A Rodrigo Rato le sale el chuleras castigador que lleva dentro
Sara Montiel cantaba a 'El Pichi' y el que fuera vicepresidente de Aznar dejó claro que él sigue siendo un superhombre que interrumpe cuando le sale del mismísimo
Madrid
Conviene echar la vista atrás a hace no demasiado tiempo. Hablamos del superministro de Economía, super vicepresidente del Gobierno de José María Aznar. El primer español que alcanzó el puesto de director gerente del Fondo Monetario Internacional, con tratamiento de jefe de Estado. Madrileño con suave acento californiano. Castizo de hambre descansada. El que llevó “la España de la corrupción y el despilfarro” (como la denominaba el propio Aznar) hasta la cima del mundo, casi hasta el G-8. El que creó cinco millones de puestos de trabajo. 'El gran artífice' es el título de un libro que se escribió sobre Rato. Leyendo las crónicas de aquellos días, se diría que lo hizo todo solo.
A Rodrigo Rato le sale el chuleras castigador que lleva dentro | El cuaderno de Ángeles Caballero
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Rato era el orador implacable, el parlamentario del colmillo en eterno estado de alerta, el látigo permanente de un Partido Socialista que había perdido su hegemonía tras 14 años de gobierno. Distante y algo distinto. Algunos recuerdan la frase con la que felicitaba la Navidad durante la copa que ofrecía el Grupo Parlamentario Popular: “Nosotros no somos una familia. Recuerden que hemos venido aquí a trabajar”. Que no me parece mal del todo según en qué contextos.
A ese mismo hombre que acabo de describir se le atribuyen 11 delitos fiscales además de blanqueo de capitales y corrupción entre particulares, con petición de penas que podrían alcanzar 70 años de cárcel. Y le ha tocado ir al juzgado, como a cualquier fiscal, para escuchar a una fiscal y a una juez. Y le ha salido el Pichi que lleva dentro. Pichi, por si algunos no lo recuerdan, el chuleras castigador aquel del que cantaba Sara Montiel en la revista musical de Las Leandras.
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Y ha demostrado en esa declaración que el que tuvo retuvo, ha recordado a los presentes que el respeto se gana, que tiene por la Fiscalía el respeto que se le debe tener después de nueve años de investigación, que al parecer es más bien poco. Básicamente ha dado a entender que son una panda de indocumentados que no saben de lo que están hablando, que él sigue siendo un superhombre que interrumpe cuando le sale del mismísimo, y que señala con el dedo (qué revelador ese gesto) como el padre que reprende a las criaturas. Un superhombre, por cierto, que acaba diciendo que está cansado, después de un recital que podría resumirse con un: “Usted no sabe con quién está hablando”.
Y es precisamente eso lo que tenemos más claro. Que ahora sabemos quién es, como no lo sabíamos entonces. Porque es ahora, sentado en ese banquillo al que llegó y del que se fue en moto, cuando le vemos las costuras, cuando la foto es la más completa. "La impunidad con la que se actúa es total, porque al parecer aquí responsabilidades sólo tengo yo, y tengo que demostrar que no soy esa señora de Miami, que no soy mi hermana, ni mi sobrino, llegará un momento que seré un señor de Curazao".
Y me parece importante destacar la palabra ‘Impunidad’: que queda sin castigo. Y estos días, viendo a Rodrigo Rato y a Eduardo Zaplana en los juzgados, apenas reconocibles para un montón de españoles, olvidados por tantos, es cuando vuelve a nuestras cabezas ese olor a España impune de pelotazo y comisión. Esa España que sigue ahora con otros nombres propios en la política. Y tan pichis.
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Ángeles Caballero
Periodista. Colabora en 'Hoy por Hoy', con Àngels Barceló. Escribe en El País. Y habla en La Sexta.