"Es lo único de lo que un español dice que no sabe": Santi Rivas explica qué es la 'Spanish shame' y por qué los divulgadores del vino han destruido nuestro ego
En su ensayo 'Deja todo o deja el vino', el autor expone su particular visión de un sector repleto de egos, vampiros y gente "muy de derechas" | Célebre por usar palabras como "pollavieja" y por disfrazarse de fantasma, el 'winelover' de Leganés asegura que el vino no es bueno para la salud, pero defiende que José María Aznar merecería tener una estatua
M. CARBONELL / C. G. CANO
Madrid
Bouquet, taninos, empireumáticos... Parecía que, para poder hablar de vino, tenías que sacarte, al menos, tres cursillos: el de aromas, el de léxico y el de postureo. Pero entonces llegó Santi Rivas (aka Colectivo Decantado) y nos recordó que, en realidad, también se puede descorchar con humor, con irreverencia... y hasta con verborrea. Él se define como un tipo de clase baja de Leganés así que, en realidad, partía con cierta ventaja.
Lo que empezó siendo una serie de vídeos en Instagram, de hecho, ha acabado llevándole a dejarlo todo (para no tener que dejar el vino). Una decisión que ha inspirado el título de su primer libro, editado por Muddy Waters Books y prologado por el fubolista (y bodeguero) David Silva. Un particular retrato del sector en el que, partiendo de su experiencia personal, acaban apareciendo también periodistas preconstitucionales, aficionados "tiesos", bodegueros de culto y hasta el expresidente José María Aznar. Una obra que, como sucede con Cocina o barbarie, de Maria Nicolau, poco o nada tiene que ver con lo que se suele publicar.
Más información
Santi Rivas, Campeón de España de Cata a Ciegas por Equipos (2018), recuerda perfectamente el día en el que todo cambió: "Fue el 16 de agosto de 1996, a las 5 de la tarde. Estaba de vacaciones en Roquetas de Mar (Almería) y mi primo Yilú, que vive en Francia, descorchó un vino de Marcel Lapierre, un productor del Beaujolais. El vino era muy fluido, sabía a fresa... y ahí mismo fui consciente de que era un punto de inflexión".
Seis años después, con solo 22, se fue a vivir a París y, aprovechando que su vino trabajaba en Caves Augé —"una tienda mitiquísima del Boulevard Haussmann que hay que visitar"—, se adentró aún más en un mundo que en España "no existía". Pero, de vuelta en Madrid, ya con un título universitario y un buen trabajo, decidió alquilar un piso a pocos metros de Lavinia: la tienda con más referencias de la capital.
"A base de ir y conocer gente descubrí que el vino es un mundo muy transversal. ¡Tanto como el fútbol! Puedes echar la tarde hablando con el Marqués de Vargas. ¡Ahí no hay clases sociales! Al acceder al mundo iniciado, de hecho, veo que es divertido y que hay códigos muy curiosos. Nada que ver con lo que se trasladaba desde entornos más expertos o periodísticos", explica. Y por eso, en cuanto vio cómo era "alta jerarquía del vino" en España, tuvo claro que había "hueco" para alguien capaz de ver más allá de las puntuaciones y de los tecnicismos.
Santi Rivas fue un pionero. Sus Instacatas son un compendio de referencias a la cultura pop y una fábrica de neologismos. Tanto es así que su libro cuenta con un glosario: castorear, jorgejuaner, Telva wine, tiesos friendly, vinagrismo... Pero a veces va un poco más allá. Como cuando aseguró que al Cvne Monopole le echan tantos sulfitos que hay que esperar 37 años para que alcance su punto óptimo. O como cuando se disfrazó de fantasma (por primera vez) para comentar un vino espumoso francés.
Un "teleñeco" con acceso a "la nevera de Doraemon"
Sus primeras apariciones en YouTube e Instagram tuvieron un gran éxito de público, pero a la casta del mundo del vino no le hicieron tanta gracia y, de hecho, empezaron a llamarle "el teleñeco". Un mote con el que intentaban ridiculizarle, pero que no duró mucho. Semanas después de darse a conocer en las redes sociales quedó tercero en el prestigioso Concurso de Cata a Ciegas que organiza Vila Viniteca... y tapó muchas bocas.
Gastro 25 | Santi Rivas y los vampiros del vino
31:31
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1670010250965/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Poco a poco, de hecho, el teleñeco se ha ido convirtiendo en un personaje querido y respetado. En el libro, por ejemplo, explica cómo descubrió "la nevera de Doraemon": un artefacto casero creado por dos grandes expertos del sector a los que conoció en una cena, justo después de otra edición del concurso de Vila Viniteca. "Estábamos bebiendo como dioses, pero no les parecía suficiente y me dijeron de ir al coche, que tenían una especie de nevera de playa que se habían fabricado ellos mismos y en la que cabían 15 o 20 vinos de clase mundial".
