Remontada de Depeche Mode, Kendrick Lamar y Bad Religion en el Primavera Sound
El problemático acceso al recinto de Arganda del Rey emborronó una jornada musical de lujo en la que también brillaron The Moldy Peaches, Alvvays o The Mars Volta
Especial Primavera Sound 2023: Depeche Mode, Kendrick Lamar y Bad Religion
Madrid
Tras la suspensión de la jornada del jueves y el plan B de Blur en La Riviera, Depeche Mode consiguió que, por primera vez, el Primavera Sound de Madrid empezara a parecerse al de Barcelona. Pero la foto de Dave Gahan moviendo los brazos frente a un océano de gente ha costado mucho más de lo esperado. De entrada, porque miles de personas acaban de descubrir que Arganda del Rey está mucho más lejos de lo que creían. Lo peor, de todas formas, no fue la distancia, sino el embudo viario que atrapó a cientos de coches en los accesos a la Ciudad del Rock.
La historia de terror variaba ligeramente —dos horas de atasco, una excursión por caminos de tierra, lanzaderas abarrotadas— pero el final siempre era el mismo: la llegada hasta el recinto del festival había sido una odisea. Una vez dentro, sin embargo, todo funcionó bastante bien: amplitud con distancias razonables, escenarios perfectamente equipados con grandes pantallas, baños de sobra para todo el mundo... y un gran cartel, claro.
Si no fuera por los charcos (escondidos bajo la hierba artificial) y algún que otro barrizal (ya medio seco, gracias al sol), parecía imposible que 24 horas antes hubiesen tenido que suspender más de 50 conciertos, incluyendo las actuaciones de Halsey, New Order, Sparks, Alison Goldfrapp o Black Country, New Road. Habrá quien ya vea el vaso medio vacío por el bajón por las cancelaciones y por los problemas de movilidad. Con buena música de fondo, sin embargo, el mood del festival fue yendo de menos a más: ¡medio lleno... y subiendo! Depeche Mode y Kendrick Lamar lograron remontar.
DJ Playero
Si tenemos en cuenta la trayectoria del festival (y es fácil, porque en los vasos aparecen carteles de todas sus ediciones) choca bastante que lo primero que oyes al entrar en el festival sea La Gasolina, pero lo cierto es que el portorriqueño DJ Playero (descubridor de Daddy Yankee y pionero del reguetón) se ha ganado a pulso su presencia en un festival que ahora idolatra a Tokisha o Rosalía. Alternó temazos de Bad Bunny con reguetón del viejo para un público muy heterogéneo (influencers, indies despistados y jóvenes amantes del perreo) a plena luz del día, así que su set nocturno promete.
The Mars Volta
Uno de los primeros conciertos de la tarde que atrajo a más gente fue el de The Mars Volta. La banda formada hace más de 20 años en El Paso (Texas), hizo un repaso por toda su carrera y sus cambios de estilo, seña de identidad del grupo: del rock más duro al jazz fusion pasando por ritmos latinos con toques de psicodelia. Un viaje que compartieron con el público entregado que estaba allí pasadas las ocho de la tarde. El cantante, Cedric Bixler-Zavala, enfundado en un traje negro a pleno sol, entraba trance en algunos momentos. Demostró que es un frontman impresionante y que ha nacido para estar encima del escenario. Menos mal que la banda decidió volver tras unos años de parón.
The Moldy Peaches
Un retraso de 35 minutos de Depeche Mode, quizás como compensación para los festivaleros atrapados en la eterna caravana para llegar hasta la Ciudad del Rock, permitió que un pequeño reducto de nostálgicos disfrutara de los Moldy Peaches, que se reunían tras 20 años, con sólo tres grandes citas, dos de ellas en el Primavera Sound (Barcelona y Madrid). "Estamos muy emocionados de volver, más viejos y más mohosos”, decían en la nota de prensa cuando confirmaron que la banda de antifolk liderada por Adam Green y Kimya Dawson volvían a subirse a los escenarios. Más mayores pero igual de pintorescos y divertidos que cuando lanzaron sus discos allá por los 2000.
Disfraz de cebra, de botones con cara de mimo, un pijama de rayas y una Kimya motorizada que gritó a los cuatro vientos el apoyo recibido pese a sufrir una enfermedad que la mantiene con movilidad reducida. “Si se siente atrapado debido al dolor y la pérdida de movilidad, y tiene los recursos, obtenga la ayuda para la movilidad. No me he sentido tan como yo en años. Una “amenaza” como la describiría Jack. ¡Soy libre de volver a ser una amenaza!”, explicaba en sus redes sociales tras los conciertos de esta semana.
