Unos acabaron dando las gracias y otros dan ejemplo sin gastarlo: así es hoy la vida de tres ganadores del Gordo del año pasado
El 22 de diciembre de 2021 será una fecha que no olvidarán nunca
La vida de tres ganadores de la Lotería de Navidad un año después
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Madrid
José Ángel García no quiere concretar cuántos décimos del segundo premio de la Lotería de Navidad del año pasado tenía en cambio cuenta orgulloso que el Atlético Basauri Balonmano Club, que él preside, repartió 154 millones de euros en el pueblo gracias a las papeletas premiadas. Esa localidad de Vizcaya tiene unos 41.000 habitantes y el club vendió 10.212 participaciones en total. Las calles de Basauri se convirtieron en una fiesta el pasado 22 de diciembre. "La primera persona que me llamó fue una compañera de trabajo. Ese día me iba de vacaciones y estaba esperando a que mi hija hiciera un examen para irnos. Cuando vi la llamada pensé, "ya no me puedo ir de vacaciones, ha pasado algo y ya me están llamando. Cuando me enteré de que nos había tocado me recorrió un escalofrío que no se me quitó en todo el día", recuerda José Ángel, que empezó a encadenar una llamada tras otra y tardó en poderse vestir para ir a la administración a celebrarlo.
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Un pueblo lleno de lotería... que no tenía todo el mundo
Había estado allí unos días antes con un compañero del club. Buscaban un número especial que conmemorara de alguna forma los 35 años de la asociación. No había ninguno que cuadrara así que se quedaron con el primero que vieron, el 72119. Todos los años reservan un número entero en esa administración y reparten papeletas a los jugadores para ganar algo de dinero: "Normalmente son sus padres los que las venden en el trabajo, entre la familia... a la gente que le cuesta más vender, a veces la deja en un bar". Así, Basauri se llena cada año de los boletos del club de balonmano. "El año pasado, por primera vez, era voluntario coger la lotería y no todos los jugadores cogieron porque había gente para la que es un compromiso venderla... luego se tiraron de los pelos, claro", cuenta José Ángel, que se acordó especialmente de todos los que le querían devolver el talonario prácticamente entero y él les animó a coger algo. "Algunos decían, venga, dame 3, y mira, luego me lo agradecieron. Había algunos que lo estaban pasando mal y que gracias a la lotería han podido remontar un poco este año", explica con ilusión. Este año las participaciones del club han volado y no hay forma de encontrar en todo el pueblo.
José Ángel acababa de reservar un piso que le entregarán en 2025 y está reservando el dinero de la lotería para el día que tenga que formalizar la compra. El único capricho que se ha dado en este tiempo es un viaje en verano y reconoce que la familia ha salido a comer y a cenar más a menudo que antes durante este año. Quiere ser un ejemplo para su hija, "que sepa que, aunque tengas dinero, no hay por qué gastarlo".
La alegría del panadero de Basauri
Israel vende todos los años participaciones del Atlético Basauri Balonmano Club: "Mi panadería está al lado de una Administración de Lotería y estaba todo el mundo celebrando el premio pero yo sabía que no había comprado ahí, así que me alegraba por la gente del barrio pero seguía a lo mío. Entró una clienta y me dijo, Isra, ¡que te ha tocado! Me puse nervioso", rememora un año después. Siempre solía quedarse "con unas 7 u 8" participaciones, pero el año pasado solo tenía dos. Unos 27.000 euros que le vinieron especialmente bien porque en abril se convertiría en aita de nuevo: "Me sirvió para cambiar de vehículo. Tenemos otro hijo que entonces tenía 19 meses y mi mujer tiene una hija mayor de otra relación, así que nos compramos una furgoneta para que cupieran los dos carritos y las dos sillas". Pero el primer viaje fue una escapada con su pareja en esa furgo a Oporto.
Pocos caprichos más se ha dado Israel en todo este tiempo. Trabaja todos los días desde las 4 o las 5 de la madrugada. Incluso el día del sorteo siguió trabajando y también durante las fiestas de Basauri, haciendo bocatas y pizzas por la noche. En su establecimiento vende pan, bollería, pasteles y embutidos y, desde hace dos años, tiene también una parte de asador con pollos, codillos, lechazos y costillas de cerdo. Él es de Sestao pero montó la panadería en Basauri hace 15 años y allí ha formado su familia. Casi todo el mundo le conoce porque además colabora con un centro social y, desde hace más de 7 años, los días que le sobra algo, lo deja en la puerta: "Hay días que cierro a las 8 y luego bajo a las 8:20 de mi casa, que vivo al lado, y ya no está".
Ahora sus hijos tienen 25 y 7 meses y el momento de recogerles de la escuela por la tarde es su "momento de descanso" del día. Su vida no ha cambiado pero se alegra mucho de haber repartido tantas participaciones en su panadería. Justo cuando habla con la SER acaban de darle dos del club para este año: "¡Es un milagro! Es que este año no me han traído ni para vender, han volado".
De grabar a los ganadores a ser una de ellos
Mari Mar trabaja como cámara en La 8 Burgos y la mañana del sorteo había estado bromeando con sus compañeros sobre dónde caería el Gordo: "Seguro que en el pueblo más recóndito de Burgos y tenemos que ir para allá", pensaban. Pero cuando llegó a la redacción vio que el grupo de WhatsApp de sus amigos echaba humo: "Decían que nos había tocado y yo pensaba que se estaban equivocando pero empecé a poner nerviosa a la redacción", recuerda. Una vez confirmado, allí mismo empezó a celebrarlo con sus compañeros aunque siguió trabajando y acabó cenando sola porque ese día no estaban ni sus padres en la ciudad.
Los amigos de Mari Mar viven cada uno en una punta del país (Madrid, Vitoria, Málaga...) y desde años comparten lotería que compran en distintas partes. "Mi amiga Raquel había comprado un décimo en Atocha cuando fue a llevar a su marido que se iba a Barcelona. En la administración de la estación tenía delante un señor al que no le gustó ese número porque tenía dos ochos pero mi amiga pensó, pues 8 y 8, 16, el número de amigos que jugamos, y lo cogió. En total, teníamos cuatro décimos del Gordo entre 16 amigos, así que nos tocaron unos 100.000 euros a cada uno (unos 82.000 sin impuestos)", detalla. La celebración conjunta se ha hecho esperar. En Navidad suelen juntarse y este año fueron todos a una casa rural hace unos días.
Mari Mar dice que el premio le sirve "para dormir tranquila" sabiendo que tiene "un colchón" para posibles imprevistos: "Pagué parte de hipoteca y siempre ha deseado ir a Australia. Ya he hablado con una amiga a la que también le tocó para ir algún día, lo que pasa es que ahora está embarazada", cuenta. Un sueño que tendrá que esperar pero que podrá hacer algún día gracias a ese 86148 que salió del bombo en el momento justo.
Elisa Muñoz
Periodista en Cadena SER desde 2008. Primero en programas como 'La Ventana', 'Hoy por Hoy Madrid' o...