¿Dónde tiene el límite el Partido Popular?

Madrid

Creo que no es la primera vez que digo esto, pero es que pensaba que ya habíamos alcanzado el límite hace tiempo. ¿Dónde tiene el límite el Partido Popular? En su estrategia de arrasar con todo, para intentar revertir lo que considera la gran injusticia de no estar en el Gobierno, los populares han cruzado ya todas las líneas rojas, han embarrado el debate político hasta un punto de difícil retorno. Porque el único retorno posible sería a partir de una orden de su jefe de filas, de Alberto Núñez Feijóo, para que el partido vuelva a la senda del decoro y la racionalidad, y esto, visto lo visto, parece poco probable.

Porque ayer fue el propio Feijóo el que fue subiendo el tono del discurso contra Pedro Sánchez, señalando ya abiertamente a la mujer del presidente, amenazando con la creación de una comisión de investigación sobre un caso sobre el que no aporta ninguna prueba y sobre el que la oficina de Conflicto de Intereses ya ha dicho que no hay nada de lo que hablar. Da igual, el bulldozer del PP arrasa con todo. Ni siquiera titubea cuando el presidente Sánchez le presenta la hoja de servicios económica, indiscutible, elogiada en Europa. A Feijóo solo le sale decir "todo esto es mentira". La respuesta es que todo el PSOE, todo, es corrupción. Acusación que no deja de tener su gracia viniendo de un partido condenado por corrupción, pero debe pensar Feijóo que eso era otro PP.

Tampoco la dirección del PP pide a Isabel Díaz Ayuso explicaciones por el fraude fiscal de su pareja. Al contrario, la protege, y es aquí donde, además, cruza otra de las líneas rojas de la democracia: la amenaza y el señalamiento a periodistas. ¿Nada tiene que decir Núñez Feijóo ante la actitud mafiosa del jefe de gabinete de la presidenta Ayuso, señalando y amenazando a la prensa y propagando bulos, que algunos medios recogen sin pasar el más mínimo filtro? Esto, en democracia, es inadmisible y debería ser censurado por alguien que aspira que gobernar este país. Debería ser censurado y debería tener consecuencias. Pero no las hay, no las tiene, y de ese Feijóo moderado que nos vendieron en el arranque de su mandato ya no queda nada de nada. Se ha mimetizado con el peor tono de la política, con las peores artes de la política.

Y ante la lógica tentación de los ciudadanos de pensar que todos los políticos son iguales, porque este griterío nos lleva irremediablemente a eso, déjenme que les diga que no, que no todos son iguales. Déjenme que les diga que aquí hay un partido que tiene prisa por recuperar el poder y arrasa y arrasará con todo con el fin de conseguirlo. Y si algún día lo consigue, habrá dejado a nuestra democracia tan maltrecha que tardaremos mucho tiempo en curarla.

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