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Víctor Hugo, espirita

El gran Víctor Hugo sufrió una metamorfosis en su vida. Empezó burlándose de los fenómenos parasicológicos que provocaban algunos médiums y, a medida que investigó y presenció toda clase de acontecimientos psíquicos, su interés fue en aumento

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Estaba convencido de que era posible comunicarse con “fuerzas superiores” a través de una “mesa parlante”. Se interesó por el Espiritismo después de la muerte de su hija Leopoldine. El 4 de septiembre de 1843, muere trágicamente ahogada en el río Sena, junto con su marido Charles Vacquerie, tras el naufragio de su barco. Hugo se encontraba entonces en los Pirineos con su amante Juliette Drouet, y se entera por la prensa de la muerte de su hija. El escritor se ve afectado terriblemente y desde esta fecha y hasta su exilio, Hugo no escribirá nada más, ni teatro, ni novela, tan solo algunos poemas.

Inicialmente, tomó conocimiento de la fenomenología espírita a través de la visita de Delphine de Girardin, en 1853. En esta época Hugo se encontraba exiliado en la isla de Jersey, debido a su abierto antagonismo al gobierno de Napoleón III. Estos años difíciles son muy fecundos desde el punto de vista literario. Conversaciones con la eternidad es la obra maestra olvidada de Víctor Hugo y revela la afición que adoptó por el espiritismo durante 1853, después de su destierro de París. Y en la isla de Jersey empezaron sus contactos con espíritus de filósofos, escritores, músicos e incluso arcángeles que le revelaron la existencia de otros seres similares y diferentes a nosotros, más allá del Sistema Solar. No solo contactó con el espíritu de su hija Leopoldine sino también con genios del pasado como Judas, Dante, Esopo, Shakespeare, Martín Lucero, Galileo, Platón, Mozart, Juana de Arco y Mahoma, entre muchos otros.

Tal como escribió Víctor Hugo: “Solo puedes hablar acerca del mundo de lo sublime en el lenguaje del mundo de lo sublime, y el mundo de lo sublime no tiene lenguaje”. Uno de los espíritus, autodenominado “Muerte”, le estimuló a darle la dimensión espírita a sus obras y a su vida, mediante la siguiente comunicación: “Ven a realizar tu otra obra, ven a mirar lo inabordable, ven a encontrar lo imposible, ven a justificar lo injustificable, ven a realizar lo irreal. Ven a probar lo improbable”. El astrónomo Camille Flammarión dijo que Víctor Hugo “conversó conmigo algunos años antes de su muerte; él jamás dejó de creer en las manifestaciones de los espíritus”. Tal es así que incluso muerto, médiums espíritas, como Divaldo Pereira Franco, dice haber canalizado varias novelas escritas por Hugo desde el más allá y una de ellas lleva por título “Parias en redención”. Y hasta una religión vietnamita, como es el Caodaismo, le tiene por uno de sus principales santos.

La grandiosidad de las obras, su dedicación a las causas sociales tales como la paz mundial, los derechos de los niños, de la mujer y del hombre, sus luchas por el derecho a la educación, por la abolición de la pena de muerte y del progreso social lo hacen merecedor para muchos del título de “Ciudadano de la Humanidad”.