La petición de la "mejor profesora del mundo" para garantizar una educación de calidad en España: "Estoy sola con 14 niños de un año que necesitan ayuda para comer y asearse"

"¡Hagas lo que hagas, ámalo!". Fue la última enseñanza que un mermado Alfredo, condenado por la ceguera, le dedicó a Totó. Se marchaba para siempre de Sicilia. La cabina del Cinema Paradiso, aquel ático de libertad para un pequeño cinéfilo, se había convertido en una jaula para el adolescente que soñaba con ser director. En Roma estaba su sueño. El propio y el de ambos. Que el nombre de Salvatore Di Vita apareciera en las pantallas donde no pudieron proyectar los besos que censuraba el padre Adelfio.

Aquella relación solo podía tener por banda sonora el 'Tema de amor' de Ennio Morricone. Y es ese sentimiento, precisamente, el que marca la diferencia en cada relación. El que cronifica, de por vida, el vínculo entre un aprendiz y su maestro. Porque los profesores trabajan en los colegios, sí. Pero perduran en el recuerdo, en cada acto de adulto. Cuando la memoria ha olvidado recuerdos de infancia, pero ha perpetuado un nombre precedido de 'don' o 'doña'.

Doña Miriam Galán perdurará en el recuerdo de muchos alumnos del centro infantil Los Madroños, en la localidad madrileña de Pozuelo de Alarcón. Esta maestra ha sido distinguida con uno de los Global Teachers Awards, unos premios a nivel mundial que está considerados como los 'Nobel de la docencia'. Un reconocimiento a su carrera y a 'SuperEducalandia', la plataforma digital que ha revolucionado la enseñanza más allá de la escuela.

"Han influido varios factores, no solo mi trayectoria laboral, sino la plataforma", explica Galán en La Ventana en un intento infructuoso por quitarse méritos. Su plataforma de educación está dedicada, principalmente, a profesores y padres, pero también a los más pequeños. "También hay una parte de ocio, puede consultar recursos como entrevistas a ilustradores de cuentos infantiles o, incluso, en Youtube los niños pueden ver cómo narro algunos cuentos", detalla.

Rebajar las ratios

La tecnología se ha convertido, por tanto, en una herramienta indispensable para desarrollar la actividad docente. Pero Galán considera que deben establecerse algunos "límites". "Las nuevas tecnologías son el futuro, pero no podemos perder el cuaderno y el lápiz", advierte. Para conseguir que estos nuevos métodos sean aliados y no enemigos, considera que debe "consensuarse su uso entre profesorado, alumnos y familias".

Agradecida por este galardón, la señorita Galán, cuestionada por las dificultades que encuentran los maestros en su día a día, pide rebajar las ratios alumnos-profesor para garantizar un aprendizaje de calidad. "Estoy yo sola con un apoyo cada 4 aulas, es una locura, tenemos una labor asistencial necesaria", explica. Está al cargo de 14 niños de un año que requieren de ayuda para "comer y asearse", mientras que la "excelencia" sería "tener dos profesoras por aula con 10 alumnos".

En cuanto al futuro de la educación, Galán recalca que "se percibe un cambio de madurez en los pequeños". Han comprobado cómo aprenden a leer antes de los dos años, un objetivo que se produce antes de lo estimado en el aula. Asimismo, señala que las tareas no solo deben rebajarse sino que se han de sustituir por el juego. "Yo entiendo que pueda haber deberes para hacer en casa, una cosa es hacer actividades y otra es que salgan de la escuela a las cinco y esté hasta las nueve en su casa", apunta.

Cuestión de amor

Preguntada por el secreto del éxito, explica que "hay muchas metodologías". Pero, pese a "coger un poquito de cada una de ellas", entiende que no radica en este punto una docencia excelente. "El profesor que sea amante de su profesión lo hace bien, no tengo nada que recomendarles", considera, por ello, que es la vocación lo que marca la diferencia porque hay mucho trabajo emocional tras unos simples "collares de macarrones". "Se piensan que estamos jugado todo el día", señala.

"Todos los que amamos esta profesión llegamos a los alumnos", apunta. Pero, para sorpresa de todos, Galán no consideraba que en la carrera de magisterio hallaría su futuro. "Yo no quería ser maestra de infantil, la realidad es que que quería estudiar Publicidad", revela. Una amiga sí se había decantado por la docencia, así que animada por ella y sin nota suficiente para su primera opción, siguió sus pasos: "Desde el primer momento me enamoré", recuerda.