Gastro | Ocio y cultura

Todo lo que hay que beber y comer en la isla española de aguas turquesas que ha seducido a 'The New York Times'

Mercados, restaurantes, agricultura regenerativa y un mojito viendo la puesta de sol

Un café frente a Cala Galdana (Menorca). / © RAZVAN CIUCA

Madrid

The New York Times suele publicar reportajes dedicados a alguno de los lugares turísticos más interesantes del momento con el formato "36 horas en"... y, después de Maui, Mumbai, Munich y San Juan de Puerto Rico, o el último destino elegido ha sido la isla de Menorca, de la que destaca —en primer lugar— que no es tan ajetreada como Mallorca o Ibiza, que está declara Reserva de la Biosfera por la Unesco y que la filosofía del poc a poc se ha aplicado también a la expansión urbanística.

Además de recomendar varias rutas al aire libre —incluyendo el célebre Camí de Cavalls— para disfrutar de la fauna y la flora de la zona, en lo que se refiere a la actividad cultural, Yasmin Fahr, que es quien firma el artículo, destaca la galería Hauser & Wirth, los restos prehistóricos que pueden visitarse en distintos lugares de la isla, el Teatre Principal de Maó o el Museu de Menorca, un lugar ideal para entender la evolución de la isla, desde la civilización talayótica hasta los helados de La Menorquina.

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Pero, más allá de la naturaleza, de los museos y, por supuesto, de sus impresionantes playas de aguas turquesa, Menorca cuenta con una gran oferta de turismo gastronómico. De entrada, The New York Times recomienda visitar la destilería de Gin Xoriguer, cuya receta se remonta a principios del siglo XVIII.

Mercados y mojitos con la puesta de sol

Para cenar en Cales Fonts, en la parte oriental de la isla, propone los mejillones al vino blanco (16 euros) o las gambas a la parrilla (35) del restaurante Trébol. En Sa Punta, en cambio, sugiere las croquetas de berenjena (9.50) o el pan de trigo xeixa (3,50), o las ostras (5,50), la escalopa (20) o el entrecot a la plancha (22) de Pintarroja.

Otra de las actividades que menciona The New York Times es el complejo Son Felip, en el norte de la isla, un espacio idílico en el que, además de apostar por la apicultura o por criar gallinas, practican la agricultura regenerativa. Es decir: no solo respetan el ecosistema menorquín, sino que ayudan a recuperarlo.

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En Ciutadella, además de visitar la Catedral y recorrer las tiendas del centro, propone visitar los puestos de su mercado municipal (Mercat des Peix), tomar un café en Can Padet (1,70) y comprar queso de cabra en Cas Ferrer de Sa Font. A última hora, contemplando la puesta de sol, también resulta interesante tomarse un mojito (9) o una cerveza Grahame Pearce o Rosa Blanca (3,70) en la terraza del Hola Ola, a 10 minutos en coche del centro de la ciudad.

Para explorar el centro de la isla, el autor apuesta por disfrutar de los platos tradicionales del Molí d'es Racó, en Es Mercadal. Y tampoco conviene pasar por alto la oferta de platos marineros y de verduras de El Romero, en Mahón.

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