"Tenemos un sistema de abuso y violencia al que muchos llaman 'la fantástica huerta de Europa'": las preguntas incómodas de la veterinaria y poeta María Sánchez

Madrid

Algunas personas aúnan profesiones que, a simple vista, no tienen mucho que ver. Al interpelarles directamente, sin embargo, resulta que para ellos tiene todo el sentido. María Sánchez, veterinaria y poeta, autora de Tierra de mujeres (Seix Barral, 2019) o Almáciga (Geoplaneta, 2020), es una de esas personas: "Al morir mi abuelo, me refugié entre sus cosas y en uno de los libros antiguos que le dio por comprar, uno de Bioquímica para estudiantes de Veterinaria, de 1942, descubrí que cada capítulo empezaba con una cita literaria. Al ver la Shakespeare, pensé: "¡Claro que puedo!".

María Sánchez sostiene que, para entenderla a ella y lo que escribe, hay que conocer su historia: su abuelo paterno fue un veterinario de pueblo —"antiguamente era más importante que el alcalde, el cura o el médico"— reconvertido en especialista en vacas de leche por exigencias de la industrialización; por la vía materna, en cambio, todo campesinos y migrantes: "Mi abuelo se fue a Suiza y volvía para la aceituna. Pero otros se fueron a vivir a Cataluña o al País Vasco. No tuvieron ese derecho a decidir si querían quedarse a vivir en su pueblo".

Aunque oficialmente es de Córdoba, María Sánchez se siente de Las Navas, un pueblo de la Sierra Norte de Sevilla en el que hay "mucho alcornoque, olivos de montaña y cubiertas vegetales", en el que ha crecido rodeada de huertos y gallinas, y en el que le encanta salir a recoger setas o endrinas. "Es mi geografía emocional", señala después de reivindicar el alegato contra la destrucción de la naturaleza del discurso de ingreso en la RAE de Miguel Delibes.

"La alimentación no existiría"

Casi 50 años después, María Sánchez también ha compartido un alegato difícil de olvidar, pero no en la RAE, sino en el encuentro Diálogos de Cocina, celebrado en el Basque Culinary Center de San Sebastián. Una reflexión vehemente pero pausada en la que ha recordado que "sin el sector primario no existiría la gastronomía ni la alimentación" y en la que ha planteado varias preguntas incómodas: cómo se producen nuestros alimentos y en qué condiciones; qué personas y que sistema está detrás de lo que comemos; qué ventajas y qué cosas negativas conlleva ese consumo... "Hace falta volver a poner sobre la mesa muchas cosas", reivindica.

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Pero cuando uno de los asistentes a la charla criticó el victimismo de los agricultores y ganaderos, animándoles a promocionar y divulgar cómo se ha transformado el sector gracias a la tecnología, María Sánchez se creció y puso una marcha más: "Me sublevó porque soy de familia ganadera y me he levantado muchos días a las 2 de la mañana para hacer un control lechero. No digo que tengamos que vivir como vivíamos antiguamente, pero esos saberes hay que traerlos y combinarlos con las herramientas de hoy en día. Lo que quiero es que no nos olvidemos de la tierra y del papel que juegan esas personas en la conversación de nuestros territorios. ¡Están perdiendo dinero y regalando la leche!".

"Me parece una falta de respeto"

"Algunos te dicen que, si echaran las cuentas, cerrarían su negocio", añade. "Por eso, ante historias de tanto amor y de tanta pasión, tener que oír que encima son ellos los culpables de que no se conozca su historia, me parece una falta de respeto. Invito a esa gente a que vaya un día a ordeñar y hacer todos los papeles que hay que hacer de Administración para que vean las distintas realidades del campo".

Pero, ¿es posible un modelo alternativo para garantizar que millones de personas puedan comer todos los días a precios asequibles? "Lo que no podemos hacer es comer carne todos los días", responde ella.

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"Quizá seamos unos románticos por trabajar por la soberanía alimentaria y por proteger las semillas y las razas autóctonas, pero ya veremos cómo responden las razas industrializadas al cambio climático, a las nuevas pandemias y a la resistencia de los antibióticos. Ahora que los ganaderos no pueden hacer frente al aumento de precio de los piensos, resulta que esos animales no saben comer ni moverse por el campo".

"La fantástica huerta de Europa"

María Sánchez asegura que "hay que darle una vuelta al sistema" porque "en España hay gente que solo come una vez al día y gente que come muy mal". De hecho, según dice, "somos el primer mundo, pero tenemos unos invernaderos y un sistema precario de abuso y violencia al que muchos llaman la fantástica huerta de Europa".

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Sabe de lo que habla porque durante años su trabajo le ha permitido conocer el día a día de agricultores, ganaderos y pastores. Ahora, además, trabaja en una empresa que da soporte técnico a pequeñas granjas que trabajan con razas ganaderas en peligro de extinción, como la cabra palmera, la vaca berrenda, la gallina extremeña azul, la cabra payoya, la cabra blanca andaluza o la oveja montesina. Animales de los que, además, se extraen productos tan únicos (y premiados) como el queso de cabra payoya o el ahumado palmero.

"Preguntémonos quién sustenta ese sistema", señala. "Los que tenemos altavoz tenemos que poner eso sobre la mesa. ¿Por qué a veces es más fácil montar una macroexplotación que una pequeña granja?".

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Invernaderos de fresas donde se trunca el sueño europeo

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