Los últimos niños en ganar un Goya: "Hemos tenido mucha suerte con la gente que nos rodeaba en ese momento"
Marina Comas y Francesc Colomer rememoran el día que recogieron el cabezón por su interpretación en ‘Pa negre’ y reflexionan sobre qué supone ganar un premio como ese a tan corta edad
Los últimos niños en ganar un Goya y la habitabilidad de Júpiter
40:48
Compartir
El código iframe se ha copiado en el portapapeles
<iframe src="https://cadenaser.com/embed/audio/460/1682418691078/" width="100%" height="360" frameborder="0" allowfullscreen></iframe>
"A mis padres, a mi padre, Fernando Otero, el mejor padre del mundo entero, a mi madre, que la quiero con locura, a mis hermanos...", fueron las palabras que Sofía Otero con 9 años pronunció al recoger el pasado 25 de febrero el Oso de Plata a la Mejor Interpretación en el Festival Internacional de Cine de Berlín por ‘20.000 especies de abejas’.
Este fin de semana la película de Estíbaliz Urresola ha llegado a las salas de cine, además de estar cosechando éxitos de taquilla y crítica, ha vuelto a abrir un debate: ¿Los niños deben optar a galardones de estas características? ¿Se puede valorar de la misma manera el ejercicio interpretativo en un niño que en un adulto?
Más información
“El afán de superación está bien desde niños, pero estimularlo a través de métodos de adulto ya me parece más complicado, me parece erróneo”, indica Nacho Carretero, que lo compara con su experiencia de niño jugando al fútbol: “que se midiera el pichichi, por ejemplo, solo sirve para humillar”.
Nuño Domínguez no lo tiene tan claro y destaca que “en el cine hay grandes películas protagonizadas por niños, algo que no pasa, por ejemplo, en la música. Si se permite eso, ¿por qué no reconocerlo?”.
Los Goya: territorio vetado a los niños
La Academia de Cine decidió en 2011 que los menores de 16 años no podrían optar a los premios Goya, tras entregar ese mismo año el cabezón a mejor actor y a mejor actriz revelación a dos menores: los niños protagonistas de la película de Agustí Villaronga: ‘Pa negre’. El motivo que adujeron fue la protección al menor ya que “el citado galardón implica una serie de circunstancias legales y civiles que la institución considera no recomendables para los menores de esa edad. Los galardonados con el Goya asumen automáticamente los derechos, pero también las obligaciones de todos los académicos como el voto en las elecciones y el pago de las correspondientes cuotas a la Academia", explicaban a través de un comunicado.
Esos dos niños, los últimos en recibir el Goya siendo menores de 16 años fueron: Francesc Colomer y Marina Comas. Ahora con 25 y 26 años ninguno de ellos se dedica por completo a la interpretación.
“Mantengo la interpretación como una especie de hobby. Ahora soy bióloga, trabajo en una consultora especializada en fauna y flora. Hay un momento en el que tienes que escoger qué estudiar, yo decidí quedarme en Vic y estudiar biología. Me fui encarrilando en ese mundo, aunque sin dejar por completo la actuación”, cuenta Marina, que no quiso dejar de estar en contacto con la naturaleza por formarse como actriz en Barcelona.
Francesc, sin embargo, sí se formó como actor, aunque durante el parón de la pandemia decidió cambiar de rumbo y estudiar mecatrónica: “Es un mundo magnífico, pero a la vez es muy complicado y cuesta mucho encontrar trabajo. La inestabilidad es muy dura. Si tienes que estar dos meses en casa esperando que te llamen es súper duro. Me provoca mucha incomodidad, esto fue lo que provocó el cambio”.
Tanto Marina, como Francesc reconocen que han tenido mucha suerte con las personas que les rodeaban en ese momento. Desde la familia, hasta el equipo de prensa o el director, Agustí Villaronga. “Nos hacían tocar con los pies en el suelo”, afirma Marina. “Yo creo que hasta se pasaron, porque llegó un punto que era como ‘No, no, yo no soy el actor de Pa negre’”, bromea Francesc.
A la pregunta que sobrevuela desde el inicio de esta conversación: ¿Deben los niños optar a estos premios?, Marina Comas explica que “los niños son mucho más flexibles. Ganar un premio, para mí, no significó algo muy trascendental en mi vida. Pero sí que es fundamental el entorno. Nuestro entorno ayudó mucho”.
Para Francesc “se tiene que valorar el trabajo, pero es un poco raro... En mi caso, en los Gaudí, estuve nominado con Eduard Fernández que está en el top y yo creo que un niño no puede competir con Eduard. Quizá se tendría que dar una categoría para los niños”. Además, en su caso, el rodaje fue una especie de juego: “No tenía la visión de estar actuando. Tampoco tienes el trabajo de crear un personaje, no te sientas en una mesa y haces un análisis de cómo tiene que ser ese personaje. Lo he hecho más adelante cuando me he formado”.
Un papel que les llegó por casualidad
“Cuando hacia los ‘Pastorets’ yo quería estar detrás, nunca quería salir. Nunca había querido ser actriz, porque nunca me lo había planteado. Empezaron a buscar niños de la plana de Vic que tuvieran el acento cerrado que tenemos nosotros. Empezaron a hacer castings en las escuelas, en la universidad... Mi hermana fue la que quiso ir y pues si ella iba, yo también...”, relata Marina Comas. El resto es historia, una película que pasará a la historia como uno de los filmes más importantes de Agustí Villaronga y que hizo que ella, que nunca había pensado en ser actriz, subiera a recoger el galardón de la Academia a mejor actriz revelación. Un momento que, al escucharlo, no puede evitar la emoción: “Tengo el recuerdo por los vídeos que he ido viendo, pero a los dos días ya no me acordaba del momento de estar encima del escenario. Estaba tan en shock que no me acordaba”.
Estela Bango
Redactora en 'Hoy por Hoy' y antes en 'La Ventana'. Pasé por Mediaset e infoLibre. Graduada en Periodismo...