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Sociedad | Actualidad

El amor no tiene fronteras... si un notario lo dice

Parejas como Daniel y Chat o Celia y Julien han tenido que demostrar y documentar su amor ante la Administración para poder estar juntos

Tenemos que hablar | 3. Parejas binacionales.

Madrid

En nuestro intento por conocer cómo es la vida en compañía, en este tercer episodio de Tenemos que hablar nos preguntamos cómo construyen su vida en común dos personas que pertenecen a mundos muy diferentes. ¿Las diferencias culturales, muy simpáticas al principio, se vuelven insoportables cuando la relación avanza? ¿Cómo es comunicarse con tu pareja en una lengua que no es la materna? ¿Se separan más las parejas formadas por dos personas de diferente nacionalidad?

"Estas parejas que a menudo son vistas como sospechosas e interesadas, en el fondo son un ejemplo paradigmático del amor romántico", explica el antropólogo Jordi Roca, que ha estudiado durante años la naturaleza de las parejas mixtas. "¿Por qué? Porque ahí se demuestra que eliges por amor a alguien muy distinto a ti, aunque la sociedad lo vaya a condenar por ser diferente. Esta situación de desigualdad, más que un problema para la convivencia, constituye un impulso para crear una relación mucho más flexible, que se basa también en el aprendizaje del mundo del otro".

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Un amor que, en muchas ocasiones, debe superar las barreras burocráticas con las que la Administración intenta evitar las uniones de "conveniencia" y la inmigración irregular. Conversaciones de WhatsApp, facturas de una casa en común o correos electrónicos son algunas de las pruebas que las parejas aportan para demostrar que su amor es auténtico antes del matrimonio. "Aquí vale todo, es decir: imaginación al poder. Normalmente los cónyuges traen fotografías, e-mails... Yo a veces siento pudor. ¿Por qué tiene la gente que exhibir su vida privada de esta manera ante una administración?", se pregunta Margarita Palos, abogada de extranjería.

Un proceso por el que han tenido que pasar parejas como la de Celia y Julien (Ruanda) o Daniel y Chat (Tailandia). Los cuatro se pusieron en contacto con el programa a través del correo electrónico tenemosquehablar@cadenaser.com. Estas son sus historias.

Celia y Julien

Mi nombre es Celia, soy española y os escribo desde Ruanda donde vivo y trabajo desde 2019. Vine por dos años y ya van casi cuatro después de haberme enamorado de un ruandés. Julien y yo tenemos una relación "normal" en muchos sentidos: nos conocimos en una fiesta de amigos, tenemos ambos treinta y pocos, y la misma visión de la paternidad (con bebé en camino para julio). Pero uno es africano y otro europeo, con toda la complejidad que eso conlleva.

A lo largo de nuestra relación "hemos tenido que hablar" tantas veces de cómo iba a funcionar lo nuestro... no porque nos quisiéramos diferente o porque quisiéramos cosas distintas, sino porque la complejidad de nuestros orígenes lo requiere. Nos hemos tenido que casar porque, si no, obtener visados para venir a Europa a ver a nuestra familia habría sido casi imposible. Casarse fue un proceso tedioso, confuso, frustrante, lleno de papeles, dinero, lágrimas, viajes y a ratos pérdida de esperanza. Esto desgasta, cansa y llena de dudas una relación. Aún así, Julien es el amor de mi vida y la persona con la que quiero seguir construyendo mi futuro.

Daniel y Chat

Me llamo Daniel Aragay, español con doble nacionalidad tras vivir más de trece años en Suecia. Estoy casado con un chico tailandés, quien recientemente también ha conseguido la doble nacionalidad: tailandesa y sueca. Llevamos siete años juntos, seis de ellos casados, y a pesar de pertenecer a dos culturas diferentes y hablar dos idiomas diferentes, comunicándonos en inglés (para nada nuestro idioma autóctono), nos entendemos mucho mejor que con otras parejas que hemos tenido anteriormente. A pesar del idioma hemos hecho muchas cosas juntos, por ejemplo, hemos escrito un libro de gastronomía tailandesa, el único escrito desde la perspectiva de un tailandés y un español.