"Lo que le digo a Jorge Martín no es que los maricas seamos los primeros, es que somos los últimos y él, alguna vez, también va a serlo"

El lenguaje es un reflejo de la sociedad en la que vivimos. Tal y como evolucionan las personas, también deben de hacerlo las palabras que utilizamos. Este lunes, en el programa El Hormiguero, el piloto Jorge Martín dijo en directo una expresión que muchas personas en redes identificaron como homófoba: “Marica el último”. Christo Casas, antropólogo, periodista y autor de ‘Maricas Malas’, se ha asomado a 'La Ventana' para hablar de este tipo de expresiones, del daño que provocan y de la cultura que hay tras ellas.

"A veces el humor es una herramienta de poder". Casas explica su preocupación ante la impunidad de esos comentarios en un programa de máxima audiencia y que pueden ver los niños que aún se están formando su propia identidad de género: "Lo que hacen es decirles que 'eso' está mal, no seas 'eso' cuando crezcas".

El ex-vicepresidente del gobierno, Alfonso Guerra, comentaba hace unas semanas en el mismo programa la imposibilidad de hacer humor hoy en día sobre "los homosexuales y enanos". "Cuando hablan de marica como débil o algo indeseable: ser afeminados, débiles, que lloramos sin vergüenza ninguna, es en realidad lo mejor que podemos ofrecer al mundo", admite Casas. "El Power Ranger rosa", su último libro, surge de una experiencia personal: "Cuando jugábamos a los 'Power Rangers' siempre se me atribuía el rosa sin yo saber todavía que era gay cuando el resto de los niños sí lo sabían ya". La unión entre las personas que han sido discriminadas y acosadas por este lenguaje es clave para trabajar y luchar contra él, determina Casas.

"Entre ellos se llaman maricones"

El autor de 'Maricas Malas' forma parte del colectivo LGTBIQ+ y admite hacer chistes sobre ‘mariquitas’ con sus amigos: "Me estoy riendo sobre mí mismo". "Entre ellos se llaman maricones" es un frase que suelen utilizar para defenderse los homófobos. Los tópicos se construyen desde una posición de poder hacia los más débiles y, explica Casas, el gran daño que pueden hacer en las personas del colectivo.

"Tenemos que amariconar también la España vaciada"

Explica que estos casos de LGTBIfobia no solo suelen darse en los pueblos más remotos; y por ello, surge un mito en torno a que en las grandes ciudades hay más libertad: "Yo vengo de un pueblo de Cuenca y la primera agresión física que sufrí fue en Barcelona, que la entendemos como una meta para las personas del colectivo".

Hace unos meses, Cadena Ser sacó a la luz unos mensajes enviados en un grupo de 'Whatsapp' por unos alumnos de la Universidad de La Rioja: "Hay que partirles las bragas". En las últimas horas hemos podido conocer que la universidad ha archivado el caso de los estudiantes de magisterio por realizarse en un entorno privado. "No es tan privado un grupo en el que había 199 personas". Casas defiende que la solución se encuentra en la pedagogía hacia las nuevas generaciones más que en el castigo a posteriori hacia los alumnos de educación infantil.