cabeza podía producir que se le partiera el cuello y parece que esa noche en vez de sentado, quiso dormir como el resto de los seres humanos. Su esqueleto y algunas de sus pertenencias se pueden ver en el Museo Royal Hospital de Londres. A mediados de la década del 80 a este hospital había llegado una oferta impactante. Ofrecían 500.000 dólares por el esqueleto de Joseph Merrick y el comprador era el rey del pop Michael Jackson, obsesionado con la historia de este hombre. Había visto la película de David Lynch decenas de veces y hasta pensó en producir la obra teatral en Broadway. Dicen que se sentaba frente a su esqueleto y repetía una frase de la película: “No soy un animal, soy una persona”. Michael no lo pudo comprar y en el video “Leave me alone” aparece bailando con un muñeco parecido al esqueleto de Merrick.