Ciencia y tecnología

¿Por qué escuchar una grabación con nuestra voz nos resulta desagradable? Esto dice la ciencia

A menudo no nos reconocemos y pocas veces nos gusta: esto dice la ciencia sobre lo que nos ocurre al escuchar nuestra voz

Una mujer enviando un audio mientras abre el frigorífico. / Sergey Mironov

A la hora de grabar un audio de Whatsapp o cuando nos escuchamos en una llamada solemos poner caras de incredulidad y asombro ante nuestra propia voz. Muchas veces no nos reconocemos y la mayoría no estamos contentos con nuestro tono o nuestra forma de entonar, pareciéndonos incluso rara nuestra propia voz.

Esto tiene que ver con la manera en la que percibimos los sonidos y, la mayoría de veces, con nuestro timbre. Este nos resulta demasiado exagerado dependiendo de que lado cojee: si tenemos un tono muy grave nos parece demasiado bronco y si es aguda será chillona. Sea como sea, nuestra voz escuchada no nos parece nunca igual que la hablada, y esto tiene que ver con la forma en la que los sonidos se difunden exclusivamente a través del aire, es decir, que no salen directamente de nuestro cuerpo ni resuena en nuestros órganos.

Cuando nosotros hablamos, nuestra voz, además de difundirse por el aire, resuena en los huesos del cráneo y otros tejidos que actúan como caja de resonancia. Todos estos 'obstáculos' por los que atraviesa nuestra voz influyen en su timbre y la hacen más grave. Es por eso que cuando escuchamos nuestra voz en un móvil o una grabadora la percibimos más sólida, porque solamente ha pasado por el aire y nuestros órganos internos no la han modulado.

La distorsión propia de todas las grabaciones, que tienen incluso los micrófonos más potentes, contribuye a la sensación de extrañeza. No solemos estar acostumbrados a escucharla desde fuera, por eso también nos resulta raro escuchar nuestra voz a no ser que estemos acostumbrados a grabarnos y escuchar, una tarea reservada a locutores de radio, presentadores de televisión o actores.

Por qué nuestra voz no nos gusta

No solo es que nuestra voz nos resulte rara cuando la escuchamos, sino que además no nos suele gustar y no queremos escucharla. No solo le pasa a las personas que no están acostumbradas, ya que incluso a periodistas radiofónicos o actores que están acostumbrados a escucharse odian su voz a pesar de trabajar con ella. Esto tiene más que ver con la forma en la que queremos que los demás nos perciban.

Al ser la voz un signo reconocible de nuestra identidad, descubrir que el resto no la percibe igual que nosotros puede resultar molesto. Esto no es más que un problema inherente al ser humano que solo se puede solucionar acostumbrándonos a cómo se escucha nuestra voz desde fuera. Aunque si no estamos contentos con ella siempre podemos mejorarla entrenando nuestra dicción y entonación.

Se suele aconsejar a las personas que trabajan con su voz que se graben sus ejercicios y la entrenen a menudo para reconocer sus posibles fallos y mejorarlos. Muchas veces no nos gusta nuestra voz porque somos demasiado exigentes con nosotros mismos y somos negativos acerca de nuestra voz grabada aunque, realmente, no sea tan desagradable como pensamos.

 
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