"Han destruido el ego del consumidor"
También dedica varios capítulos de Deja todo o deja el vino a retratar, a su manera, personajes del sector: periodistas preconstitucionales "genran aversión, pero son graciosos"), bodegueros egomaniacos, bodegueros que no hablan, salteadores de caminos (que te ofrecen un vino 500 euros más caro que el que has pedido, sin advertirte del precio), el winelover de mal gusto, el winelover tieso... "Me gusta mucho el enreda: un tipo de persona que no sabemos de dónde saca el dinero, pero que todo el rato te plantea planes muy límite. Si hubiese uno aquí, por ejemplo, nos propondría ir a cenar a Disfrutar, dormir en Barcelona, desayunar en Granja Elena y abrir un Pétrus [4.000 euros]".
Pero una de las reflexiones más interesantes del libro es la comparación entre lo que mucho que nos cuesta hablar de vino y el miedo a hablar inglés en público. "Mi pareja ha vivido 15 años en Bruselas, así que he me he movido en un ambiente muy internacional. Allí descubrí un concepto, la Spanish shame, que usan para referirse a nuestra autolimitación para hablar inglés. Un alemán, un holandés o un polaco se treve enseguida a hablar en español. Pero nosotros no: tenemos destruido ese ego".
Con el vino, en su opinión, pasa algo parecido. "Los responsables de la divulgación vínica —periodistas, bodegas, sumilleres y tiendas— han destruido el ego del consumidor porque [con esas palabras técnicas] ni siquiera es algo didáctico. Solo sirve para demostrarte lo que ellos saben y tú no. Así que, ahora, ¡el vino es lo único de lo que un español dice que no sabe! Y eso es impensable con el deporte, la política o la medicina. Todos somos Luis Enrique o el ministro de Sanidad, pero lo de 'yo solo sé lo que me gusta y lo que no me gusta' lo he oído muchas veces.
"Aznar debería tener una estatua en Peñafiel"
Al líder del llamado Colectivo Decantado tampoco le da miedo pisar charcos políticos y en una de las teorías más interesantes de su libro aparece el expresidente del Gobierno, José María Aznar, máximo responsable, desde su punto de vista, de que los vinos de Ribera del Duero sean tan populares en Madrid. "Aznar debería tener una estatua en Peñafiel o lo que consideren el centro de la D. O. Podemos estar de acuerdo o no con las cosas que ha hecho, pero el carisma que tiene entre su militancia es tremendo. Además, no sé si te acuerdas de aquel vídeo del 'usted me va a decir a mí'... Ribera del Duero se ha sabido posicionar muy bien para estar presente en las mesas de poder madrileñas. Influyeron otros factores, sin duda, pero los jorgejuaners bebían Emilio Moro. Con tu consumo quieres decir cosas".
Lo que no le gusta a Aznar
00:26
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/20070503csrcsrnac_8.Aes/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
Al hilo de esta teoría, de hecho, explica una anécdota curiosa: "Un día estaba catando los 50 grandes reservas de Rioja, una bacanal, en Bodegas Marqués de Murrieta, y estaba ahí toda la gerifaltia del Consejo Regulador. Los vinos eran alucinantes. ¡Un espectáculo! Lo que es Rioja en este país: la número 1. Y al final de la cata, entre aspavientos, genuflexiones, vivencias místicas y stendhalazos, uno de ellos de los de la DO nos dijo que, para lo que nos estaban gustando esos vinos, lo divulgábamos mal porque en Madrid no se bebían tanto como lo de Ribera del Duero. "Yo le dije que el motivo era que no son lo suficientemente fachas, a lo que él respondió que también eran muy de derechas. Pero le dije que no lo suficiente".
¿El vino es bueno para la salud?
Santi Rivas bebe vino con tanta fruición como un vampiro, pero al preguntarle si el vino es bueno para la slaud, lo tiene muy claro: "No. Rotundamente, no. ¡Pero tampoco es uranio enriquecido! Genera muchas discusiones y preocupación en el sector. Quieren negarlo... Pero tiene alcohol. ¡Se acabó! Podemos pasar página. Lo cual no quita que haya otras cosas peores: el vodka, la energía nuclear... y puede incluso que una croqueta o el café. Sano, sano, no hay nada. Peor el mundo del vino quiere negarlo esto porque no quiere convertirse en el nuevo tabaco".
El autor de las Instacatas asegura que la industria del vino en Francia, Italia o Alemania batallará mucho más que la española en Bruselas, pero asegura que "no pasa nada por decir que es malo" y aboga por dejar de considerarlo un alimento. "Eso es algo de la posguerra. El vino, ahora, es hedonismo. Algo recreativo, lúdico, cultural... y hay que bebérselo así. Lo que muchos en la industria del vino ven como contraproducente, es una oportunidad. Los que van a pillar de verdad son los destilados. Pero la gente va a querer seguir bebiendo porque es divertido. El nivel de intelectualidad que te da un vino no te lo da un gintonic y, ahora que se está tomando menos alcohol que hace 10 años, el vino, paradójicamente, puede crecer".
Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía y música. Responsable de 'Gastro SER' y parte del...