Son muchos los que recuerdan como único el concierto que se vivió en el Primavera de 2002, celebrado en el Poble Espanyol, cuando The Moldy Peaches grabó su nombre para siempre en este festival. Este viernes no fue muy diferente. Lucky number nine como arranque y Who's got the crack como cierre fueron elegidos a la perfección en un concierto lleno de emociones, dulzura, grunge y ¡mucho punk! Y es que es un gustazo verla disfrutar sobre el escenario Cupra de Madrid. Una locura indie en la que no faltó Anyone else but you, que fue parte de la banda sonora de la película Juno (2007), ni la flauta desafinada de Nothing came out, ni el coreado “tuturu tu tu” de Jorge regula.
Depeche Mode
Los grandes cabezas de cartel de la jornada del viernes saltaron al escenario con casi una hora de retraso —¿les habrá dicho Isabel Díaz Ayuso que "los atascos son una seña de identidad de Madrid"?—, pero sus himnos de tecno-pop ochentero mantienen un gran poder reconstituyente. Con su nuevo disco, Memento Mori, recién salido del horno, el Primavera Sound ha conseguido reunir a chavales que ayer escucharon a Depeche Mode por primera vez con fans que ya lo dieron todo bailando Just Can't Get Enough a principios de los 80.
Sea como sea, se trata del primer álbum que Dave Gahan y Martin Gore publican como dúo, sin el desaparecido Andrew Fletcher, y no faltó el sentido homenaje a su compañero. Pero tras un extenso repaso a lo mejor de su discografía, culminado por Enjoy The Silence, llegó la traca final de los bises: la infalible Just Can't Get Enough —con la que parte del público seguro que rememoró el concierto que los Pet Shop Boys dieron el miércoles—, la tenebrosa Never Let Me Down Again —miles de personas moviendo sus brazos como si de un campo de trigo se tratase— y, como colofón, la eterna Personal Jesus.
Alvvays
Mientras los británicos captaban gran parte de las miradas del Primavera, en otro de los escenarios, los canadienses Alvvays presentaban en Madrid uno de los mejores discos del indie-pop de 2022. El Blue Rev, que parecía haber caído en una maldición eterna que hizo retrasar su salida hasta en tres ocasiones, ha brillado en su totalidad. 14 cortes que maravillaron a la crítica internacional, y al vivirlo en directo te explicas por qué esa admiración al tercer trabajo de los de Toronto. Molly Rankin se siente apoteósica cuando canta After the earthquake, un terremoto que sirve para atrapar a sus seguidores en los primeros momentos de su bolo.
Alvvays conjugan a la perfección su sonido shoegaze de toques Teenage Fanclub y Pavement con un ambiente mágico que se forma entre la neblina del escenario y los vapers, sobreexplotados entre el público, y los colores cálidos que emiten sus visuales. Un entorno que te abraza y más si arrancan con Pharmacist y continúan con las preciosas Dreams tonite y Archie, Marry Me. Una épica que siguió con Belinda Says, Adult Diversion, y su último hit, Easy On Your Own?. El público, entregado, atento a los artistas y su arte, y es que da gusto cuando se va a lo que se va. De fondo retumbaba la electrónica de Four Tet, una locura electrónica que coronaron con Baby.
Kendrick Lamar
Kendrick Lamar es un ejemplo de que la música trasciende de lo que el propio artista haga. Que es una cuestión de sentimientos y conexión. Estamos convencidos de que la mayoría del público que vio su actuación este viernes en el Primavera Sound no entendía lo que recitaba sin pausa. Canciones que hablan de sus raíces, de ser afroamericano, de su familia y de la vida en Compton. Cuestiones que también pueden quedar muy lejanas aquí, pero que atrapa a un gran número de seguidores en todo el mundo. Porque su valía está en las letras, pero no solo. Ya no es solo lo que cuenta, sino cómo lo cuenta. Es hip hop con muchos cambios de ritmo y matices. Él solo se comía el escenario. No hacía falta nada más. Daba igual lo que dijera. Sabías que estabas ante un gran artista.
Bad Religion
Acudir al concierto de Bad Religion exigía mucho compromiso porque su actuación coincidía con el final de Depeche Mode y el principio de Kendrick Lamar. Pero ahí estaban sus fans: a empujón limpio en los pogos o rememorando viejos tiempos a una distancia prudencial. Grandes impulsores —junto a Green Day, NOFX o The Offspring— del punk-rock californiano de finales del siglo pasado, Bad Religion lleva más de 40 años en activo y sus fieles, ironías del destino, han interiorizado la letra de hits como Infected o Punk Rock Song como si se tratase de un padrenuestro. A primera vista llama la atención que un tipo calvo de casi 60 años y con pinta de profesor universitario (porque lo es) sea capaz de revolucionar a cientos de personas a grito limpio. Pero Greg Graffin, Jay Bentley y compañía lo dan todo... y suenan como nunca, las cosas como son. El final del concierto, con I Want To Conquer The World y 21st Century Boy (Digital Boy), fue un momentazo.