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El entierro del Señor de Orgaz

El cuadro está expuesto en una sala de la parroquia toledana de Santo Tomé, en la que también se encuentra la talla de la Virgen de Guadalupe negra. El Greco empezó a pintar este óleo manierista en el año 1586 y cobró por el mismo 1200 ducados, toda una fortuna de la época. Su verdadero título es “El entierro del señor de Orgaz”

El entierro del Conde de Orgaz / Turismo Castilla-La Mancha

El entierro del Conde de Orgaz

Entonces, ¿por qué se le denomina popularmente “El entierro del conde Orgaz”? El personaje retratado es Gonzalo Ruíz de Toledo, señor de Orgaz, benefactor y alcalde de Toledo y también notario mayor de Castilla. La leyenda dice que en el momento que iba a ser sepultado su cuerpo, san Esteban y san Agustín bajaron del cielo y le enterraron con sus propias manos en el año 1323 y desde el cielo se oyó una voz que decía: “Tal galardón recibe quien a Dios y a sus santos sirve”.

El condado de Orgaz se creó en 1529 por Carlos V para premiar la fidelidad de D. Alvar Pérez de Guzmán, señor de Orgaz, durante las guerras de los Comuneros. Así pues, cuando el párroco de Santo Tomé -Andrés Núñez de Madrid – encargó a El Greco en 1586 que pintara un lienzo para situarlo en una capilla lateral de la citada iglesia parroquial, nadie dudó en hablar del conde y no del Señor de Orgaz, ya que el título tenía casi 60 años de antigüedad. El cuadro representa esta escena con el fin de informar al visitante el hecho realmente extraordinario que ocurrió en ese mismo lugar sagrado. Al igual que extraordinario ha sido el hallazgo del sarcófago y los restos del señor de Orgaz ocurrido el 2 de marzo de 2001, justo en la misma capilla donde está expuesto el lienzo y a un metro de profundidad.

En su muerte, don Gonzalo dejó una considerable suma de dinero a la iglesia de Santo Tomé para ayudar a la ampliación de la misma. Gracias a su caridad con las más pobres fue considerado un hombre santo y su tumba fue visitada por numerosos fieles durante los siglos XIV y XV. En la escena del milagro se pueden ver más cosas para el ojo atento. A este entierro acuden muchos personajes principales y entre ellos está el propio Greco que nos mira de frente, invitándonos a entrar en el misterio admirable que contemplan nuestros ojos y su hijo, Jorge Manuel, que en esa época tenía 10 años, el cual señala con su dedo al personaje central, pero si nos fijamos bien señala en concreto un brocado que tiene en la manga san Esteban, una margarita amarilla que es símbolo de la resurrección.

La escena está dividida en dos secciones: la parte inferior, donde representa el milagro en sí, y la parte superior, con un cielo abierto en gloria que recibe el alma del difunto. Aquí podemos ver a la Virgen, a San Juan Bautista y a Jesucristo. Curiosamente, la figura del rey Felipe II también está incluida entra las figuras celestiales, aunque en ese tiempo, cuando El Greco pintó este cuadro, Felipe estaba aún vivo.

Algunos autores se atreven a identificar entre los personajes a Cervantes, que en esos años vivió en Toledo. O quienes creen ver a Manusso, hermano del Greco, entre los retratados.

 
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