El inesperado "consejo" del último inspector de sanidad que visitó el restaurante de Alberto Chicote
El presentador de 'Pesadilla en la cocina' explica cómo fue la última inspección que recibió en Omeraki
Gastro SER | Entrevista a Alberto Chicote
Aunque, a principios de los 2000, Alberto Chicote se convirtió en uno de los cocineros más populares de Madrid, el chef se ha convertido en alguien popular en toda España gracias, sobre todo, al programa Pesadilla en la cocina. Desde su estreno, en octubre de 2012, cada episodio ha supuesto un nuevo desafío en el que, con mucha paciencia, bastante mano izquierda y también un generoso presupuesto para reformas, Chicote ha hecho todo lo posible por relanzar un negocio en el que, por lo general, reinaba la suciedad, el mal rollo y el desdén.
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"Es un programa que me gusta hacer, pero con momentos de tensión", explica el chef en la entrevista concedida a Gastro SER". "Un programa lleva una semana hacerlo y hay cosas que no salen a la luz hasta que se dan las condiciones necesarias, pero esos momentos suelen ser muy necesarios porque marcan un antes y un después. No puedes construir nada sobre cimientos que se tambalean y los primeros días son tremendamente duros, pero luego hay otros momentos tremendamente gratificantes".
Lo curioso es que, cuanto más sufre y más se enfada Chicote, más suele disfrutar la audiencia: "Descubrí esta sensación cómica porque, al principio, siempre iba a ver el programa a un pub de la calle Príncipe de Vergara... y descubrí que cuanto peor lo pasaba yo, mejor se lo pasaba gente", explica resignado. "¡Se descojonaban! La gente ve Pesadilla como un programa de humor".
El impacto real de 'Pesadilla'
Al preguntarle si cree que Pesadilla en la cocina ha tenido un impacto directo en la hostelería española, el cocinero no lo duda: "Quiero pensar que sí... Pero donde seguro que ha tenido impacto es en el cliente. La gente que me encuentro me dice que ha aprendido mucho. Luego cada uno puede atender su negocio de una manera u otra. Lo peor, normalmente, no es la suciedad o la falta de cuidado, sino la falta de motivación. Si caes en la desidia, eso es lo peor".
Pero, más allá de su faceta televisiva, Alberto Chicote también tiene un restaurante (y muy bueno) en Madrid: Omeraki. Un negocio que, por supuesto, como cualquier otro, también recibe visitas de inspectores de Sanidad.
La oferta del restaurante, que cuenta con una decoración espectacular, se basa en tres menús degustación (de 65, 78 o 95 euros) que, además de los snacks, de los aperitivos y del postre, incluye entre tres y seis platos principales. Pero lo único que se mantiene es el formato porque las recetas que lo componen —pastel de cebolla asada, espárragos confitados con praliné de piñones o bogavante con 'chili crab'— varían cada semana.
Un consejo inolvidable
"La última vez, recién abierto Omeraki, visitó las instalaciones, me pidió un montón de cosas... y me dio un par de consejos para que todo esté en orden", explica el chef. "Le llamó la atención, por ejemplo, que tuviéramos un bote de mostaza abierto sin la fecha de caducidad. Yo le dije que no la poníamos porque eso es algo que gastamos en 2 o 3 días. Ahora sigo sigo su consejo, por supuesto".
Una conversación entre un inspector de Sanidad y el inspector de restaurantes más famoso de España podría dar mucho de sí, pero en este caso Chicote asegura que no les dio por intercambiar anécdotas: "Hay gente que agradece mi trabajo y otra gente que cree que les dejamos en mal lugar. Pero no es mi intención. Yo quiero saber en qué condiciones está el restaurante, pero tengo mucha experiencia y sé cuando alguien ha limpiado el día anterior. Hay gente que cree que una cocina es un espacio naturalmente sucio. Y se ensucia mucho, claro, pero también se limpia mucho".
Carlos G. Cano
Periodista de Barcelona especializado en gastronomía...