Boticaria García explica cómo distraer al cerebro para que no tenga hambre
La divulgadora ha publicado nuevo libro sobre nutrición y comparte algunos consejos para perder peso y ganar salud
ELISA MUÑOZ / ANE OSCARIZ
Madrid
Boticaria García se presenta en redes sociales como doctora en Farmacia, nutricionista y divulgadora de "amplio espectro", porque lo mismo te habla de jamón de york como de hemorroides. Cuando comenzó a trabajar tras el mostrador de una farmacia de un pueblo de 500 habitantes de Cuenca, se dio cuenta de que sus clientes llegaban allí con el diagnóstico hecho según lo que habían leído en internet. Decidió entonces abrirse un blog "para competir contra el señor Google" que, en la mayoría de los casos, no es ni la mitad de riguroso y gracioso que ella. Por eso, el número de seguidores comenzó a crecer y decidió colgar la bata y dedicarse a divulgar manteniendo su esencia: "Comunicar de la manera más sencilla posible".
Boticaria García explica cómo distraer al cerebro para que no tenga hambre
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Tu cerebro tiene hambre es su quinto libro y en él detalla cinco grandes cambios para perder grasa y ganar salud basados en evidencias científicas. Si para lanzar el mensaje que quiere tiene que adaptar una canción religiosa, no se lo piensa: "Pido en redes sociales voluntarios que toquen la guitarra de las ciudades donde voy a presentar el libro. Suelen ser pues seguidoras que han sido catequistas en algún punto de su vida y entonces ya pues lo que he decidido es que, para que se sepan las canciones, adapto las canciones de la Iglesia. El Alabaré, alabaré es Entrenaré, entrenaré para bajar la inflamación. Así es mucho más fácil, porque yo antes pensaba en canciones y luego la gente no me la sabía cantar", cuenta. Ejemplos como ese hacen que tenga más de medio millón de seguidores en Instagram.
"Si el hombre de las cavernas hubiera tenido donuts de chocolate se los habría comido"
Uno de los objetivos del libro es romper con el estigma sobre la obesidad. Desmentir que el que no adelgaza es porque no quiere o porque no tiene fuerza de voluntad: "Para mí es el gran mito y además con un matiz doloroso importante, porque culpabiliza a la persona", cuenta. En sus páginas explica con detalle qué tipos de hambre hay y cómo influye el ambiente en algunos de ellos: "Cuando una persona está aburrida le falta dopamina. En las personas con obesidad, la dopamina te hace querer más y más. La dopamina es como el neurotransmisor del placer, de la anticipación. Si una persona con obesidad tiene menos receptores de dopamina y segrega menos dopamina, como se ha visto que ocurre, pues claro, a lo mejor tú y yo nos comemos una palmera de chocolate y nos quedamos ya hasta aquí, pero una persona que segrega menos dopamina necesita más palmeras de chocolate".
La fisiología va mucho más allá y Boticaria García explica por qué se producen otros fenómenos en las personas con obesidad: "Los adipocitos (las células grasas) se inflaman cuando cuando tenemos muchos y están apretados unas con otros porque no pueden respirar bien y tampoco mandan la señal de saciedad. Entonces, tú imagínate una persona con obesidad, que no le llega la señal de saciedad, que además no segrega tanta dopamina y tiene menos receptores, con lo cual, cuando come no le genera tanto placer. Pues claro que hay que tener fuerza de voluntad, pero es que tiene unos condicionantes y no es lo mismo. Si el hombre de las cavernas hubiera tenido donuts de chocolate, se los había comido. El tema es que no tenía y evolutivamente nos adaptamos a que comiéramos alimentos más azucarados, más grasos, que son los que más nos gustan porque son los que nos van a hacer sentir mejor, los que nos aseguraban en ese momento la supervivencia".
Cómo decirle a tu cerebro que no tenga hambre
Llegados a este punto la pregunta del millón es cómo decirle a tu cerebro que no tenga hambre. Boticaria García responde con seis palabras: "Buscando la dopamina en otro sitio". Y explica por qué: "Al final nuestro cerebro tiene hambre muchas veces por porque está buscando esa dopamina. Ese placer, esa manera de afrontar una emoción, ya sea de estrés, de angustia, de ansiedad o de aburrimiento. Buscamos la comida como un refugio. Si tengo un buen día, llego a casa y me abro una cerveza y unas patatas porque he tenido un buen día. Y si tengo un mal día me abro una cerveza y unas patatas porque, por lo menos, que me compense algo. Celebramos comiendo. Pero si nos deja nuestra pareja, abrimos un cubo de helado de chocolate como los americanos. Es decir, la comida es un refugio para nuestras emociones y tenemos que buscar esa dopamina en fuentes naturales, como una conversación. Alguien a quien aprecias mirándote a los ojos. Un mensaje que le mandemos a alguien. Un WhatsApp, una llamada. Si yo tengo hambre, estoy en casa, pero me voy a comer algo de la nevera, no, voy a llamar a mi prima, que llevo muchos años sin hablar con ella. Eso es una manera de distraer del cerebro".
Boticaria García pone muchos otros ejemplos para llevar a cabo esa misión: "Escuchar música, tocar un instrumento, si puedes, cantar. Hay evidencia de que cantar a coro genera dopamina en la gente. Hacer ejercicio también genera dopamina. Claro, si tú me dices de primeras que cuando tienes hambre, yo te digo la estrategia es hacer sentadillas, me mandas a la porra. Pero si te digo ponte música, escucha un podcast de Cadena SER que tienes pendiente, lee algo que tengas pendiente.... La relajación, la meditación también, por supuesto, pero sobre todo las conexiones personales". La clave es preguntarle a tu hambre "qué tipo de hambre es y después buscar la dopamina en otro sitio".
Elisa Muñoz
Periodista en Cadena SER desde 2008. Primero en programas como 'La Ventana', 'Hoy por Hoy Madrid' o...