Ayuso no hace ni el esfuerzo de argumentar la negativa

Ayer a esta misma hora les hablaba de la preocupación ante la posibilidad de que las comunidades autónomas reunidas con el Gobierno para establecer medidas que ayuden a frenar el avance de las enfermedades respiratorias no tuvieran una postura común sobre qué es lo que hay que hacer. Y si lo decíamos ayer era porque esto ya lo habíamos vivido. Lo vivimos en la pandemia, donde algunas comunidades, especialmente Madrid, se revolvían una y otra vez contra las medidas propuestas por el Gobierno, aunque estas llegaran con el aval científico. Bueno, pues ha vuelto a pasar.

Ayer, a última hora de la tarde, el Ministerio de Sanidad anunció que a partir de mañana será obligatoria la mascarilla en los centros sanitarios, después de que en la reunión no hubiera acuerdo sobre ello y después de que algunas comunidades trataran de ocurrencia, también, la autogestión de las bajas para evitar el colapso en las urgencias y en los centros de Atención Primaria. Da igual que la ciencia demuestre y se desgañite diciendo que la mascarilla ayuda, y mucho, a frenar el avance de enfermedades como la gripe o el covid. Algunas comunidades gobernadas por el PP, con Madrid a la cabeza, se niegan a la obligatoriedad de la medida, en una decisión que no tiene ninguna explicación lógica porque al sistema la verdad que esto no le cuesta nada.

Lo mismo que tildar de ocurrencia que los enfermos puedan autogestionarse la baja. Es verdad que a la medida le falta concreción, que ayer la ministra Mónica García titubeó cuando le preguntaron la fórmula para hacerlo, pero negarse a rebajar el colapso del sistema sanitario porque sí no tiene ni pies ni cabeza. Y solo se puede explicar por la batalla ideológica, sobre todo de la Comunidad de Madrid, cuya presidenta quiere mantener, ahora a nivel nacional, el enfrentamiento que en la Asamblea madrileña mantuvo con la entonces líder de la oposición y ahora ministra.

Porque no hay argumentos científicos, ni siquiera se hace el esfuerzo de argumentar la negativa. La Sanidad Pública vuelve a reeditar episodios de sobrecarga, vuelve a evidenciar que sus plantillas son insuficientes y que a la mínima se rompe por las costuras. Pero parece que a la presidenta de la Comunidad de Madrid esto le da igual. Su única misión en esta vida es hacerle oposición al Gobierno de Pedro Sánchez, con lo que sea, y, mientras tanto, los madrileños que se busquen la vida.