Del chenchén al mofongo: así se come en el 'pequeño Santo Domingo' de Madrid
El barrio de Alvarado, en la zona norte de la capital, se ha renovado con una gran oferta de gastronomía dominicana
Madrid
El barrio de Alvarado, al norte de Madrid, es una de las zonas con una comunidad de dominicanos más fuerte. Casi la mitad de ellos vive en estas calles, que también acogen multitud de comercios y restaurantes. Muchos llevan ahí desde finales de los años 90, cuando empezaron a instalarse los primeros dominicanos. Son casi tres décadas, donde se pueden encontrar nombres como Aroma Latino, La Esquina Caribeña, La Bodega de Marcos o El Imperio del Mofongo, que se mezclan con nombres de calles como Carolinas, Tenerife o Topete.
En esta última, en el número 16, se encuentra La Bodega de Marcos, un bodegón, como lo llaman ellos. Es decir, un pequeño supermercado, con cantidad de productos de allí. "Tenemos café dominicano y chenchén, una especie de maíz que se usa mucho allá. También el chocolate Embajador, la harina Negrito, el casabe [tortas de yuca], malta de todo tipo (india, alemana, morena), buñuelos, pandebono, chorizos colombianos... ¡De todo!".
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Muchos de sus productos nos siguen sonando exóticos, pero La Bodega de Marcos abrió hace ya 27 años. Uno de sus dependientes, Wilbert, cuenta que fue de los primeros lugares donde muchos dominicanos iban a comprar productos, cuando todavía en los mercados madrileños no había tantos comercios latinos, de ahí que ellos también se especializaran en traer diferentes marcas de otros países, como Brasil, Venezuela o Perú. La lista de salsa de ajíes, por ejemplo, es increíblemente grande.
Mofongo, lechosa y picapollo
Justo enfrente, además, hay una pastelería especializada en dulcería dominicana, con bizcochos de fantasía: de piña con leche, de tres leches, de dulce de coco. También tienen batidos de frutas tropicales como el zapote —también conocida como magüey— o la lechosa. Todas pueden recordar, por su sabor, a la gama que va del maracuyá al mango. Pero también se pueden encontrar pastelitos salados, algunos de ascendencia oriental, como el quipe (o kipe). ¡Muy recomendable!
Reportaje | Del chenchén al mofongo: así se come en el 'pequeño Santo Domingo' de Madrid
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Si se retrocede un poco, hasta el número 8 de la calle Topete, se llega a Aroma Latino. "Lleva siete años abierto y tenemos desde la bandera dominicana —arroz, habichuelas y carne— hasta platos ternera, pollo, cerdo, cocido, pescado con coco, mofongo, chicharrón con yuca, picapollo... ¡Todo lo que a un dominicano le gusta comer!", explica Salvador quien regente el local junto a su mujer.
El mofongo, un plato que se hizo viral tras la visita de Jay Cortez a La Resistencia, es una especie de majado que se hace en un mortero, con trozos de plátano macho condimentado (o sazonado, como dicen ellos) con ajo, chicharrón, cebolla y alguna otra hierba. Al lado se suele poner el sancocho, que es un caldito hecho con huesos y diferentes verduras, y se puede acompañar de gambas o distintos tipos de carne.
Raíces africanas
Una de las influencias más claras de la gastronomía dominicana es la africana. Pero, evidentemente, también la española, que fue la que se dice que introdujo las carnes y los pescados. La cocina criolla dominicana también tiene un enorme parecido con la cocina de Puerto Rico y Cuba, los otros dos países hispanohablantes del Caribe. Pero volviendo a Madrid, en la zona más pegada a Cuatro Caminos, podemos encontrar Esquina Caribeña, otro local señero del barrio, con más de dos décadas de historia.
"Tenemos toda la comida típica dominicana: sancocho, chicharrón, mofongo, bandera, batidos, Brugal, Baceló... ¡Todo!", explica Marcelino, quien cuenta que él también es periodista, pero que se tiene que sacar un dinero extra trabajando en Esquina Caribeña. Además siguen teniendo una carta de comida grande, con nombres como los chicharrones, unas deliciosas cortezas de cerdo crujientes que recuerdan a nuestros torreznos. Ellos, a los suyos, los llaman chicharrones al estilo Villa Mella, que es como decir aquí de Soria.
Ese triángulo de Alvarado, con sus enrevesadas callejuelas, es un pequeño ecosistema latino, creado en una zona que antiguamente era castiza, pero que poco a poco fue cerrando sus comercios. Ahora también hay multitud de discotecas —la música es un elemento clave en la comunidad dominicana y en la mayoría de estos locales sonaba bachata o salsa—, peluquerías y alguna iglesia. Es un pequeño Santo Domingo, con su vida en las calles y gente muy amable, que en todo momento te explica todo y te cuenta lo que han pasado para venir hasta aquí.
En resumen, la gastronomía dominicana es amplia y diversa, hay mondongos, que son como nuestros callos, aunque sin ser picantes. Tienen mangú, que es otro majado, esta vez de plátano verde, pero en la carta también hay longaniza (parecida al chorizo, pero más especiado), carne salada (secada al sol y posteriormente frita) o un batido de nombre ensoñador: morirsoñeando (morir soñando), compuesto de zumo naranja, limón y leche evaporada.
Abraham Rivera
Escribe desde 2015 para EL PAÍS sobre gastronomía, buen beber, música y cultura. Antes ha sido comisario...