Eurovisión, el festival que intenta no ser político y lleva décadas rodeado de política
Guerras, amistades y enemistades entre países, proclamas contra dictaduras y vetos han estado presentes en varias ediciones del certamen
La Unión Europea de Radiodifusión (UER) intenta convencer este año a todo el mundo de que el festival de Eurovisión intenta mantenerse alejado de la política o las tensiones internacionales, pero lo cierto es que el certamen ha sido un espacio donde la geopolítica ha jugado un papel relevante casi desde su inicio.
A día de hoy las críticas que rodean a la edición de este año tienen que ver con la presencia de Israel y por la prohibición que los organizadores han extendido a los participantes para que no muestren símbolos o mensajes favorables a la población palestina. La participación de Israel mantiene la ciudad de Malmö tomada por la policía de varios países y unas medidas de seguridad especiales alrededor de la cantante del país hebreo.
Es tal el alcance político de la participación de Israel este año que hemos podido ver al presidente del país, Isaac Herzog, publicando en redes una foto suya en la que aparece junto a la representante israelí en Eurovisión.
Israel forma parte de la UER y comenzó a participar en el festival en el año 1973. No es una casualidad, ya que fue el primer festival después de los atentados en los Juegos Olímpicos de Múnich contra la delegación israelí. El país ha ganado el festival en varias ocasiones y la última vez que ha sido sede, en 2019 en Tel Aviv, Madonna llegó a enseñar en su actuación las banderas de Israel y Palestina en las espaldas de dos bailarines.
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Pero lo cierto es que hace apenas dos años la postura de la UER fue radicalmente distinta. Entonces decidió vetar la participación de Rusia, ganadora en el año 2008, por la invasión de Ucrania. Precisamente el país invadido fue vencedor de esa edición y la del año siguiente, que acogió el Reino Unido por la guerra, se convirtió en un homenaje constante a Ucrania. Años antes, en 2014, las participantes rusas fueron abucheadas en el mismo año en que su país había invadido zonas del Donbás.
Franco, Salazar, la guerra de Yugoslavia y enemistades enquistadas
Ya en el año 1964 nos encontramos con una intrusión política en el certamen. Antes de la interpretación de España, un hombre vinculado a un grupo disidente del Partido Popular Socialista de Dinamarca saltó al escenario de Copenhague para mostrar una pancarta en la que llamaba al boicot contra Franco y Salazar, los dictadores de España y Portugal. La televisión danesa borró el incidente de sus archivos. Cinco años después, Austria se negó a participar en Madrid cuando la capital española acogió el festival.
Armenia y Azerbaiyán han llevado su enfrentamiento también a Eurovisión en distintas ediciones durante este siglo. La delegación azerí ha protestado en varias ediciones por detalles que relacionaban en imágenes o datos personales a la representación armenia con Nagorno Karabaj, territorio en el que han mantenido una disputa durante largo tiempo. Armenia no participó en la edición de 2012 que acogió Bakú, la capital de Azerbaiyán.
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Serbia por su parte estuvo varios años sin poder participar aunque sus vecinos balcánicos ya independientes sí pudieron formar parte del festival desde los años 90. La edición de 1990 anticipó ya la desintegración violenta de los Balcanes. Se celebró finalmente en Zagreb tras la victoria de Yugoslavia el año anterior, pero vino precedida de un intenso debate en el país porque los serbios querían que Belgrado fuera la sede elegida.
A finales de los años 70 también hubo vetos mutuos entre Grecia y Turquía después de la ocupación del norte de Chipre por parte del país otomano, aunque se han dado algunos puntos desde entonces Grecia tampoco suele respaldar a Macedonia del Norte, con quien ha mantenido un largo litigio por la denominación de este segundo país, y Turquía ha olvidado siempre a Chipre.
Turquía tampoco quiso participar en la edición de 1979 porque se celebró en Jerusalén. A día de hoy, algunos países con gobiernos de carácter más extremo, como la propia Turquía, Eslovaquia o Hungría, no participan en el festival.
En el año 2009, Georgia fue descalificada por presentar una canción cuyo título en inglés ("We don't wanna put in") podía dar a entender que decían "No queremos a Putin" un año después de que Rusia interviniera militarmente en las regiones separatistas georgianas de Osetia del Sur y Abjasia.
Mensajes con las puntuaciones
Si hay un elemento que desde siempre ha marcado las tendencias geopolíticas y las relaciones entre países ha sido el reparto de puntos que unos se han dado a otro a lo largo de los años. Los ejemplos sin múltiples. Croacia, Eslovenia y Bosnia se han otorgado mutuamente las máximas puntuaciones casi siempre desde que participan en el festival, actitud que suele ser la misma entre los países escandinavos.
Curiosamente, Ucrania ha destinado la mayor parte de sus puntos a Rusia, que le ha devuelto tradicionalmente el favor. Sólo Azerbaiyán ha recibido más cariño por parte de Moscú. Los países bálticos, que ahora están en primera línea de oposición a Rusia, sin embargo han mirado siempre principalmente a ese país a la hora de otorgarle puntos desde su independencia.
Francia es el principal respaldo de Israel en el certamen, y es también uno de sus principales aliados en la escena internacional. La buena vecindad se demuestra en el apoyo mutuo constante de Grecia y Chipre o de Serbia y Montenegro, aunque no es el caso de España y Portugal, que si bien siempre suelen darse puntuación la una a la otra, en el caso del país vecino ha recibido más respaldo de Francia.
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Antonio Martín
Redactor de la sección de Internacional. Se incorporó...